Mexicali, B. C.

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viernes, 29 de septiembre de 2023

LÓPEZ OBRADOR QUIERE DESAPARECER LOS DESAPARECIDOS

 

Imagen publicada por el Sol de México

Andrés Manuel López Obrador, presidente de México, se ha inventado un recurso para tratar de minimizar la tercera tragedia más grande de su administración, después de los muertos por el fallido manejo de la pandemia y los asesinatos. Los desaparecidos y no localizados. En su administración suman 43,703 personas según publicación de Expansión Política del 2 de agosto 2023.

La desaparición de un ser querido es una herida abierta que no cierra jamás. En lugar de llevar buenas noticias, su estrategia se trata, según lo manifestado, de una confrontación con los familiares de los desaparecidos para indagar si aún su ser querido sigue ausente.

Además de insensato volver a hurgar en la herida, no parece tener un método para realizar semejante encomienda. Se descubre muy fácilmente que no tiene idea de la magnitud de lo que se propone, solo que sea un simple ardid, para falsear la información, porque a una pregunta de un reportero contestó, “se ha involucrado a todo el gobierno para llevarlo a cabo”. ¿Qué puede significar para él todo el gobierno? ¿Policías, guardia nacional, ejército, marina, los llamados servidores de la nación, los empleados de todas las secretarías de estado? O es una idea surgida de su desesperación por no haber podido en los cinco años que lleva de gobierno acabar con ese desastre y mediante un truco mediático hacer creer a sus seguidores que los registros que se tienen hasta ahora no muestran la realidad, es decir su imaginaria realidad, o por decirlo a su manera “sus otros datos”. No tiene idea que hacer con el embrollo en que se ha metido. De hecho, a bote pronto contestó que, para diciembre, es decir dentro de dos meses, tendrá la primera información. Solo él puede mentir de esa manera.

 Dudas muy básicas saltan a la vista: Para ir a preguntar a los familiares sí sus seres queridos aparecieron o siguen ausentes, primero se tiene que tener localizados a dichos familiares, pero dudo que se tenga registro de sus domicilios actuales, pero también habrá casos, tal vez muchos, que los familiares directos ya no existen, porque los registro de desaparecidos datan desde 1962. La otra posibilidad es hacer un rastreo casa por casa que implica un trabajo de proporciones inmensas.

Es claro que, López Obrador, no entiende que administra una nación que tiene todos los recursos para realizar una tarea de esa magnitud. El organismo idóneo para hacerlo es el Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), si, el mismo organismo que hace los censos nacionales cada 10 años. Solo que hacerlo requiere una planeación seria, que precisa cuando menos varios meses de preparación y por supuesto un presupuesto especial que lo soporte.

De realizarse formalmente esta monumental tarea, López Obrador, podría llevarse un enorme revés, ya que, si buscaba minimizar la tragedia, desapareciendo a los desaparecidos, podría resultar que la cifra aumentara. La explicación es sencilla, en México, la costumbre de la denuncia nunca ha sido el fuerte de la ciudadanía. Y pronto engrosarán la estadística personas que nunca fueron denunciadas como desaparecidos. Solo por mencionar algunos casos; hombres e hijos que salieron de sus casas con la finalidad de emigrar a Estados Unidos o esposos que abandonaron sus familias y nunca más se supo de ellos, etc.

El Código Civil Federal en su artículo 705 dice “Cuando hayan transcurrido 6 años desde la declaración de ausencia, el juez, a instancia de parte interesada, declarará la presunción de muerte”.

¿Será la estrategia de López Obrador, promover que los familiares de los desaparecidos y no localizados anteriores a 2017, promuevan la declaración de la presunción de muerte y de esa manera darle un bajón sustancial a la terrible cifra? ¿Pero sería honrado eliminarlos de la lista, aunque nunca fueron encontrados? Por otra parte, esta acción no beneficiaría a su administración, ya que ésta inició en 2018. Si fuera el caso, que no lo es, porque sería un trabajo de muchos meses tal vez años y no de solo unos días y lo anunciado más parece algo planeado sobre las rodillas. Pero no obstante, habría algo de bueno en ello, ya que supondría un cierre para muchas familias y facilitaría herencias y otros trámites legales.

