Mexicali, B. C.

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miércoles, 11 de junio de 2014

PELÉ: LA AÑORANZA DEL FUTBOL


Mañana inicia el campeonato de futbol en Brasil. El primer partido se desarrollará en el nuevo estadio construido ex profeso para este campeonato el “Arena Corinthias”, entre el Anfitrión Brasil y Croacia.
Me es imposible ignorar el máximo evento futbolero y no puedo más que añorar esa leal lucha por un balón sobre la alfombra verde e inevitablemente recordar esos primeros años en que fui subyugado por la pasión del deporte más popular del mundo. 
 
A mis sesenta y seis años me es imposible, como otras muchas cosas, echar una buena carrera y cuando digo una buena carrera, me refiero a esas carreras detrás de un balón de futbol.
Recibes el balón y en una fracción de segundo tu visión periférica trasmite al cerebro tu situación, la posición de tus compañeros y la de tus oponentes, la adrenalina en ese momento está al máximo, tienes que decidir… ¿pasas el balón o avanzas con él? Vez un resquicio en la defensa del equipo contrario, decides correr con el balón, entonces golpeas el balón con la parte interna del pie, —el golpe tiene que ser preciso, si lo adelantas demasiado probablemente vaya a parar a los pies de un contrario, si lo adelantas muy poco con toda seguridad ya tienes encima uno o dos contrincantes— Saltas la pierna del contrincante que llega instantes después de haber tocado el balón y aceleras al máximo, sientes tu respiración llenar todo tu cuerpo, los tacos de tus zapatos se clavan en el pasto una y otra vez,  tu contrincante te sigue a una zancada, llegas de nuevo al balón primero que nadie y repites la acción, otro golpe al balón y otra aceleración, ahora más rápida que la anterior, primero veinte metros, luego quince más, para enseguida detenerte en seco, driblas con el balón a la derecha y el contrincante que te seguía pasa por tu costado engañado por tu acción sin poder detenerse pero también sin antes estirar la pierna para golpear tu pantorrilla, aguantas el golpe, el dolor casi te paraliza pero logras superarlo, avanzas dos pasos más y pateas el balón fuertemente con el pie derecho pasando el balón a tu compañero  que viene a toda velocidad por el lado izquierdo de la cancha, quien lo recibe matándolo con el pecho y lo deja muerto sobre el pasto, y en una fracción de segundo dispara hacia la portería… el balón es rechazado por un jugador defensivo hasta medio campo… apenas respiras a todo pulmón e inicias el regreso con una carrera de sesenta metros en unos segundos… y continúas así durante noventa minutos. Al final hay un equipo ganador y otro perdedor, pero en este partido no se juega ningún campeonato, hemos jugado por el simple gusto de jugar, habrá otros más para ganar o perder. En esa añorada infancia aún mi cuerpo no reconoce el agotamiento, podría iniciar en ese instante un partido más.  
Era tal vez final de 1958, yo tenía 10 años, iba acompañando a mi papá a algo muy importante para él, llegamos al campo Necaxa (Mexicali), el lugar estaba lleno de gente, las pocas gradas estaban ocupadas, así que tuvimos que quedarnos parados con la muchedumbre que ocupaba el centro de la cancha. En la portería sur habían instalado una gran lona cuadrada que se movía con el aire, esperamos por un tiempo que a mí me pareció interminable, la gente aglomerada se había puesto inquieta, los gritos y los chiflidos no cesaban, yo estaba realmente molesto y cansado. Por fin la pantalla se iluminó con una película — en blanco y negro— de un partido de futbol. La pantalla de lona se ondulaba como un trapo al viento, la gente a mi alrededor me obstruía la visión y para colmo de males la imagen proyectada era borrosa, en esas condiciones lo que podía apreciar era poco, sin embargo la gente gritaba, que digo gritaba, rugía… es él, es él, es él. Por fin terminó todo, yo no supe bien a bien en ese momento que sucedió.


