Proyecto del Nuevo Aeropuerto Internacional de la ciudad de México |
Durante
toda su campaña, López Obrador, una y
otra vez manifestó que cancelaría la construcción del nuevo aeropuerto. Pero
casi al final de su campaña, tal vez por consejo de sus asesores en el sentido
que sería una barbaridad cancelarlo, flexibilizó su posición y propuso la
consulta popular como una posible solución. También propuso, en caso de
continuar la construcción del aeropuerto, que la inversión corriera a cargo de
la iniciativa privada y recibiera a cambio la concesión de su operación.
Dicha
consulta se realizará en dos fases. La primera consiste en recabar la opinión
de expertos y organizaciones de la sociedad civil. La segunda será al pueblo en
general, sobre lo cual insiste López Obrador, será la definitiva, porque en su
opinión el pueblo es sabio y no se equivoca. Solo que hay innumerables pruebas en
la historia universal que demuestran que el pueblo bueno si se equivoca. Pero
aquí hay una razón indiscutible, la mayoría del pueblo bueno no tiene la más
remota idea de ingeniería civil, aeronáutica o flujos financieros.
En
principio hay una insensatez en el procedimiento, ya que la mayoría de las opiniones
de los expertos y de las organizaciones
civiles versadas en el tema son favorables a la continuación de la construcción.
Por otra parte, López Obrador, da la impresión que espera que la consulta
popular le favorezca y sea negativa a la construcción. Es decir, si lo último
va a prevalecer sobre lo primero, no tiene sentido recabar la opinión de los
expertos.
Pero
¿Cuál es el motivo de la insistente negación de López Obrador? En mi opinión no
es la erogación que tendría que hacer el gobierno, ya que se ha demostrado que
la operación del nuevo aeropuerto será altamente rentable. Lo que parece incentivar
a López Obrador es el hecho que ésta magna obra no será un galardón para él, ya
que fue promovida por el actual presidente de México, Enrique Peña Nieto, y que
sin duda pasará como una obra muy relevante en la historia.
En
contraposición López Obrador proyecta construir una gran refinería de petróleo,
un ferrocarril trans-ístmico y últimamente un ferrocarril que circunvale la península
de Yucatán, solo que, contrario al aeropuerto,
algunos expertos dudan de la rentabilidad de estos proyectos. Todas estas obras,
cuando menos en lo que se ha dado a conocer, serán construidas con dinero del
erario público, pero sin ninguna consulta popular. Aquí se aprecia un sesgo de
inequidad, ¿Porqué en un caso si y en otros no?
En
cuanto a la consulta popular, cuando menos hasta ahora, López Obrador no ha
dicho como se haría. La única consulta válida constitucionalmente es la que
hace el Instituto Nacional Electoral (INE) y este solamente la puede organizar en
coincidencia con elecciones generales. Cualquier otra consulta, sea telefónica o
encuesta no tendría ningún valor vinculante, salvo para López Obrador, que ya
con todo el poder en sus manos la haría prevalecer.
Tenemos
aquí un presidente electo que en su terquedad de no dar crédito al presidente
saliente insiste en cancelar la continuación de la construcción del Nuevo
Aeropuerto Internacional de la ciudad de México. Tal vez, al interior, reciba
el respaldo de quienes le dieron su voto, pero a cambio haría un ridículo de proporción
mundial y acarrearía un descrédito internacional para México.
Yo espero de verdad que
Andrés Manuel López Obrador, presidente, deje de lado sus egos, tome las
riendas del proyecto, le ponga su sello personal y no permita que las ambigüedades desfiguren la imagen de estadista que debe ser.
Adolfo Camacho Gómez
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