Las elecciones intermedias han pasado. A escasas tres semanas para la población en
general es cosa juzgada. Menos de la mitad de los votantes registrados
ejercieron su derecho a votar.
Que poco más de la mitad no hayan
ejercido su derecho a votar me deja muy claro que para ellos, en su vida
cotidiana, no significa ningún cambio hacerlo. Significa que en su forma de pensar
o de entender la forma de hacer política de nuestro país su voto no cuenta o
cuenta muy poco, tan poco que no vale la pena molestarse lo suficiente para
dejar de hace sus cosas personales, por baladíes que éstas puedan ser, para
ejercerlo.
Pero también me deja la impresión, y esto es sumamente grave, que se
conformen con el estado de cosas que existe en su entorno, en su vida
cotidiana. Un conformismo que implica que aunque no les guste, les inquiete o
inclusive les atemorice sienten que nada pueden hacer para cambiarlo.
Después de tres semanas solo los
políticos cuestionan los resultados de las elecciones seguidos de un puñado de
sus fieles seguidores.
Por otra parte, dicen los estudiosos de
las contiendas electorales y lo demuestran o tratan de demostrar con
intrincadas formulas matemáticas, que una participación copiosa inclusive hasta
del cien por ciento no cambiaría el resultado de una elección, que las
votaciones aunque sean menguantes son
una especie de representación de la ciudadanía en general, es más, que
mientras más gente vote más se favorece a los partidos más fuertes.
Esta última tesis puede tener sentido
para algunos, solo si no consideramos los antecedentes perniciosos que antecedieron
a esta elección.
El presidente Enrique Peña Nieto, a
pesar de sus famosas reformas, veía como su popularidad venía cayendo mes a mes
hasta niveles nunca vistos ni en el peor momento del ex-presiente Felipe
Calderón Hinojosa. Pero para el presidente Peña era indispensable,
prácticamente de vida o muerte, ganar la mayoría parlamentaria porqué en la
nueva Cámara de Diputados será donde se aprueben las leyes secundarias de sus
reformas, es decir toda la reglamentación con las que en realidad empezarán a
funcionar las multimencionadas reformas, pero también una mayoría que le
permita hacer y deshacer en su beneficio durante la segunda mitad de su
periodo.
Las Diputaciones en las elecciones
intermedias, entonces, debían ser ganadas a como diera lugar por el Partido
Revolucionario Institucional (PRI), su partido.
Con muchos, muchísimos meses de
anticipación a las elecciones del pasado 7 de junio de 2015 se armó la
maquinaria con lo que lo lograrían.
El rompimiento de Enrique Peña Nieto con
la profesora Elba Esther Gordillo, ex-líder del Sindicado Nacional de
Trabajadores de la Educación (SNTE), que agrupa a algo más de 2 millones de
docente y que considerando a sus familias y simpatizantes podrían significar de
8 a 10 millones de votos perdidos, lo orilló a buscar otro aliado.
Buscó y encontró un aliado ad hoc, un
partido tan corrupto como el propio PRI, un partido esquirol, el Partido Verde
Ecologista de México, más bien conocido como El Verde.
El verde hizo todo lo que exactamente
se esperaba de un partido esquirol y corrupto. Desde muchos meses antes del
inicio de las campañas políticas empezó a gastar cantidades ingentes en
promoción y propaganda de todo tipo, cantidad de dinero claramente muy superior
a las asignaciones a que tenía derecho como partido político. Propaganda que en muchos casos era francamente
mentirosa. Compra de voluntades a través del regalo de todo tipo de artículos de
uso y mantenimiento del hogar, despensas alimentarias y mochilas con artículos
escolares. La cereza del pastel fue la
tarjeta “Premia Platino del Verde”.
Por supuesto, todos los partidos con
excepción del PRI, su socio, interpusieron recursos de queja ante el Instituto
Nacional Electoral (INE). El INE impuso multas y prohibiciones al Verde, pero
éste, fiel a su vocación de partido esquirol y corrupto, hizo caso omiso de
todas las sanciones, continuó gastando dinero como si no tuviera fondo su
bolsillo. La debilidad del INE para hacer que el Verde actuara dentro de la ley
fue entendida por la opinión pública como franca complicidad ya que algunas de
sus flagrantes contravenciones, según la opinión de algunos especialistas,
implicaban la cancelación fulminante de su registro como partido político.