El tiempo y los comentarios que se sucedieron por días o tal vez semanas me hizo comprender que lo que había visto era nada menos que fragmentos de un partido de la copa mundial de futbol celebrada en Suecia, que tal vez un aficionado, que había tenido la fortuna de asistir, había grabado en con una cámara de 8mm, con la cual capturó a un excepcional muchacho que contaba con  apenas 8 años más que yo, que jugaba para el equipo brasileño y que se enfrentaba al equipo sueco en el partido por el campeonato mundial,  el resultado final fue 5:2 a favor del equipo brasileño, y que ese muchacho anotó para Brasil dos de los cinco goles. Poco después su nombre empezó a ser mencionado una y mil veces alrededor del mundo… era Pelé.

jueves, 17 de abril de 2014

MEXICALI SE INSCRIBE EN EL MUNDO.

 

Cuando Mexicali débilmente empezaba a querer figurar en la historia, ya su calle principal marcaba el símbolo de la época.
El 14 de marzo de 1903 es la fecha oficial de la fundación de Mexicali, poco tiempo faltaba ya para que el nombre de Porfirio Díaz fuera borrado de su calle principal.

El nombre de la ciudad se formó con los vocablos MÉXIco y CALIfornia. 

El hacer apología en vida de los presidentes mediante la imposición de sus nombres a calles, escuelas y edificios públicos, fue una práctica común y corriente, como un medio de adular al mandatario en turno.

A Porfirio Díaz le tocó el turno de ser proscrito, y eliminado su nombre de cuánto edificio o calle lo llevaba. ¿Sabe Usted cómo se llamó después la avenida que llevaba su nombre? Por supuesto usted lo dedujo; Francisco I. Madero, el presidente que lo sustituyó.   
Av. Francisco I. Madero-antes-Porfirio Díaz 









Durante la época de la prohibición en Estados Unidos, Mexicali fue un destino muy apreciado por los estadounidenses y de muchas celebridades de la época. Existe el registro civil oficial que el 12 de mayo de 1922 se celebró en esta ciudad el matrimonio entre Rodolfo Valentino y Nathasa Rambova, durante el receso de la filmación de una película que se realizaba en Yuma, Arizona. 
Nathasa y Valentino al llegar a Mexicali
en el ferrocarril Intercalifornia.
Foto publicada por La Voz de la Frontera


 Así fue que la ciudad creó un ambiente de romanticismo que provocó el amor de un norteamericano, el compositor Don Walser,  por una damita mexicana a la que le compuso el vals " Mexicali Rose", que popularizó posteriormente Gene Autry y que a sido interpretada por cantantes de renombre, entre ellos Frank Sinatra. La canción fue adoptada como símbolo musical popular de la ciudad. Mexicali Rose, tomado de Youtube

