Los
jóvenes necesitan saber lo que fue México en los años 70 y 80.
El
modelo económico llamado desarrollo estabilizador impuesto en los 50 y 60,
consistió básicamente en un equilibrio de las finanzas públicas, baja inflación
y estabilización del tipo de cambio. A este periodo se le llamó el milagro
mexicano.
Sin
embargo engendró problemas que no se descubrieron hasta que el modelo se agotó.
En
este periodo se protegió a la industria nacional, que era poca, contra la
competencia externa, lo que provocó muy poca variedad de productos, de baja
calidad y más caros que si los mercados fueran abiertos a la competencia del
exterior. Mientras la industria creció
la producción agrícola disminuyó. La pobreza y la desigualdad crecieron.
Se
privilegió el desarrollo urbano pero se descuidó la desigualdad en el ingreso.
Pocos industriales muy ricos y un ingreso muy bajo para muchos. Es decir, un milagro para muy pocos y pobreza para el resto.
Presidente Luis Echeverría Álvarez |
Llegó
Echeverría al poder en 1970. Su visión de la economía era keynesiana, es decir,
él creyó que aumentando el gasto público habría más dinero circulante para
comprar más productos lo que impulsaría la producción y la desigualdad
terminaría. Hay mucha polémica sobre esto. Pero lo que sucedió en México fue que
el gasto público se fue principalmente a incrementar la burocracia, que por
definición es improductiva, porque no crea riqueza. Ese gasto alocado y sin
control lo único que provocó fue inflación.
La
inflación se describe comúnmente como el aumento generalizado y sostenido de
los precios en el mercado durante un periodo continuo de tiempo, normalmente
medible anualmente.
La
inflación, según los especialistas, puede tener tanto resultados positivos como
negativos.
Se
considera una inflación positiva cuando tiene niveles menores al 3% anual, ésta
reconoce la fluctuación en la demanda de productos y servicios, la fluctuación
de los costos de producción y materias primas, así como el aumento de la oferta
monetaria.
Una
inflación mayor del 5% no se considera buena, porque habiendo llegado a estos
niveles por largos periodos de tiempo, es muy difícil de revertir y más bien
tiende a seguir aumentando hasta llegar a lo que se conoce como hiperinflación. Nuestro
país alcanzó una hiperinflación del 160% en 1987.
La
hiperinflación se produce por el aumento descontrolado de la oferta de dinero
circulante. Lo que describimos coloquialmente cuando el gobierno echa a andar
la maquinita de hacer dinero para cubrir sus gastos.
Después
de tres sexenios, el de Luis Echeverría, el de José López Portillo y el de Miguel de la Madrid, caracterizados por una vorágine del gasto público, en
el periodo del presidente Salinas de Gortari se decidió quitarle 3 ceros a la
moneda, se le llamó nuevos pesos. Esto se hizo para hacer más manejable el uso
del dinero ya que en ese tiempo, (por supuesto, no eran comunes las tarjetas de
crédito ni de débito) para hacer cualquier compra tenías que llevar fajos de
billetes. Para evitar esto, inicialmente se imprimieron billetes de 5 mil, 10
mil y 20 mil pesos, etc. Un lápiz te costaba 1000 pesos, un refresco 5000
pesos, una cajetilla de cigarros 50,000 pesos, un kilo de carne 100,000 pesos,
así hasta llegar a millones de pesos por una lavadora o un refrigerador. El
dólar llegó a tener un tipo de cambio de 3000 pesos por 1 dólar.
Cómo
empezó todo.
Lázaro
Cárdenas expropió la producción petrolera, pero presidentes subsecuentes
expropiaron también la producción de energía eléctrica y los ferrocarriles.
Por qué es malo esto. Es malo por la sencilla razón que los gobiernos, aquí y en todo el mundo, son pésimo administradores de negocios, se vuelven centros de corrupción y despilfarros. Estas empresas se hicieron altamente ineficientes y obsoletas, se convirtieron en una manera artificial de combatir el desempleo aumentando exorbitantemente sus plantillas laborales, por consiguiente sus costos de producción se elevaron por arriba del promedio de sus similares.
No contento con esto el gobierno de Luis Echeverría se dedicó a crear empresas para-estatales y rescatar empresas quebradas para evitar que cerraran, con el pretexto de garantizar los empleos. Se crearon miles de sociedades cooperativas y fideicomisos financiados por el estado.