Lo que tiene contrariado a López Obrador es que, de 1962 a la fecha se tiene un registro de 110,931 desaparecidos y no localizados. Es decir, en 56 años 67,228 y en solo 5 años de su administración 43,703, una desproporción enorme.

El portal digital Expansión Política publica lo siguiente: "El Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (MNDM) integrado por más de 80 colectivos de 25 estados de la República Mexicana y 3 países de Centroamérica, advierte que, para realizar este censo, el gobierno está utilizando el registro de vacunación Covid-19 como fuente de información para confirmar casos de supuestas localizaciones". De aquí se desprende que lo dicho por López Obrador, sobre hacer una confronta con familiares es mentira.

“Nos preocupa que esta acción pueda centrarse en minimizar las cifras de las personas desaparecidas en un contexto de cierre de gobierno”, alertó el movimiento. (anota el mismo portal)

Lo que se advierte en el presidente López Obrador, es que está más preocupado en arreglar una cifra con el fin de minimizar una tragedia que condena su administración, que en enfocar toda la fuerza de su gobierno en evitar que sigan desapareciendo en México 14 personas cada día. Pero también es evidente el desprecio que ha mostrado hacía las madres buscadoras, lo que evidencia su nulo interés en verdaderamente encontrar a los desaparecidos.

A López Obrador no le importan ni los muertos ni los desaparecidos, solo le interesa su popularidad y el poder.

 

Adolfo Camacho Gómez

jueves, 14 de septiembre de 2023

HA PERDIDO TODA CORDURA


 

“Todos saben que no tenemos buenas relaciones”, se expresó en su mañanera López Obrador, refiriéndose a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) y especialmente, aunque no la mencionó, a su presidenta Norma Piña.

Fue la respuesta de López Obrador a la pregunta de un reportero, quien lo cuestionó sobre el porqué, en ocasión de la celebración de las festividades de la independencia de México, no fueron invitados representantes de los poderes Judicial y Legislativo. Todo surgió porque en la conmemoración de la gesta de los niños héroes, un día anterior, sorprendió la ausencia de la presidenta de la SCJN Norma Piña, la presidenta del Senado de la República Ana Lilia Rivera y la presidenta de la Cámara de Diputados Marcela Guerra. Agregó, además de lo ya mencionado, que sería una celebración austera, no como era antes y que por eso no habría representación de los otros poderes.

Olvida López Obrador, que la conmemoración de la independencia de México, es la celebración suprema de nuestra república. Y que, aunque no hay una ley o reglamento que obligue la presencia de los tres poderes, es tradición que estén presentes, porque simbolizan la unión de la ciudadanía con la Cámara de Diputados, la unión de los Estados con la Cámara de Senadores y la justicia con la SCJN.

Jamás, cuando menos en lo que yo tengo memoria, había habido la ausencia de la representación del Poder Legislativo y el Poder Judicial, acompañando al Ejecutivo en esta importante celebración. Da la casualidad que en esta ocasión son tres mujeres, tres mujeres que han mostrado su valía en los puestos que desempeñan. Es inevitable pensar en la misoginia que es notoria en López Obrador, aunque se empeñe en negarlo, sus hechos y actitudes lo han desnudado.

Lo que es una realidad innegable, es que, López Obrador, en su quinto año de gobierno ha perdido toda cordura, su autoritarismo y el dictadorcito que lleva dentro se han mostrado con toda su fuerza, y ahora que empieza a ser consciente que el poder se le va de las manos, a tarascadas quiere aferrarse a él. Aunque con su discurso quiere ocultar el desastre en que ha devenido su administración, en su fuero interno sabe que la historia lo calificará como uno de los peores presidentes que México ha tenido y eso lo saca de quicio. 


Adolfo Camacho Gómez