domingo, 11 de diciembre de 2011

NOSTRADAMUS

La ciencia ficción se especializa en llevarnos con toda facilidad al pasado y al futuro. Viajar al pasado siempre es excitante porque nos da el poder de llevar avances tecnológicos y científicos que sabemos de antemano que eran desconocidos en esa época y en esas condiciones seríamos poco menos que dioses para los mortales de esos tiempos. Pero también muy pronto irrumpe ante nuestros ojos la paradoja de que si cambiamos un mínimo detalle de ese pasado no podríamos existir en el futuro y por lo tanto no podríamos viajar al pasado. Las leyes de la física parecen confirmarlo, todo nos indica que hay una sola flecha que señala hacia adelante. Si vaciamos un vaso de agua no podemos regresarlo, si a una taza de café le agregamos una cucharada de azúcar y un chorrito de leche y lo mezclamos no podemos des-mezclarlos. Alguien diría que podemos separar sus componentes y es cierto, pero ese sería un proceso siguiente, es decir, hacia adelante.
Pero el futuro es otra cosa. La ciencia nos dice que si bien no podemos viajar en un instante al futuro, simple y sencillamente por qué aún no existe, si le podemos jugar un truco. El truco consiste en lograr desplazarnos a una velocidad cercana a la luz, entonces el tiempo del viajero se hace más lento y al regresar al punto de partida, los que se quedaron habrán avanzado en el tiempo lo que el viajero se retrasó. Pero mientras eso sucede los simples mortales vivimos pensando en el futuro. Llenamos nuestras agendas de lo que vamos hacer mañana, pasado mañana, la semana o el mes que viene y cada fin de año hacemos propósitos para el año entrante. Las empresas hacen planes y proyectos para uno o varios años por venir. De hecho de alguna manera cambiamos el futuro a cada momento cuando decidimos hacer o dejar de hacer cada cosa. Sabemos que la vida del niño que aprende a leer y escribir será diferente a la del niño que no lo hace, es cierto nunca sabremos los detalles, pero la experiencia nos dice que la vida de uno podrá ser más confortable que la del otro. El hombre que comete asesinato estará cambiando su vida futura de libertad por la de confinamiento. Ahora bien no es lo mismo incidir en el futuro por nuestros hechos presentes que predecirlo. Vaticinamos una vida difícil para el niño que no aprende a leer y escribir pero no podemos predecir que muy bien pueda ser un autodidacta exitoso o que el niño instruido muera a temprana edad.
En la antigüedad un ejército se preparaba para ir a la lucha y se podría sentir y de hecho ser superior a su oponente, por lo tanto predecir que saldría vencedor, sin embargo la incertidumbre de vencer o ser vencido no se dilucidaba hasta el final de la lucha. Cuantos ejemplos tenemos en el pasado de ejércitos débiles que vencieron a ejércitos superiores.

Podemos saber con absoluta precisión cada paso del pasado pero no podemos incidir para cambiar ni un ápice de lo sucedido, en cambio podemos incidir en el futuro pero no podemos saber nada de lo que sucederá.