Un ejemplo de estos desastres fueron las cooperativas pesqueras, para lo cual se expropiaron los barcos a sus legítimos propietarios y el resultado a la fecha es muy mediocre, de hecho la producción pesquera mexicana, en proporción a sus litorales, es la más baja de América Latina.
En el gobierno de Echeverría llegó a haber miles de empresas propiedad del estado; Desde fábricas de fertilizantes, metalúrgicas, refrescos, azucareras, llantas, hasta hoteles, bares y restaurantes. La última de las absurdas expropiaciones fue la de los bancos hecha por el presidente López Portillo. Se llegó a estimar que en ese tiempo alrededor del 66% de la población económicamente activa dependía directa o indirectamente del estado. Como se puede deducir fácilmente no hay presupuesto gubernamental que soporte tamaño despropósito.
En su último informe de gobierno el presidente José López Portillo, llorando, pidió perdón por no haber reducido en nada la pobreza a pesar del enorme despilfarro.
Por qué es malo esto. Es malo por la sencilla razón que los gobiernos, aquí y en todo el mundo, son pésimo administradores de negocios, se vuelven centros de corrupción y despilfarros. Estas empresas se hicieron altamente ineficientes y obsoletas, se convirtieron en una manera artificial de combatir el desempleo aumentando exorbitantemente sus plantillas laborales, por consiguiente sus costos de producción se elevaron por arriba del promedio de sus similares.
No contento con esto el gobierno de Luis Echeverría se dedicó a crear empresas para-estatales y rescatar empresas quebradas para evitar que cerraran, con el pretexto de garantizar los empleos. Se crearon miles de sociedades cooperativas y fideicomisos financiados por el estado.
Un ejemplo de estos desastres fueron las cooperativas pesqueras, para lo cual se expropiaron los barcos a sus legítimos propietarios y el resultado a la fecha es muy mediocre, de hecho la producción pesquera mexicana, en proporción a sus litorales, es la más baja de América Latina.
En el gobierno de Echeverría llegó a haber miles de empresas propiedad del estado; Desde fábricas de fertilizantes, metalúrgicas, refrescos, azucareras, llantas, hasta hoteles, bares y restaurantes. La última de las absurdas expropiaciones fue la de los bancos hecha por el presidente López Portillo. Se llegó a estimar que en ese tiempo alrededor del 66% de la población económicamente activa dependía directa o indirectamente del estado. Como se puede deducir fácilmente no hay presupuesto gubernamental que soporte tamaño despropósito.
Ex-presidente José López Portillo en su último informe |
En su último informe de gobierno el presidente José López Portillo, llorando, pidió perdón por no haber reducido en nada la pobreza a pesar del enorme despilfarro.
El
petróleo se convirtió en el principal proveedor de los ingresos del estado.
Cuando hubo petróleo, mal que bien, se pudo mantener semejante
derroche. Pero cuando la producción disminuyó y los precios cayeron la situación se convirtió en una
pesadilla para el gobierno y por supuesto para los ciudadanos.
Para
solventar tamaño despilfarro, primero se aumentaron los impuestos, por supuesto
demagógicamente se dijo que los más ricos deberían pagar más. Ésto al principio
funciona porque se recauda más, pero a la larga perjudica porque inhibe el
establecimiento de nuevas empresas y provoca el cierre de muchas existentes, lo que se
traduce inevitablemente en menor recaudación de impuestos y al final esos
aumentos de impuestos los terminan pagando las clases medias y los más pobres
ya que inexorablemente se integran al precio de los productos que todos
compramos.
Luego se recurrió a pedir prestado, hasta que las instituciones financieras decidieron dejar de prestar dinero porque los ingresos del país eran ya insuficientes para cubrir los pagos de la deuda. Recuérdese que las exportaciones eran mínimas gracias al proteccionismo por lo que el ingreso de divisas era sumamente escaso. Por último se empezó a emitir moneda sin ningún respaldo, el fuego que alimenta la hiperinflación.
