Y qué me dices de la corrupción, que campea a todo lo largo y ancho de la nación, desde el más ínfimo policía hasta el propio presidente de la república. Porque, no me vas a venir a decir que Peña Nieto es una blanca paloma.
Si en unos cuantos días le armó a la señora Elba Esther Gordillo, más para la televisión que para la justicia, todo un entramado de conexiones y flujo de dinero para meterla a la cárcel, ¿Porqué no hace lo mismo con tantos ex gobernadores, ex senadores, ex diputados, ex presidentes municipales y ex directores de empresas estatales PRIístas, que a todas luces se han enriquecido con el dinero del pueblo o con prebendas obtenidas por sus influencias políticas? No a Peña Nieto no le interesa acabar con la corrupción. El asunto de la señora Elba Esther Gordillo, más parece una venganza política, un ajuste de cuentas porque no lo apoyó en su campaña para la presidencia de la república. A fin de cuentas, y esto de ninguna manera es una justificación, la señora Gordillo se gastó el dinero de su sindicato, no se lo robó, se lo gastó a sabiendas de todos sus agremiados y públicamente lo manifestó en innumerables ocasiones, y hasta ahora que yo sepa ningún agremiado de su sindicato nacional de trabajadores de la educación (SNTE) la ha acusado de haberse robado un centavo. Pero dime si no, cuantos líderes sindicales de empresas, organismos y dependencias gubernamentales se han enriquecido de forma repugnante y campean por toda la nación impunemente.
No, no, a mi no me digas que Peña Nieto es un santo incólume a la corrupción. Por desgracia muy pocos mexicanos podemos ver la televisión de Estados Unidos, pero si pudiéramos, podríamos comparar y darnos cuenta del culto a la personalidad y necesidad de lisonja a la que Peña Nieto es adicto. A poco en la televisión Americana vemos todos los días a Obama inaugurando una carretera o anunciando que un pueblito tendrá agua potable y otro día que combatirá al crimen y otro más que acabará con los secuestros. No a Obama lo vemos salir en televisión cuando le dice a todo su pueblo que cada ciudadano mayor de edad tiene la obligación de pagar un seguro médico para sí mismo y que si no puede, se acerque al estado, para que en ciertas circunstancias le ayude a obtenerlo. Él expresa el viejo paradigma de “ayúdate que yo te ayudare”, o el axioma de Lincoln “El estado no debe hacer por los ciudadanos lo que ellos puedan y deban hacer por sí mismos”. Estas y otras pocas ocasiones, es cuando el presidente de los Estados Unidos ocupa para sí un espacio en la televisión, pero sin embargo la televisión estadunidense se ocupa de él sin miramientos y sin piedad, muchas más veces, cuando Obama mete la pata. En resumen son más las veces que Obama es mencionado en televisión para ser criticado que para ser alabado. Entonces, cuando vemos a Peña Nieto aparecer en televisión un día si y otro también por nimiedades que los propietarios, directores y conductores de televisión insisten en hacernos creer a los televidentes que se trata de una cosa de trascendencia nacional, casi histórica, y además en los horarios más apreciados y por lo tanto más caros, no puedo otra cosa, que entender que el gobierno de Peña Nieto paga miles de millones de pesos para que su imagen sea reproducida y alabada ad infinitum. Pero lo hace con el dinero nuestro, de nuestros impuestos. Es ahí donde empieza la corrupción, en el propio presidente. Por eso ves que todos los gobernadores y todos los presidentes municipales, a todo lo largo y ancho de la república gastan el dinero de nuestros impuestos en promover sus propias personas sin que nadie les diga nada, ni nadie les ponga una cortapisa, todos ellos dicen …“Si el presidente de la república lo hace, ¿Porqué yo no?
¡Vaya! Me has dejado sin aliento.
Grandes y graves problemas tenemos los mexicanos en nuestras manos. Pero dentro
de todo ese penar, me alienta el saber que tú lo puedes decir libremente y a
los cuatro vientos sin que nadie te venga a callar o meter en la cárcel por
decirlo y que hay buena cantidad de medios en radio y televisión que pueden
replicar tu pensamiento o el de otros que tienen tu misma opinión, con entera
libertad. En Venezuela, hoy por hoy, eso ya no es posible.