El futuro ha inquietado siempre a todos los seres humanos; ¿ganaré o perderé la batalla? ¿Triunfaré o fracasaré en este negocio? ¿Cómo será el hombre o mujer con quien me casaré? ¿Cuántos y como serán mis hijos? ¿Cuánto tiempo viviré? ¿Cómo moriré? Estas preguntas jamás han podido ser contestadas, sin embargo el hecho innegable de que podemos incidir de alguna manera en lo que sucederá en lo inmediato y a veces en lo mediato, de que la cotidianidad de la vida nos permite saber con cierta exactitud lo que será nuestra vida el día siguiente o lo que anhelamos que suceda sucede, nos precipita en ocasiones en la ingenuidad de creer que podemos predecir el futuro.
Cuando caemos en la cuenta de que por mas preparativos y mas planeación, las cosas no resultan suceder como deseábamos. Cuando caemos en la cuenta de que lo fortuito es tan consistente que no nos permite un parpadeo. Cuando nos damos cuenta de que hay miles de circunstancias que no dependen de nosotros y no podemos controlar. Cuando nos subimos a un avión y de pronto somos conscientes de que podemos sufrir un accidente fatal porque un mecánico dejó flojo un tornillo, porque recibió una llamada telefónica avisándole que su hijo estaba grave, porque había sido atropellado por un individuo que no veía bien, porque el día anterior se le rompieron sus anteojos ya que los había dejado en el asiento contiguo en el consultorio médico, donde una viejecita se sentó sobre ellos, la cual se percató, después de haber roto los anteojos, que se había equivocado de consultorio. Es entonces cuando el deseo de conocer lo que sucederá, cuando  y como sucederá, se convierte en un impulso irracional.
Ese impulso irracional de los seres humanos ha hecho posible que desde siempre hayan existido quienes se abrogan el don de predecir el futuro.  Profetas, oráculos, vaticinadores, adivinadores, visionarios, videntes, clarividentes, agoreros, iluminados, elegidos, nigromantes, grafólogos, hechiceros, quirománticos, entre otros muchos, han proliferado durante toda la historia lucrando con esa irracionalidad. Hubo un tiempo en la antigüedad que ser adivino de un rey podría causarle la muerte si sus predicciones no eran correctas, entonces para salvar sus vidas sus vaticinios se volvieron confusos, ambiguos y difíciles de interpretar.
Un claro ejemplo de lo anterior lo tenemos en el episodio de la historia de Filipo, padre de Alejandro, cuando en el año 336 a.C., habiendo ya unificado toda Grecia se preparaba para hacer la guerra contra el poderoso rey Darío III Codomano, Filipo fue a consultar solemnemente al oráculo de Delfos preguntándole si vencería al rey de los Persas. Apolo en voz de la pitonisa le habría respondido: “Mira, el toro está coronado de guirnaldas, su fin está cercano: el sacrificador dispuesto”.
Para cualquier persona está claro que la ambigüedad de la predicción de la pitonisa no dejaba claro quién sería el vencedor,  pero para Filipo todo era muy claro, el toro era el rey Darío que hacía poco había sido coronado rey de los Persas y el sacrificador era él.
La historia nos dice que poco después Filipo fue asesinado por Pausanias, un soldado rencoroso, antes de iniciar la guerra contra los persas. Fue su hijo Alejandro quien venció a Darío III, quien murió a manos de los soldados de Alejandro, terminando con la dinastía de los Codomanos y con el imperio Persa para siempre.
Lo conciso de las palabras y la amplitud de las interpretaciones posibles de la predicción de la pitonisa cubrían cualquier resultado y la salvaban a ella.
Un cuento muy conocido nos presenta a un rey envidioso de la popularidad del mago de la corte, que decidiendo librarse de él lo llama y le solicita una predicción en la inteligencia de que si se equivoca sería ejecutado.
Entonces el rey le pide al mago que adivine la fecha de su propia muerte. El mago descubre las verdaderas intenciones del rey y elabora la siguiente respuesta.
“No puedo decir la fecha exacta de mi muerte pero sé que ésta ocurrirá un día antes de la muerte del rey”
El rey indeciso en creer o no creer la predicción del mago decide llevarlo a vivir con él  con el fin de protegerlo de morir.
El cuento nos dice que la cercanía de los dos personajes los hizo grandes amigos y los dos tuvieron largas vidas, muriendo el rey un día después de la muerte del mago por la pena de haberlo perdido.
