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Andrés Manuel López
Obrador, presidente de México, se ha inventado un recurso para tratar de
minimizar la tercera tragedia más grande de su administración, después de los
muertos por el fallido manejo de la pandemia y los asesinatos. Los
desaparecidos y no localizados. En su administración suman 43,703 personas
según publicación de Expansión Política del 2 de agosto 2023.
La desaparición de un ser querido es una herida abierta que no cierra jamás. En lugar de llevar buenas noticias, su estrategia se trata, según lo manifestado, de una
confrontación con los familiares de los desaparecidos para indagar si aún su
ser querido sigue ausente.
Además de insensato
volver a hurgar en la herida, no parece tener un método para realizar semejante
encomienda. Se descubre muy fácilmente que no tiene idea de la magnitud de lo
que se propone, solo que sea un simple ardid, para falsear la información, porque
a una pregunta de un reportero contestó, “se ha involucrado a todo el gobierno
para llevarlo a cabo”. ¿Qué puede significar para él todo el gobierno? ¿Policías,
guardia nacional, ejército, marina, los llamados servidores de la nación, los
empleados de todas las secretarías de estado? O es una idea surgida de su
desesperación por no haber podido en los cinco años que lleva de gobierno
acabar con ese desastre y mediante un truco mediático hacer creer a sus
seguidores que los registros que se tienen hasta ahora no muestran la realidad,
es decir su imaginaria realidad, o por decirlo a su manera “sus otros datos”. No
tiene idea que hacer con el embrollo en que se ha metido. De hecho, a bote
pronto contestó que, para diciembre, es decir dentro de dos meses, tendrá la
primera información. Solo él puede mentir de esa manera.
Dudas muy básicas saltan a la vista: Para ir a
preguntar a los familiares sí sus seres queridos aparecieron o siguen ausentes,
primero se tiene que tener localizados a dichos familiares, pero dudo que se tenga
registro de sus domicilios actuales, pero también habrá casos, tal vez muchos,
que los familiares directos ya no existen, porque los registro de desaparecidos
datan desde 1962. La otra posibilidad es hacer un rastreo casa por casa que
implica un trabajo de proporciones inmensas.
Es claro que, López
Obrador, no entiende que administra una nación que tiene todos los recursos para
realizar una tarea de esa magnitud. El organismo idóneo para hacerlo es el
Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI), si, el
mismo organismo que hace los censos nacionales cada 10 años. Solo que hacerlo
requiere una planeación seria, que precisa cuando menos varios meses de
preparación y por supuesto un presupuesto especial que lo soporte.
De realizarse
formalmente esta monumental tarea, López Obrador, podría llevarse un enorme revés,
ya que, si buscaba minimizar la tragedia, desapareciendo a los desaparecidos,
podría resultar que la cifra aumentara. La explicación es sencilla, en México,
la costumbre de la denuncia nunca ha sido el fuerte de la ciudadanía. Y pronto
engrosarán la estadística personas que nunca fueron denunciadas como
desaparecidos. Solo por mencionar algunos casos; hombres e hijos que salieron
de sus casas con la finalidad de emigrar a Estados Unidos o esposos que
abandonaron sus familias y nunca más se supo de ellos, etc.
El Código Civil
Federal en su artículo 705 dice “Cuando hayan transcurrido 6 años desde la declaración
de ausencia, el juez, a instancia de parte interesada, declarará la presunción
de muerte”.
¿Será la estrategia
de López Obrador, promover que los familiares de los desaparecidos y no localizados
anteriores a 2017, promuevan la declaración de la presunción de muerte y de esa
manera darle un bajón sustancial a la terrible cifra? ¿Pero sería honrado eliminarlos
de la lista, aunque nunca fueron encontrados? Por otra parte, esta acción no beneficiaría
a su administración, ya que ésta inició en 2018. Si fuera el caso, que no lo
es, porque sería un trabajo de muchos meses tal vez años y no de solo unos días
y lo anunciado más parece algo planeado sobre las rodillas. Pero no obstante, habría
algo de bueno en ello, ya que supondría un cierre para muchas familias y
facilitaría herencias y otros trámites legales.
Lo que tiene
contrariado a López Obrador es que, de 1962 a la fecha se tiene un registro de
110,931 desaparecidos y no localizados. Es decir, en 56 años 67,228 y en solo 5
años de su administración 43,703, una desproporción enorme.
El portal digital
Expansión Política publica lo siguiente: "El Movimiento por Nuestros Desaparecidos
en México (MNDM) integrado por más de 80 colectivos de 25 estados de la República
Mexicana y 3 países de Centroamérica, advierte que, para realizar este censo,
el gobierno está utilizando el registro de vacunación Covid-19 como fuente de
información para confirmar casos de supuestas localizaciones". De aquí se
desprende que lo dicho por López Obrador, sobre hacer una confronta con
familiares es mentira.
“Nos preocupa que
esta acción pueda centrarse en minimizar las cifras de las personas
desaparecidas en un contexto de cierre de gobierno”, alertó el movimiento.
(anota el mismo portal)
Lo que se advierte
en el presidente López Obrador, es que está más preocupado en arreglar una
cifra con el fin de minimizar una tragedia que condena su administración, que
en enfocar toda la fuerza de su gobierno en evitar que sigan desapareciendo en
México 14 personas cada día. Pero también es evidente el desprecio que ha mostrado
hacía las madres buscadoras, lo que evidencia su nulo interés en verdaderamente
encontrar a los desaparecidos.
A López Obrador no
le importan ni los muertos ni los desaparecidos, solo le interesa su popularidad
y el poder.
Adolfo Camacho Gómez
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