EL PAÍS DE NUNCA JAMÁS.
En un país, muy, muy lejano, hubo unas elecciones
de importancia vital para ese país.
El partido que detenta el poder en ese país
obtuvo importantes triunfos, pero no fueron suficientes para su presidente. Él
esperaba un triunfo arrollador.
Un gobernador de una provincia; en donde el
computo de los votos arrojó un triunfo muy ajustado para el partido del
presidente, pero contrario al del gobernador, se manifestó públicamente,
denunciando que grupos malvados habían intervenido en forma criminal en la
elección de esa provincia, decantando por medios de presión gansteril la
voluntad de los ciudadanos a favor del partido del presidente.
El presidente, que realiza una alocución
diaria a primera hora del día, por cierto, acto raro e inverosímil entre los
gobernantes del mundo, se manifestó incrédulo de tal denuncia e instó al
gobernador denunciante a presentar pruebas del latrocinio denunciado.
El gobernador, sintiéndose retado por el
jefe máximo del país y para salvaguardar su verdad, días después se presenta en
la residencia palaciega donde habita y despacha el susodicho presidente, con
todas las pruebas bajo el brazo, qué a su entender, amparaban su dicho.
Un comedido asesor, de todas las confianzas
del presidente, le aconseja que no reciba al gobernador en virtud de que, a su
juicio, menoscabaría la dignidad del presidente y de alguna manera, dicho acto,
representaría una aceptación de la veracidad de la denuncia, pero, además le
dice, esa denuncia debe ser canalizada por las vías judiciales y electorales
correspondientes.
El presidente, en un acto de equidad y
ética, le dice al asesor—De ninguna manera, hágalo pasar de inmediato. Yo soy
el más interesado en conocer si los hechos que denuncia el gobernador
sucedieron en realidad y ponen en peligro la estabilidad de la nación. Y debo
tomar las medidas para que, de ser ciertos, procedamos a corregir lo que en mi
autoridad corresponda y eliminar de raíz las causas que los originaron—
Ciertamente ese país idílico no es
México.
La realidad en México es esta:
Tenemos 4 horas frente a Palacio Nacional, espero que el presidente recapacite y nos reciba: Aureoles. EL UNIVERSAL
Por supuesto el gobernador Silvano Aureoles
jamás fue recibido por el presidente Andrés Manuel López Obrador.
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