Las predicciones ambiguas e ingeniosas provenían de personas ingeniosas e inteligentes que sabían mentir sin ser atrapados, sin embargo durante largo tiempo ha habido agoreros que se han atrevido a dar fechas concretas para el fin del mundo y en todos los casos han tenido que soportar la burla del mundo entero. Aprendiendo de la estupidez de sus predecesores los nuevos profetas siguen augurando el fin del mundo pero ahora su profecía se vuelve ridícula, por decir lo menos, ya que se limitan a decir; que pronto llegará el fin del mundo o que el fin del mundo está cerca o que los acontecimientos indican que es inminente. No es difícil de entender cómo este tipo de iluminados siguen proliferando, cuando hay millones de seguidores que creen a pie juntillas lo que ellos dicen.
Pero hay otros que basados en la ciencia o conocimientos generales muy concretos han sido verdaderos profetas sin que nunca exigieran ese título. El más famoso de todos ellos es sin duda Leonardo Da Vinci, Julio Verne es otro de ellos, Einstein se instala con todo merecimiento entre ellos cuando entre otras cosas, basado en su teoría de la relatividad general predice y afirma que la luz se comba al pasar cerca de un objeto masivo. Lo único que faltaba era que en el futuro pudiera ser comprobado. Cuando el eclipse de sol del 29 de mayo de 1919 permitió observar que los rayos de luz de las estrellas Híades estaban desplazados justo en la medida predicha por su teoría, Einstein recibió un telegrama enviado por Lorentz confirmándole el hecho. Einstein se lo mostro a su discípulo Ilse Rosenthal-Scheneider quien le preguntó ¿Qué habría dicho usted si no hubiese habido tal confirmación?  Y Einstein respondió “Me hubiera compadecido de nuestro amado Señor. La teoría es correcta”. He aquí una predicción con datos claros y concretos que se cumple con toda exactitud.
Muy lejos de estos verdaderos visionarios del futuro está Nostradamus. Nostradamus es aun más ambiguo, confuso y enigmático que la pitonisa del oráculo de Delfos. De sus mil cuartetas solo una mínima parte y haciendo verdaderos malabarismos mentales han podido ser adjudicadas a hechos posteriores y las mismas pueden muy bien adjudicarse a hechos diferentes de los que supuestamente predicen.
“En la vigésima primera centuria de nuestra era, anglos y germanos vencerán gran azote de la humanidad”. No, no es una profecía de Nostradamus, pero ¿Quién me puede negar el derecho de hacer las propias? ¿Quién puede adivinar a que me refiero? Con toda seguridad no faltará en el futuro algún hecho que pueda ser adjudicado a mi predicción sea o no lo que yo tenía en mente y entonces me llamaran profeta.
Nostradamus vivió en la época que hoy llamamos renacimiento, ya contaba con 17 años cuando falleció Leonardo Da Vinci, sin embargo no parece haberse enterado de su existencia, de hecho Nostradamus vivió toda su existencia dentro de las fronteras de Francia. Ejercía la medicina y la astrología. La astrología era una profesión respetada en ese tiempo, se supone que era necesario ser un acucioso observador del cielo para ello, pero en realidad no era así porqué ya existía mucha información escrita. Al nacimiento de Nostradamus en 1503 la imprenta existía desde hacía 50 años. Aún así, debemos considerar que en ese tiempo y desde la más remota antigüedad era práctica común de niños y adultos observar el cielo por las noches, tal vez era el entretenimiento más popular, por lo que fue nada difícil que la gente plasmara sus anhelos y preocupaciones en la enigmática y misteriosa bóveda celeste. El surgimiento de individuos que le dieran algún sentido a lo que veía la gente se hizo inevitable, así que los almanaques basados en las estrellas se popularizaron, marcando con cierta precisión lo que hoy conocemos como las estaciones de año,  los tiempos para la siembra y la cosecha, así como las festividades religiosas. Pero también hubo quienes se adjudicaron el dudoso don de interpretar las estrellas para despejar esos anhelos y preocupaciones y en lugar de almanaques elaboraron horóscopos. Resulta paradójico que un contemporáneo de Nostradamus basado en un real y verdadero estudio del cielo cambiara la visión de miles de años de fijar a la tierra en su centro por la teoría heliocéntrica, este hombre fue nada menos que Nicolás Copérnico. Nostradamus tenía 40 años cuando murió Copérnico y me pregunto si alguna vez leyó su precioso libro “De las revoluciones de las esferas celestes”
Aquí tenemos al hombre que era médico y astrólogo a la vez. Es decir un médico que predecía el futuro. En este punto quiero imaginar a Nostradamus atendiendo el llamado para curar a un enfermo. ¿Qué haría primero?  Supongo que como cualquier médico, haría primero una auscultación, luego un diagnóstico para finalmente prescribir algún medicamento. ¿Pero, no sería mejor hacer un horóscopo? De esta manera sabría con toda anticipación si el paciente moriría o viviría. A la distancia podemos ver lo aberrante de  la práctica simultánea de las dos profesiones por un mismo individuo. Lo que hoy podemos llamar sin duda alguna charlatanería era en su tiempo cosa muy seria.

