Cierto, en
sexenios anteriores había apagones, siempre los ha habido, son inevitables,
pero jamás como los hay en este sexenio Morenista de la cuarta transformación y
jamás mintiendo descaradamente sobre sus casusas como lo hacen ahora, pero solo
cuando se dignan, los funcionarios de la Comisión Federal de Electricidad (CFE),
a dar una explicación, porque en la gran mayoría de los casos simplemente los
usuarios, sus clientes, sean hogares, comercios o industrias no les merecen una
mínima atención.
Si en los
hogares o comercios los víveres se pierden por falta de refrigeración o los
aparatos truenan por las fluctuaciones del voltaje, o las industrias tienen que
parar su producción, a la CFE no le importa. Cada hogar, cada comercio, cada
industria tienen que cargar con sus pérdidas. Pero tampoco les importa si un
enfermo se agrava por el sofocante calor o si está conectado a un generador de
oxígeno y éste se apaga por falta de energía eléctrica.
Aquí vale la
pregunta ¿Qué actitud tomaría el gobierno si el suministrador directo de
energía eléctrica fuera una empresa privada, ante fallas tan evidentes como las
que se están viviendo actualmente? La respuesta no tiene duda, el gobierno actuaría
con toda su fuerza contra dicha empresa, le impondría cuantiosas multas, la
obligaría a resarcir los daños y la amenaza de cancelar la concesión pendería como
una espada de Damocles.
Ahora bien
¿Por qué los apagones?
Desde las
reformas estructurales del sexenio anterior presidido por Enrique Peña,
empresas privadas pudieron entrar a la generación de energía eléctrica, por una
parte, en la modalidad de generadores, (En la Ley quedó el monopolio de la
portación para la CFE), que venden la energía eléctrica a la CFE quien la
distribuye a hogares, comercios e industrias. Fue un buen negocio para la CFE
porque adquirió el KW a un precio más barato debido a la eficiencia del privado
y el margen de utilidad de la CFE creció, en contra posición de la empresa
estatal que por sus ineficiencias tiene costos de generación tres o cuatro
veces más alto que las empresas privadas. En general, López Obrador aborrece la
empresa privada, pero lo que al presidente López Obrador realmente lo enfureció,
fue la otra modalidad. Ésta consiste en que una industria o un grupo de
industriales pueden asociarse y generar electricidad para autoconsumo mediante
la construcción de plantas de energía solar o eólica por empresas nacionales o
extranjeras especialistas en el ramo y utilizar a la CFE solamente como el
porteador de la energía eléctrica generada, por supuesto mediante el pago del
porteo. Esto, obviamente, le quitó protagonismo en la industria a la CFE y
clientes de alto consumo. Esto, para López, fue perder la soberanía del país,
porque para él la energía eléctrica debe ser generada única y exclusivamente
por el Estado. Una idea trasnochada que en la actualidad no tiene ningún sentido.
Se ha demostrado una y otra vez en el mundo que los gobiernos son pésimos
administradores. Vayan solo dos ejemplos, CONASUPO fue un fracaso y un nido de
corrupción, pero la versión Morenista SEGALMEX, que prometían sería un ejemplo
de eficiencia y pulcritud, solo en 3 años es un fracaso y un nido de
corrupción.
Las ideas de
López Obrador, ancladas en la década de los cincuenta del siglo pasado, cuando
el Estado Mexicano monopolizaba casi todo, no le permite vislumbrar que después
de 70 año el mundo ha cambiado y México con él. México ahora forma parte de la
zona económica más importante del mundo mediante el tratado de libre comercio
de Estados Unidos, Canadá y México, desde el 1 de enero de 1994 y su renovación
en 2020. Es bien conocida la aberración que profesa López Obrador contra la
empresa privada; durante su campaña hacia los comicios del 1 de julio de 2018,
en varias ocasiones se refirió a los empresarios como “traficantes de
influencias y beneficiarios de la corrupción” y en el cierre general de
empresas durante la pandemia, cuando la mayoría de los países ayudaban a sus
empresarios con la finalidad de proteger los empleos, López Obrador expresó “si
tienen que quebrar, que quiebren”, por desgracia así fue y se perdieron
millones de empleos, que a la fecha no se han recuperado.