Luego se recurrió a pedir prestado, hasta que las instituciones financieras decidieron dejar de prestar dinero porque los ingresos del país eran ya insuficientes para cubrir los pagos de la deuda. Recuérdese que las exportaciones eran mínimas gracias al proteccionismo por lo que el ingreso de divisas era sumamente escaso. Por último se empezó a emitir moneda sin ningún respaldo, el fuego que alimenta la hiperinflación.
Toda
inflación diferente a la que normalmente se considera normal es provocada, sin
ninguna excepción, por las políticas económicas impuestas por el estado. Esto
se demuestra, comparando las políticas
económicas de los años 40 y 50 de gasto equilibrado y mínima deuda que
produjeron baja inflación, en cambio con las políticas económicas impuestas en
los años 60, 70 y 80 de gasto desmesurado y contratación de gran deuda se
produjo hiperinflación.
La
política de Luis Echeverría se caracterizó por implementar una política estatizante,
es decir controlada al máximo por el estado y una aversión al libre comercio y
la libre empresa.
Cuando
la inflación empezó a descontrolarse y los precios empezaron a subir, lo
primero, lo más fácil y lo más demagógico que se implementó, fue el control de precios, es decir precios fijados irresponsablemente por el gobierno. Ningún producto de la canasta básica y
muchos otros de alto consumo, podía salir al mercado sin antes haber sido
autorizado su precio por la secretaría de comercio.
Como muchos de estos precios eran casi el costo de producción, la hiperinflación hizo que rápidamente el aumento de los insumos rebasara el costo de producción, de esta manera los industriales dejaban de producir aquellos productos que eran incosteables, por consiguiente empezaban a escasear en el mercado.
Como muchos de estos precios eran casi el costo de producción, la hiperinflación hizo que rápidamente el aumento de los insumos rebasara el costo de producción, de esta manera los industriales dejaban de producir aquellos productos que eran incosteables, por consiguiente empezaban a escasear en el mercado.
Todos
los productos agrícolas más importantes (arroz, frijol, maíz) tenían precios de garantía. Es decir se pagaba a los
agricultores cierto precio estipulado por el gobierno, luego se fijaba un
precio al consumidor menor al precio de garantía.
Para poder controlar esta distorsión el gobierno compraba toda la producción a través una empresa estatal denominada Conasupo quien se encargaba de distribuir los productos en todo el territorio nacional. No se necesita pensar mucho para comprender que semejante burocracia lo único que provocaba era la continua falta de arroz y frijol en los anaqueles de las tiendas y mercados.
El maíz que tenía un control más estricto por tratarse de la materia prima para la elaboración de la tortilla, se racionaba a las tortillerías con el argumento de evitar la especulación, lo que llevaba a escasez permanente de tortilla.
El estado había expropiado todos los ingenios azucareros, por lo que controlaba todo el proceso, desde la siembra y cosecha de la caña de azúcar, hasta su refinación, su distribución y venta. Como puede fácilmente deducirse, esta maraña burocrática y distorsión de los precios, lo único que ocasionó fue un enorme costo para el erario público, que el gobierno resarcía mediante el aumento de impuestos, que en forma directa o indirecta terminaban pagando todos aquellos que supuestamente se beneficiaban con los precios controlados y por supuesto echando a andar la maquinita de hacer dinero.
Para poder controlar esta distorsión el gobierno compraba toda la producción a través una empresa estatal denominada Conasupo quien se encargaba de distribuir los productos en todo el territorio nacional. No se necesita pensar mucho para comprender que semejante burocracia lo único que provocaba era la continua falta de arroz y frijol en los anaqueles de las tiendas y mercados.
El maíz que tenía un control más estricto por tratarse de la materia prima para la elaboración de la tortilla, se racionaba a las tortillerías con el argumento de evitar la especulación, lo que llevaba a escasez permanente de tortilla.
El estado había expropiado todos los ingenios azucareros, por lo que controlaba todo el proceso, desde la siembra y cosecha de la caña de azúcar, hasta su refinación, su distribución y venta. Como puede fácilmente deducirse, esta maraña burocrática y distorsión de los precios, lo único que ocasionó fue un enorme costo para el erario público, que el gobierno resarcía mediante el aumento de impuestos, que en forma directa o indirecta terminaban pagando todos aquellos que supuestamente se beneficiaban con los precios controlados y por supuesto echando a andar la maquinita de hacer dinero.