lunes, 4 de julio de 2011

AL FIN ZINFANDEL

Parece ser que desde la más remota antigüedad el vino ha acompañado a la humanidad.  Los arqueólogos han encontrado vasijas de entre cinco y seis mil años antes de Cristo que muestran que ya se producía y bebía vino, luego entonces el inicio de su producción y consumo se pierde en la penumbra de los tiempos.

Lo anterior me lleva a pensar que la uva como tantas otras frutas las produjo la naturaleza en forma silvestre.  Pero esta fruta fue especial… muy especial. Realmente trasformó el mundo. Esos primeros seres humanos, sin saberlo, hicieron el primer experimento químico jamás hecho sobre la tierra, fermentaron el jugo de la uva transformándolo en vino y fue tan maravilloso el resultado que tuvieron que crear  un dios para celebrarlo, Dioniso, también conocido como Baco, del griego Bakkhos  y al frenesí que  producía Bakcheia.

¿Como lo hicieron posible?, es inútil imaginarlo. Pudo ser una simple casualidad, lo cierto es que  además de la transformación de la personalidad, que fue el origen de la deidad, descubrieron que su consumo cotidiano evitaba enfermedades. Lo que ahora sabemos con respecto a la fermentación  en el sentido de que prácticamente esteriliza el vino era desconocido para ellos, pero sus resultados estaban a la vista y su comparación con el agua fue inevitable, de hecho los griegos mezclaban el vino con agua para purificarla.

No es poca cosa que el vino haya surgido en la misma región donde surgió la cultura, la región mesopotámica, luego, se expandió hacia el sur, hasta llegar a Egipto y sus países vecinos y en forma simultánea se expandía su producción y consumo al occidente, Turquía, Macedonia, Grecia, Italia y de ahí a todo el mundo.

El imperio romano llevó la simiente de la vid a todos los rincones de su imperio, haciendo de su consumo una costumbre y más que eso;  sí los pueblos antiguos crearon un dios en su honor, el imperio romano cristianizado hizo del vino el elemento principal de su principal rito. De esta manera en cualquier lugar del mundo donde se celebraba una misa católica era necesario contar con vino de consagrar, entonces, no pasó mucho tiempo para que al lado de cada misión hubiera un viñedo, y como consecuencia lógica los monjes se convirtieron en los viticultores por excelencia.

La vid, también conocida como parra, para el buen desarrollo de su preciado fruto requería de clima, latitud, altitud y horas de luz solar. Por consiguiente las diferentes regiones con climas, latitudes, altitudes y horas de sol diferentes crearon por necesidad variedades de uvas diferentes.

Cachanilla es el gentilicio no oficial para los originarios de Mexicali, Baja California, México y por extensión para todos los Baja Californianos. En Mexicali se produce uva, pero hasta donde yo sé, no para la producción de vino, sin embargo muy cerca se encuentra el Valle de Guadalupe, lugar donde se produce una gran variedad de vides, entre ellas, la Zinfandel.  El sitio fue descubierto en 1795 por el español Ildefonso Bernal y debe su nombre precisamente a la misión que monjes Dominicos  establecieron en 1834 con el nombre de Misión de Nuestra Señora de Guadalupe del Norte, quienes aprovecharon su clima para iniciar el cultivo de la vid, el albaricoque, la pera y el olivo. En 1840 fue destruida por los indígenas del lugar.

A principios del siglo XX varias familias rusas se establecieron en el lugar mediante una concesión de 50 años dada por el entonces presidente de México, general Porfirio Díaz, quienes reanudaron el cultivo de la vid.

Aquí quiero introducir un dato curioso; el origen del  nombre zinfandel de esta variedad es desconocido, sin embargo se sabe que es en América donde se le empieza a nombrar de esta forma, ahora bien, mediante análisis del ADN de esta variedad se ha descubierto que es idéntica a la variedad Crljenak Kastelanski proveniente de Croacia y a la Primitivo que se cultiva en el sur de Italia. Rusos…Croacia...Zinfandel…cuando menos algo curioso hay ahí.
Para terminar puedo decir que soy Cachanilla y me gusta el Zinfandel. No soy un catador, no tengo ni la menor idea como se degusta un vino, por eso cuando alguien me pregunta ¿Porqué te gusta el Zinfandel? Contesto sin pena la perogrullada más grande del mundo “porque sabe verdaderamente a vino”.
adolka2@gmail.com