López Obrador
enfiló sus baterías contras los OXXOS propiedad de la empresa FEMSA, que autogenera
buena parte de la electricidad necesaria para operar sus tiendas, dejando a la
CFE sólo el premio del porteo, y contra IBERDROLA, empresa española dedicada la
construcción de plantas generadoras electricidad en todas sus modalidades. Pero también contra la empresa BIMBO quien igualmente se
autoabastece de energía eléctrica, de hecho, esta última, acaba de anunciar la
adquisición de 2000 unidades eléctricas de reparto para la distribución de sus
productos. Estas empresas mexicanas, quienes se asociaron con empresas
internacionales que en el mundo se dedican a la instalación de plantas de
energía solar o eólica, le sirvieron de blanco de sus odios, acusándolas de todo tipo de
barbaridades en contra del “pueblo”, con el fin de hacer realidad su delirante
idea de un pasado que ya no existe, que sea CFE la única generadora de energía
eléctrica en el país.
Para lograr
este plan se propuso poner en operación las plantas generadoras de electricidad
propiedad de CFE que estaban paradas porque operaban con carbón o combustóleo y
reacondicionar las que ya estaban en operación, así mismo las hidroeléctricas, para aumentar su generación. Pero
los expertos inmediatamente hicieron ver que aún si consiguiera poner en
operación todas las plantas de la CFE al 100%, por si sola, era incapaz de
proporcionar toda la electricidad que el país necesita, mucho menos el aumento
de demanda por el crecimiento normal de la población, del comercio y la
industria. Pero además estas plantas que generan electricidad a base de carbón
y combustóleo implican un obstáculo para las empresas que exportan a Estados
Unidos y Canadá, ya que el tratado de libre comercio establece que la
producción de esas empresas debe estar libre de la huella de carbono, es decir,
el consumo de la energía eléctrica sucia que produce la CFE podría impedir
exportar sus productos a esos países.
Para hacer
realidad su delirio, López Obrador, dio la irracional orden de ir
paulatinamente desconectando de la red eléctrica nacional a las plantas generadoras
extranjeras privadas, no renovando sus contratos de suministro o cancelando los
permisos para su operación. Por supuesto que esto iba a ocasionar apagones y lo
fue, la población los sufre a diario. ¿Le importa a López? Para nada, más
parece que su intención es que la población se acostumbre a los apagones y
empiece a verlos como cosa normal. Así fue en Venezuela, y miren a ahora a ese
pobre pueblo que sufre apagones no de horas sino de días.
Es por demás
decir que la instalación de plantas generadoras de electricidad privadas, tanto
de ciclo combinado, como solares y eólicas, puso de manifiesto la ineficiencia
de la CFE, al producir energía eléctrica más barata y limpia, contra la de CFE
más cara y sucia. Usted se preguntará ¿Qué no es mejor para todos, generar
electricidad más barata y limpia? Pues sí, pero dígaselo a López, a ver si le
hace caso.
La otra causa
de los apagones, es la falta de mantenimiento de las plantas de CFE. Es de
todos conocido, que López privilegia sobre todas las cosas, sus proyectos faraónicos
y sus programas sociales clientelares, que es a donde canaliza todos los
recursos que puede, dejando en los huesos todo lo demás. Para lograrlo
disminuyó al mínimo el gasto o inversión en todo aquello que para él es superfluo, incluso la salud de los mexicanos. Una de tantas cosas
que López no entiende es que todo necesita mantenimiento; carreteras,
hospitales, escuelas, edificios gubernamentales, unidades de transporte y por
supuesto, las plantas generadoras de energía eléctrica. De poco sirve
rehabilitar las plantas cerradas o ampliar la capacidad de las operantes, si no
se les da el mantenimiento diario necesario, porque tarde o temprano van a
fallar, y ya lo estamos viendo, están fallando.
“México tendrá apagones en 1 o 2 años por falta de inversiones: empresarios”, publicó el portal de El Financiero el pasado 21 de abril. Tal vez debieron agregar, peores o más intensos a los que ya estamos padeciendo.
