“Todos saben que no tenemos buenas relaciones”, se expresó en su mañanera López Obrador, refiriéndose a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y especialmente, aunque no la mencionó, a su presidenta Norma Piña.
Fue la respuesta de
López Obrador a la pregunta de un reportero, quien lo cuestionó sobre el porqué,
en ocasión de la celebración de las festividades de la independencia de México,
no fueron invitados representantes de los poderes Judicial y Legislativo. Todo
surgió porque en la conmemoración de la gesta de los niños héroes, un día
anterior, sorprendió la ausencia de la presidenta de la SCJN Norma Piña, la
presidenta del Senado de la República Ana Lilia Rivera y la presidenta de la
Cámara de Diputados Marcela Guerra. Agregó, además de lo ya mencionado, que
sería una celebración austera, no como era antes y que por eso no habría
representación de los otros poderes.
Olvida López
Obrador, que la conmemoración de la independencia de México, es la celebración
suprema de nuestra república. Y que, aunque no hay una ley o reglamento que obligue
la presencia de los tres poderes, es tradición que estén presentes, porque simbolizan
la unión de la ciudadanía con la Cámara de Diputados, la unión de los Estados
con la Cámara de Senadores y la justicia con la SCJN.
Jamás, cuando menos
en lo que yo tengo memoria, había habido la ausencia de la representación del
Poder Legislativo y el Poder Judicial, acompañando al Ejecutivo en esta
importante celebración. Da la casualidad que en esta ocasión son tres mujeres,
tres mujeres que han mostrado su valía en los puestos que desempeñan. Es
inevitable pensar en la misoginia que es notoria en López Obrador, aunque se
empeñe en negarlo, sus hechos y actitudes lo han desnudado.