Imagen publicada por el periódico Excelsior. (Autos quemados con el único propósito de aterrorizar) |
La muerte en México tiene una particularidad, y es que, ante ese hecho y su misterio inescrutable, cuando ésta sucede el 77% de la población que se declara católica y no pocos de los que no lo declaran, acuden ante el sacerdote más cercano para que el fallecido reciba los santos oleos o cuando menos la bendición del presbítero.
Esta circunstancia
hace que la curia católica conozca de primera mano la desgarradora tragedia que
en estos momentos está viviendo México, por la violencia desatada y sin freno
que la política de “Abrazos no balazos”
impuesta por López Obrador, ha caído como plaga bíblica sobre toda la
población. Ellos conocen de primera mano el desamparo que viven las viudas y huérfanos
o padres y madres de los más de 160 mil asesinados, los más de 40 mil
desaparecidos y 380 mil desplazados internos en México, producto de la
violencia sin control del crimen organizado.
La perversidad de
López Obrador no tiene límites al ser consciente que, su estrategia para
combatir al crimen organizado no ha tenido ningún resultado positivo, sino que, todo lo contrario, ha empoderado a las bandas criminales a tal grado que, en un
trabajo de Héctor de Mauleón, publicado
por el periódico El Universal, señala que la presencia del crimen organizado se
extiende en México a lo largo de 1.59 millones de kilómetros cuadrados, exactamente
el 81% del territorio nacional, en donde 108 millones de mexicanos viven en
riesgo potencial.
Ante esta situación
la Conferencia del Episcopado Mexicano, hizo público un comunicado llamado “HACIA
EL DIÁLOGO NACIONAL POR LA PAZ. Tanta muerte es un llamado a trabajar por la
justicia y la seguridad”. La diócesis de Apatzingán publicó un video en que su
titular, el obispo Cristóbal Ascencio García, en una de las misas dominicales mandó
un mensaje al presidente Andrés Manuel López Obrador a propósito de su quinto
aniversario como presidente de México.
“En vez de haber celebrado festivamente allá en el Zócalo ¿Por qué no celebrar un día de luto, de duelo nacional? No solo por los fieles de mi diócesis que han perdido la vida, por tantos hermanos de México. Celebrar un día de duelo y reconocer que en nuestro país hay más violencia que hace cinco años” https://youtu.be/sm4fe-QPkrg
¿Cuál fue la respuesta de López Obrador?
En lugar de
reconocer que su estrategia es un total fracaso, se expresó encolerizado con
diatribas e improperios contra los obispos y toda la curía católica. Solo un
perverso, como López Obrador, que sabe el inenarrable sufrimiento causado por
la violencia y el constante temor por los actos terroristas que a últimas
fechas han adoptado las bandas criminales, no toma las medidas para corregir lo
que haya que cambiar, pero peor, que no las tome teniendo todo el poder para
hacerlo, poder absoluto que sí utiliza en otros casos contra sus adversarios
políticos.
En el ocaso de su
administración, López Obrador, es consciente, ni duda cabe, que ha sido un
total fracaso, su odio, su resentimiento, su megalomanía y sus ansias de poder
desmedido, le hicieron tomar el camino equivocado y dio al traste con algo que
pudo ser de otra manera. En ello lleva su tragedia, pasará a la historia como
uno de los peores presidentes que ha tenido México.
Adolfo Camacho Gómez.