Los
precios controlados son irracionales porque son generalizados, es decir, el
subsidio que se implementa en cada producto de precio controlado les beneficia
tanto a la gente pobre como a la gente rica que bien podría pagar el precio
real de mercado. Pero también, y más importante, inhiben la producción, provocando ineludiblemente escasez. Esto siempre ha sucedido en todos los países donde se ha implementado el sistema de precios controlados, el ejemplo más patente es Venezuela.
Esto
mismo sucedía con los combustibles. La sobre-contratación de personal y la
ineficiencia en la operación de Petróleos Mexicanos, por necesidad elevó los
costos de producción de los combustibles. Recuérdese que Petróleos Mexicanos era la compañía nacional y la única autorizada para extraer el petróleo, refinarlo,
distribuir y vender todos sus derivados. Como el petróleo es el paradigma de la
Revolución Mexicana, siempre se consideró que los combustibles deberían llegar
al consumidor a un precio ridículamente bajo, que implicaba un subsidio para
todos los consumidores y por consiguiente una pérdida para la empresa. Nuevamente,
es irracional otorgar un subsidio que termina beneficiando a la clase con más
poder adquisitivo, que es, en muchos casos, la gente que posee un automóvil.
En
fin, escaseaban toda clase de productos o solo había una sola presentación de
cada uno y por supuesto únicamente nacionales. Pero esto era solo para el
ciudadano de a pie, los políticos se daban el lujo de viajar periódicamente a
los Estados Unidos y en cada viaje regresaban cargados de todo tipo de
productos que en México estaban vetados para el ciudadano común y corriente.
Es
muy importante entender que los subsidios a productos y servicios que impone el
gobierno son con cargo al erario público. El erario público son los impuestos
que pagamos todos. El gobierno no produce ingresos por arte de magia, el dinero
que gasta el gobierno es el dinero de todos nosotros. Todo lo que el gobierno
gasta con el pretexto de ayudar a ciertos sectores como, adultos mayores,
becas, madres solteras, ninis, etc., lo pagamos todos nosotros con los
impuestos que nos cobra el gobierno.
En
lo político estos regímenes se caracterizaron por un férreo control de la
libertad de prensa, en los hechos no existía libertad de prensa. Los poquísimos
que se atrevían a publicar algún tipo de disconformidad con los lineamientos
marcados por el gobierno, eran inmisericordemente perseguidos. Las elecciones
eran una farsa.
Los
empresarios se convirtieron en los chivos expiatorios. Eran perseguidos y denigrados
como los responsables de todas las calamidades que el propio gobierno generaba. El asesinato del empresario Eugenio Garza Sada, que algunos achacan
al ex presidente Luis Echeverría, fue una forma sangrienta de someter a toda la
comunidad empresarial. https://en.wikipedia.org/wiki/Eugenio_Garza_Sada
Si hoy es un
viacrucis burocrático querer iniciar un negocio, en aquella época era un
verdadero martirio. De verdad se necesitaba ser masoquista para querer iniciar
un negocio en esas circunstancias. Por supuesto había los grandes negocios que
se hacían en connivencias con los políticos, quienes amasaron inmensas
fortunas. Las penurias las sufrían el resto que no tenían el suficiente dinero
para amafiarse con el político en turno, resistir o sucumbir a ser extorsionado por una pléyade de funcionarios públicos que hacían de ello su modus vivendi.
Emprender
una empresa privada en el ramo educativo era verdaderamente imposible. Las
escuelas privadas eran poquísimas y sometidas a todo tipo de escrutinios, muy
pocas sobrevivían. Para aquellos gobiernos de tintes socialistas, la educación privada era una amenaza porque alienta la libertad.
Joven,
tú que no viviste esa nefasta época, debes estar alerta para que no volvamos a vivirla. Gobiernos autoritario, despilfarradores, cerrados al
exterior, sin libertad de expresión, sin poder acceder a la educación privada,
sin un internet libre. No creas que es imposible que se repita, la amenaza es
inminente. No esperes a tener que vivir en carne propia esa pesadilla para
tener que arrepentirte de no haber actuado a tiempo. Ahora podría ser peor
porque estamos en un tris de que el narcotráfico se apodere de las
instituciones y entonces no solo viviremos una tiranía política sino una narco
tiranía. Tu voto es importante.
Adolfo Camacho Gómez
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