Veamos otro
aspecto; el tratado de libre comercio, México, Estados Unidos y Canadá, firmado
por el propio López Obrador, establece que los países firmantes deberán dar
trato igual a todas las empresas, sean nacionales o extranjeras y es claro que
las ideas trasnochadas de López prevalecieron al dar trato desigual a las
empresas generadoras de energía extranjeras lo que devino en que tanto Estados
Unidos como Canadá pusieran en marcha el mecanismo de solución de controversias
que el propio tratado prevé. Habiendo llegado a este punto, si López persiste
en su sinrazón y no se logra ningún acuerdo, se establecerán sanciones
comerciales contra México, que pueden llegar a ser desde imposición o aumento
de aranceles sobre algunos productos de exportación o hasta el cierre de la
frontera de sus países para algunos otros productos mexicanos. Y como siempre los más afectados serán los más pobres.
Resumiendo;
la CFE en la actualidad no es capaz de generar toda la energía eléctrica que
requiere el país. La CFE produce energía eléctrica cara y sucia. La CFE es una
empresa ineficiente que pierde dinero y que, si bien algunas regiones del país
se benefician de tarifas subsidiadas, al final las pérdidas las pagamos todos
los mexicanos con nuestros impuestos. El gobierno de México equivoca su
estrategia al tratar de poner en operación plantas que hace años están paradas,
en lugar de asignar esos escasos recursos a la construcción de plantas solares
o eólicas que generan electricidad más barata y limpia o le que es mejor, invitar a empresas nacionales o extranjeras que inviertan en la instalación de plantas solares o eólicas y así poder destinar esos recursos a cosas más esenciales como por ejemplo en medicamentos. El gobierno mexicano,
por lo que se alcanza a apreciar en sus finanzas públicas, no tiene los
recursos para construir la infraestructura necesaria para garantizar el
suministro de electricidad cuando menos para la década próxima.
A López
Obrador le quedan escasos dos años para concluir su administración, en ese
lapso poco podrá hacer para revertir la precariedad de la infraestructura de
generación eléctrica del país. Por lo que el titular de El Financiero,
mencionado anteriormente, se quedó corto, los apagones, no solo se prolongarán
por 1 o 2 años, sino que se extenderán por muchos más, si la nueva
administración no hace lo necesario para corregir la situación imperante y echa
a la basura las ideas trasnochadas de López y facilita a las empresas,
nacionales o extranjeras, especializadas en la generación de electricidad
solar, eólica o de ciclo combinado, instalar plantas donde cada una de las
modalidades sea más adecuada.
Pero hay algo
más; la generación de electricidad a base de carbón o derivados del petróleo
está muriendo en el mundo. Las plantas de ciclo combinado a base de gas natural
sustituyen a aquellas por ser menos contaminantes y las de energía solar y
eólica marcan la pauta. Pero todas ellas, en el tiempo, darán paso a la energía
nuclear que ha demostrado ser la más barata, la más limpia y la que mejor
continuidad tiene.
Reactores nucleares operando en el mundo y porcentaje de la electricidad que generan para cada país:
Fuente: Ministerio para la transición ecológica. España |
Por desgracia el actual gobierno, con López Obrador a
la cabeza, no tiene visión de futuro. Gobierna viendo sus narices, el
futuro del país no le interesa, solo lo mueve la ambición de mantener el poder.
Desprecia la ciencia y condena el futuro de millones de niños imponiendo una educación
mediocre e inculcando en esta generación un desprecio por la superación
personal.
López Obrador, en lugar de impulsar al país hacia el
uso de nuevas tecnologías para producir electricidad más barata, más limpia y
más estable, da un salto atrás de 30 o 40 años, volviendo al uso del carbón y
el combustóleo, los más contaminantes que existen.
Espero que aún haya en México millones de ciudadanos
que tengan conciencia de que ese camino es equivocado y que en todos ellos
brote la fuerza para desechar la mediocridad corruptora Morenista que hoy se
pavonea con la destrucción del país.
De no lograrlo, los apagones irán creciendo hasta que
la oscuridad sea total.
Adolfo Camacho Gómez