La culminación de la desfachatez de los
incumplimientos de la ley fue la entrega de las tarjetas de descuento “Premia
Platino” del Verde, la cual implicaba obtener descuentos en diversos
establecimientos comerciales, los cuales serían cobrados por dichos
establecimientos al Partido Verde, en otras palabras regalar dinero contante y
sonante a la gente. Este procedimiento era nada más y nada menos que la compra
descarada de voluntades. Fue impugnada de inmediato por los partidos
contrarios, con excepción de su socio el PRI. El INE nuevamente se vio poco
contundente en su sanción, lo que permitió al Verde caer en contumacia, expidiendo
volantes para informar a los cientos de miles de poseedores de la tarjeta que podrían
hacerla efectiva en fecha posterior a las elecciones, es decir no solo no
canceló la operación de la tarjeta sino que reafirmo su objetivo, la compra de voluntades.
http://mexico.cnn.com/adnpolitico/2015/03/12/las-tarjetas-del-partido-verde-una-doble-violacion-a-la-ley
Pero la fechoría de las fechorías del
Verde fue la contratación de artistas y personalidades para que precisamente el
día de la elección tuitearan incitando a votar por ese partido, día en que está
estrictamente prohibido hacer publicidad o cualquier tipo de promoción
partidista.
Fue una maniobra clásica de un partido
esquirol, grosera en cuanto ofende diciendo que fue una acción que de mutuo
propio hicieron los artistas y personalidades. No fue difícil se descubriera
que esta maniobra fue contratada con semanas de anticipación. ¿De dónde
fluyeron las multimillonarias cantidades de dinero? No puedo afirmarlo, pero el
silencio cómplice de su socio el PRI el partido del presidente Enrique Peña nieto
ante tanta fechoría da una línea muy directa.
La maquinaria gubernamental del
presidente Peña operó a todo vapor y en todos los ángulos posibles.
El cuantioso presupuesto de
comunicación social como se le ha dado en llamar para hacer menos ofensivo el
gasto en publicidad, se derramó sin discreción sobre muchos medios de
comunicación y comunicadores, quienes ansiosos por obtener parte del botín se
desvivieron en loas y adulaciones al presidente y su gestión, haciendo de
magros logros extraordinarias proezas y silenciando por otro lado todo lo negro
y corrupto. La publicidad gubernamental que debiera ser puramente informativa
se convirtió en descarada propaganda. Todo el dinero que las televisoras dejaron de ingresar por la prohibición a los partidos de contratar publicidad
directa, lo recibieron ahora, precisamente de la Oficina Presidencial y todas
sus dependencias.
La Señora Rosario Robles al frente de
la Secretaría de Desarrollo Social (SEDESOL) fue quien Peña Nieto necesitaba
para comprar la voluntad de los más pobres. La Señora Rosario Robles fue bien
conocida por estar ligada sentimentalmente al Sr. Carlos Ahumada, tristemente
famoso por dar a conocer videos en donde se le ve entregando fajos de billetes
a personajes ligados al gobierno del Distrito Federal para obtener jugosos
contratos. Por supuesto la Señora Robles muy compungida dijo que no sabía nada
de lo que el Sr. Ahumada hacia, lo cual no solo es ingenuo sino que tratar de
negarlo se aprecia hasta impúdico. Dos personajes unidos por un origen de
corrupción.
Pues bien, esta señora fue la designada
para iniciar algo llamado guerra contra el hambre. Un programa que puede ser tan etéreo como
concreto, tan amplio como restrictivo. ¿Cómo buscar, localizar y determinar quien vive con hambre?
¿Hasta dónde y cómo una institución puede decidir quién debe ser calificado
como sujeto de insuficiente alimentación para decidir que vive hambriento? Por
supuesto nadie en este país debe padecer hambre, pero ¿Cómo implementar un
programa de esta naturaleza para que cumpla verdaderamente su objetivo? es el meollo
del asunto. Pero no únicamente que alimente al hambriento de día en día, sino
que implemente lo necesario para que aquel individuo deje de tener la necesidad
de recurrir a la asistencia pública para saciar su hambre.
Hay países donde se establecen
comedores públicos donde cualquier persona puede acceder a ellos. Hay otros
como Estados Unidos que otorga timbres canjeables por alimentos en cualquier
supermercado. La particularidad de estos programas auspiciados por los
gobiernos es que son asépticos, es decir, no tienen tendencias partidistas ni
son manejados como propaganda gubernamental.
¿Qué pasó con la Señora Rosario Robles?
Demasiado pronto fue acusada de utilizar el cuantioso presupuesto para favorecer
al partido en el poder, el PRI. Debo decir que SEDESOL es una dependencia que
maneja recursos incalculables y muchos de ellos discrecionales para desarrollar
infinidad de programas enfocados a los más pobres. Entonces, al respecto, el
presidente Peña Nieto en difusión nacional expresó su nefasta frase “No te
preocupes Rosario” expresando, queriendo o no, su pensamiento más íntimo, que
nos reveló su verdadera intensión. ¿Qué nos dijo Peña Nieto con esa expresión?
