UN PEDAZO DE MADERA.
Veo que la vida pasa frente a nuestros ojos sin ser
conscientes o sin querer serlo, que solo
somos un pasajero más.
Por eso captó mi atención ese viejo y olvidado pedazo de madera sobre las
mansas y pequeñas olas en la escondida ensenada, que con puntual regularidad lo
llevan a un lado para luego regresarlo… una y otra vez.
Regreso la tarde siguiente y ahí continua el viejo madero con
su ir y venir interminable desgastándose sobre la arena. ¿Qué lo trajo hasta
aquí? ¿De dónde viene? ¿A qué
pertenecía? ¿Cuándo dejó de ser útil para convertirse en ese olvidado y gastado
pedazo de madera a la deriva? ¿Fue alguna vez la parte vital de la estructura
de una casa… o de sus cimientos… o de sus paredes? ¿Integró la fina estructura
de un elegante escritorio en una gran oficina o del discreto banco del
carpintero que lo construyó? ¿Fue un banco de escuela o una alacena? ¿Fue la
mesa de los sagrados alimentos o la cama del merecido descanso? Y que podemos
saber del árbol que le dio origen ¿De dónde proviene? ¿Cuántos años formó una
sola unidad con la tierra, hasta que fue arrancado de ella?
Lo cierto es que aún no ha tenido el honor de terminar en la
hornilla, dando un cálido y protector abrigo a sus verdugos, para de esta
manera reintegrarse al universo.
Tal vez su tiempo no ha llegado… aún, pero de algún modo u
otro llegará.
Mientras tanto seguirá a la deriva flotando
sobre las olas, olas que no son conscientes de su propio movimiento, sin
embargo ahí están meciéndose de un lado a otro, ¿Para qué quieren saber quién o
que impulsa su mecánico movimiento? No lo necesitan. Para que quieren saber que
son el resultado de la interacción del indisoluble lazo de las rotaciones de la
tierra y la luna, que es a su vez el resultado de la rotación de ambas
alrededor del sol, que a su vez es el resultado de la rotación del sol
alrededor de una galaxia de proporciones inimaginables, que a su vez es una
entre más de cien mil millones de otras tantas que a su vez juegan un baile
entre todas ellas. Y allá muy lejos en la infinitud de cientos de miles de millones de
galaxias, en una olvidada orilla de una de ellas, hay un sol que aferra a un
planeta con su luna, donde en una minúscula ensenada se sienta un hombre viejo
a ver el movimiento de las olas que arrastran en un va y ven interminable un
pedazo de madera.Adolfo Camacho Gómez