PEMEX, la empresa petrolera estatal de México, enfrenta una serie de desafíos estructurales y financieros que la han colocado en una situación de pérdidas recurrentes, a diferencia de muchas de sus contrapartes privadas o internacionales. A lo largo de los años, una de las principales razones de estas pérdidas ha sido la sobrecarga fiscal a la que está sometida. PEMEX debe transferir una parte significativa de sus ingresos al gobierno federal, lo que reduce considerablemente sus márgenes de rentabilidad. Esta carga fiscal no solo afecta su capacidad para invertir en modernización y exploración, sino que también la coloca en una situación donde la rentabilidad de sus operaciones depende en gran medida de los precios internacionales del petróleo.
Otro factor crítico que contribuye a las pérdidas de PEMEX es su infraestructura envejecida y la falta de inversión en tecnologías avanzadas. Muchas de las refinerías y plataformas de extracción de la empresa son obsoletas y requieren grandes sumas de dinero para ser actualizadas o renovadas, lo que incrementa los costos operativos. La ineficiencia en la gestión de estos activos ha llevado a una baja productividad y, en muchos casos, a una mayor dependencia de las importaciones de combustibles.
Adicionalmente, PEMEX ha enfrentado una considerable deuda, que se ha acumulado debido a su necesidad de financiar proyectos a gran escala y cubrir sus gastos operativos. Esta deuda limita su capacidad de generar beneficios netos, ya que gran parte de sus ingresos se destinan al servicio de esta carga financiera.
La falta de una estrategia clara en cuanto a diversificación y el crecimiento del negocio también ha jugado en contra de PEMEX. Si bien muchas empresas petroleras internacionales han buscado diversificar sus inversiones en energías renovables o en la producción de petroquímicos, PEMEX sigue centrada principalmente en la extracción y refinación de crudo, lo que la hace vulnerable a los altibajos del mercado global de hidrocarburos.
Finalmente, las políticas públicas y la falta de competitividad han complicado aún más la situación de PEMEX. En muchos casos, las decisiones políticas han impactado negativamente la eficiencia operativa de la empresa. A pesar de los intentos de mejorar su rendimiento, como la reforma energética, PEMEX continúa enfrentando grandes retos debido a factores tanto internos como externos que limitan su competitividad en un mercado globalizado.
La eficiencia de una empresa petrolera en términos de trabajadores por barril extraído y refinado varía considerablemente entre las compañías. Por ejemplo, Saudi Aramco, con una fuerza laboral similar a la de Pemex, extrae más de 92 barriles por trabajador al día, mientras que Pemex produce menos de 14 barriles por trabajador al día.
En el sector de refinación, la refinería de Deer Park, adquirida por Pemex en 2022, opera con alrededor de 1,000 trabajadores, mientras que otras refinerías de Pemex, como la de Madero, cuentan con más de 4,000 empleados.
Estos datos sugieren que, en términos de eficiencia laboral por barril extraído y refinado, Saudi Aramco y la refinería de Deer Park se destacan por su mayor productividad en comparación con Pemex.