López Obrador, nunca se imaginó que habría personas vigilantes de cómo su gobierno manejaba la pandemia de Covid-19.
Pero las hubo, y verdaderos científicos que dieron la voz de alarma desde que se tuvo conocimiento de su brote en diciembre de 2019 en China. Desde un principio señalaron los terribles errores en que estaban incurriendo las autoridades sanitarias del país al no prepararse oportunamente y no darle importancia a su gravedad y la virulencia de contagio. El propio presidente López Obrador hizo un llamado a la población, que no puedo menos que tildar de criminal, a no tener miedo, a salir de sus casas a visitar los restaurantes, cuando en otros países ya se estaba decretando el cierre completo. La tardanza de al menos un mes que el gobierno tardó en decretar el cierre, sin duda, fue lo que causó la primera ola incontenible de muertes. Vinieron después los oídos sordos de las mismas autoridades de salud mexicanas, a la premisa sugerida por la Organización Mundial de Salud (OMS) de hacer pruebas masivas y un rastreo activo de los infectados con el fin de cortar la cadena de contagios. En México nunca se hizo, pero también jamás han explicado por qué no lo hicieron. Algunos conocedores de los pasillos de la política sugieren que el gobierno tenía la intención de ocultar a la población la magnitud y gravedad de la pandemia y dar la apariencia que todo estaba bajo control. Fue solo un deseo inútil, porque los hospitales fueron insuficientes en unos cuantos días y los muertos se fueron acumulando por miles mes tras mes.
Una más de las atrocidades: ¿Fue ineptitud o canallada la distribución gratuita del medicamento invermectina por las autoridades de salud de la Ciudad de México atribuyéndole cualidades que no tenía para curar la Covid-19?
Llegamos a las vacunas. Los países más avanzados, en sus grandes centros de investigación privados o públicos, iniciaron con premura los trabajos para el desarrollo de una vacuna, ya que entendieron que su creación sería la forma más efectiva de ponerle un alto a la pandemia. Otros países en la misma situación que México, es decir, que no contaban con laboratorios de investigación para el desarrollo de la vacuna, de inmediato se pusieron en contacto directo con los laboratorios productores y se adelantaron a hacer contratos de suministro para cuando la vacuna estuviera lista. México optó por unirse al mecanismo COVAX de la OMS, que en teoría era un organismo para el acceso equitativo mundial de las vacunas. Fue un gran error, porque también COVAX tendría que hacer fila para la obtención de vacunas de los laboratorios. Muy pronto la esperanza del gobierno mexicano de obtener vacunas mediante este mecanismo se esfumó. Cuando se formó en la fila para comprar vacunas fue demasiado tarde. Fue notorio que López Obrador no quería gastar dinero en la compra de vacunas. Jamás pasó por su cabeza parar o disminuir la contrucción de sus obras magnas, tren Maya, refinería Dos Bocas y aeropuerto Felipe Angeles, para destinar recursos, no solo a la compra de vacunas, pero ni siquiera para comprar medicamentos e insumos de protección para el personal médico.
Las primeras vacunas que llegaron a nuestro país, fue el fruto de una donación de Pfizer en diciembre de 2020, pero el gobierno lo celebró como un gran triunfo, más de una decena de funcionarios del más alto nivel fueron a recibir el avión que las transportaba. Fue el parto de los montes, sólo eran 3 mil dosis. Con el tiempo y a cuentagotas fueron llegando más vacunas y se inició la vacunación de la población empezando por los adultos mayores, pero al estilo de López Obrador, él se propuso por todos los medios de que los receptores de las vacunas pensaran que él era el dispensador de las dosis salvadoras, para lo cual en las pocas ciudades donde iniciaron y los centros que se instalaron, en primera fila estaba el ejército y la guardia nacional, pero también una cuadrilla de miembros de su partido MORENA. Fue no menos que deleznable el uso político que hizo de la campaña de vacunación.
Hubo periodistas avezados al tema y expertos que llevaron minuciosa cuenta de las vacunas recibidas y las administradas con la información que la propia Secretaría de Salud daba a conocer. Muy pronto cayeron en la cuenta que había un desfase de aproximadamente 40 millones de vacunas.
Nunca dió el gobierno mexicano una explicación aceptable del porqué tenía en reserva tal cantidad de vacunas. Pero de pronto hay una prisa inusitada de las autoridades de salud por aplicar masivamente vacunas Covid, al grado de pedir ayudas a los Gobiernos de los Estados para que en sus centros de de salud, IMSS e ISSSTE se aplicaran. Se instalaron centros de vacunación hasta en supermercados. ¡Había millones de vacunas a punto de caducar!
324 Mil muertes por covid-19 según conteo oficial. 810 Mil de acuerdo con el índice de mortalidad en exceso dictaminado por la UNAM.
Las preguntas saltan de inmediato: ¿Por qué no se aplicó esa reserva de vacunas hace un año? ¿Por qué no se utilizaron todos los recursos inmuebles y humanos de que se disponía desde un principio? ¿Cuántas vidas se hubieran salvador de haberlo hecho así desde el inicio de la pandemia? ¿Que motivó a López Obrador a dar la orden de dosificar a cuentagotas su aplicación?
Hoy prácticamente el subsecretario de salud Hugo López-Gatell en presencia del Presidente dió por terminada la pandemia. ¿Podemos creerlo, cuando en China en estos momentos están lidiando con un nuevo brote? ¿Habrá una cuarta ola?
Adolfo Camacho Gómez.
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