Claramente le dijo a toda la nación con toda la prepotencia de la que los gobernantes PRIistas siempre han hecho
alarde, que la Señora Robles continuaría utilizando el presupuesto
gubernamental destinado a los más desprotegidos con fines de promoción y compra
de voluntades como venía haciéndolo y por supuesto siguió haciéndolo, pero con
una salvedad, lo haría totalmente fuera de los reflectores, pareció que la
Señora Robles habría desaparecido, pero no, el trabajo se hizo a cabalidad,
para Peña Nieto era de importancia vital que la estrategia de compra de
voluntades se hiciera con todo sigilo a través de SEDESOL, la red más extensa
que tiene el gobierno a su disposición para llegar a la población más
vulnerable. http://www.proceso.com.mx/?p=396327
Con anterioridad mencione que el
presupuesto de la presidencia y de las dependencias gubernamentales para la mal
llamada comunicación social, que debería ser utilizado simplemente para
informar, es descaradamente utilizado como propaganda política. Es propaganda
desde que se utiliza un logo y un slogan y estos logo y eslogan se utilizan
como marca comercial en todos los programas sociales.
Un experto te dirá que un logo y un
slogan suficientemente mencionados te darán recordación y fidelidad a una marca.
Si esa marca la asocias a un partido político volcarás la fidelidad en él. En
esas condiciones el experto te dirá que por cada sujeto beneficiado con alguno
de tantos programas sociales personalizados y perfectamente enganchados a la
marca y al partido pronostican entre 3 y 5 votos a su favor por cada sujeto, es decir millones.
Todo es tan sencillo como contundente. Por eso es que a Rosario Robles y a Peña
Nieto no les importa terminar con el hambre en sí, sino cuantos millones son
sujetos del beneficio, así es que no nos sorprende que la pobreza extrema no
disminuya, pero sus informes se precian de decirnos cuantos millones más han sido
incluidos en sus programas, es decir los votos se multiplican por millones.
Desde el sexenio anterior se estableció
el llamado apagón analógico, es decir, la señal de televisión analógica
cambiaría a señal digital.
En muchos países lo han hecho y lo
seguirán haciendo ya que es un salto tecnológico inevitable. En Estados Unidos,
recuerdo por ejemplo, se pusieron a la venta pequeños aparatos con un costo de
alrededor de 20 dólares, muy sencillos de instalar a las televisiones
analógicas. Aun no existían las televisiones digitales. Pero la señal analógica
no se suspendió, de hecho se eliminó hasta hace pocos años. Es decir la
transmisión digital se ofreció como un avance tecnológico por el cual podría
optar el consumidor. Inicialmente se empezaron a vender televisiones con el
convertidor digital integrado hasta que llegaron al mercado las totalmente
digitales. Pero eso fue en Estados Unidos.
Pero aquí en México las cosas no se
hacen como en el primer mundo, tenemos que ser mejores, ¡No faltaba más!
¿Que se pueden mandar las dos señales,
analógica y digital? Por supuesto que se puede. Lo hace la radio con señal am y
FM. ¿Qué es más complicado? Por supuesto que lo es, pero para eso está el
gobierno, para obligar que los grandes consorcios televisivos den el mejor
servicio y el más adecuado a la población.
Se podrían haber puesto a la venta los
pequeños y sencillos aparatos convertidores de señal y que poco a poco la
población fuera haciendo el cambio de tecnología. Se podría haber establecido
un mecanismo de reembolso del costo del pequeño convertidor en la compra de una
nueva televisión digital. Se podrían inclusive haber obsequiado los aparatos
convertidores de señal a los más pobres. Esas y muchas otras opciones que usted
puede imaginar se pudieron haber hecho.
Pero no en México, en México hay que
sacarle provecho político. Un pequeño aparatito escondido atrás de la
televisión no tiene ninguna posibilidad de ser aprovechado políticamente.
Entonces apareció la gran idea ¡Regalar Pantallas Planas! Eso sí sería
impactante pero por sobre todo ganaría muchos votos. Así fue que la gran idea
se puso en práctica y se inició el obsequió de millones de pantallas planas
digitales, eso sí, con el logo bien visible de la propaganda gubernamental
“Mover a México” imposible pues ocultar el objetivo. Hacer el reparto durante
el año electoral y precisamente en el periodo oficial de campañas proselitistas
tuvo el claro objetivo de ganar votos para el PRI el partido del presidente.
Muy bien cuantificados estaban los votos que se ganarían por cada televisión
entregada.
Claro que todo esto siempre tiene
segundas intenciones, las del provecho personal, la corrupción, como si lo
anterior no lo fuera. Nunca se nos ha informado y lo más probable es que nunca
lo hagan, ¿Cómo se adquirieron los millones de televisores que se han regalado?
¿Cuándo y cómo se hizo la licitación pública para su adquisición? Hay cientos
de millones de pesos bailando por ahí en los bolsillos de algunos cuantos.
Aquí jugó importante papel el partido
esquirol, El Verde, con sus excesos, sus pleitos y sus descarados retos a la
autoridad, mantuvo entretenidos a los analistas políticos, ocupando grandes
espacios en los noticieros y desviando la atención de la opinión pública en
general, mientras se hacía la labor de zapa.
Así fue, tan simple tan
sencillo, como el PRI ganó para Enrique Peña Nieto la mayoría de la Cámara de
Diputados. Por supuesto, es solo una opinión.