¿Es la violencia desatada en la administración
de López Obrador con su política de “abrazos no balazos” producto de una
ingenua ignorancia o una deliberada política?
Es imposible indagar en la mente de López obrador, pero su actuación
ante a la violencia desatada y la impunidad con que se desenvuelve el crimen
organizado, indica no ser el resultado de su ignorancia sino producto de una deliberada
y siniestra decisión.
Es patente, en los cinco años y medio que lleva la administración de
López Obrador, la deferencia mostrada con el crimen organizado como jamás se
había visto. Contra, los que ha catalogado como sus adversarios políticos no
muestra recato alguno en injurias, sin embargo, en ocasión de referirse, en una
de sus mañaneras diarias al Chapo, inmediatamente corrigió; “el señor Joaquín Guzmán
Loera, no me gusta mencionarlo por su apodo”, pero además, en reporte de AC Consultores,
publicado por el portal e-Consultores
el 19 de junio de 2023, detalla que el 81% del territorio nacional está en
manos de los cárteles del crimen organizado y detalla que en 1400 municipios de
los 2400 de México tiene presencia el crimen organizado, indica que solo en los
primeros 12 días de junio ha habido 1000 ejecuciones.
Esos asesinatos solo son una pequeña parte de los 157000 que se han
registrado en la administración de López Obrador. Cifra que no tiene
comparación con ninguna de las administraciones anteriores.
Lo anterior no se puede entender si no es por una deliberada y criminal
política de López Obrador de dejar que los cárteles del crimen organizado se
hayan apoderado de semejante territorio nacional.
La pregunta salta de inmediato: ¿Por qué?
Un indicio nos los mostró en las elecciones intermedias de 2021. En
ellas exhibió con toda claridad que el crimen organizado operó a favor de todos
los candidatos de su partido Morena para ganar rotundamente toda la costa del
Pacífico, desde Baja California hasta Guerrero. Es espeluznante pensar que en
las elecciones presidenciales de 2024 trate de repetirlo.
Pero también puede ser algo más profundo inherente a la personalidad de López
Obrador. Él ha demostrado una insensibilidad inaudita ante el dolor y la tragedia
de sus gobernados. Ya mencioné el número impensable de asesinatos, a estos hay
que sumar 24,029 desaparecidos, pero también los 800 Mil muertos por la
pandemia de Covid-19, la cifra más alta de cualquier país del mundo, esto
último debido a la indolencia con que fue atendida. Ni por un minuto pensó en
suspender temporalmente sus obras faraónicas; Tren Maya, refinería Dos Bocas y
aeropuerto Felipe Ángeles, para dedicarle todo el esfuerzo económico necesario
para contratar al personal requerido y adquirir los medicamentos y las vacunas necesarios
para combatir con eficacia y oportunidad los estragos de la pandemia. Ha
quedado ya bien claro que de haberlo hecho se hubieran salvado miles de vidas.
Solo un gobernante, que teniendo en sus manos la posibilidad de evitar tanto
dolor de sus gobernados, no hiciera lo que el sentido común indicaba para evitarlo.
Esa insensibilidad y desprecio por el dolor ajeno que López Obrador ha mostrado,
sin lugar a duda, es parte inherente de su personalidad, lo ha mostrado una y
otra vez ante; los 138 quemados en la tragedia de Tlahuelilpan, los niños con cáncer
que han muerto por falta de sus medicamentos, los 10 mineros muertos por la
inundación de la mina de Coahuila, los 17 pacientes ahogados en el hospital de
Tula, los 26 muertos por la tragedia del metro, los 40 muertos asfixiados en estación migratoria de Ciudad Juárez, en su burla a carcajadas por las
masacres.
¿Es posible dudar que un ser humano y en este caso gobernante, anide en
su ser tal cantidad de deprecio por el dolor humano?
En algunos individuos el adquirir poder ilimitado les hace aflorar esa
inmensa maldad. Los Castro en Cuba, Chávez y Maduro en Venezuela, Ortega en
Nicaragua. Pero hay casos verdaderamente espeluznantes; uno de ellos Mao Zedong
en China, quien con su idea llamada El Gran Salto Adelante que entre otras
acciones implicó la colectivización económica de la agricultura provocó la
muerte, entre hambruna y ajusticiamientos de entre 24 y 55 millones de chinos. El
Holodomor o la gran hambruna, que fue la colectivización forzosa impuesta por
Jósif Stalin condenando a una cruel muerte alrededor de 7 millones de personas
en toda la Unión Soviética, pero principalmente en Ucrania, requisando las
cosechas y alimentos y cercando poblaciones enteras para que nadie pudiera
salir. Todos ellos prometieron paraísos, pero resultaron verdaderos infiernos.
López Obrador no es lo mismo, me replicarán. Pero a eso debo contestar
que los ciudadanos de aquellos países tampoco creyeron que tales atrocidades
pudieran llegar a darse. Castro, al conquistar el poder, afirmaba que no era
comunista y en el embriagante sabor de ser parte de aquel triunfo, el pueblo
cubano sin darse cuenta fue siendo partícipe de su propia opresión.
López Obrador llegó al poder prometiendo también un paraíso, por demás
irrealizable, pero la gente quería creer y lo aceptó. Pero muy pronto López,
fue concentrando todo el poder que los mismos ciudadanos le han permitido. Por
otra parte, él mismo es fruto de aquellos gobiernos unipersonales en el que se
formó y anhela revivirlos en su persona, además, el enorme apoyo popular con
que ganó la presidencia le ha permitido hacerse la idea de que puede ir más
lejos. Por eso hizo los experimentos en el gobierno de Baja California y en la
Suprema Corte de Justicia de extender sus mandatos, sembrando antecedentes para
sí mismo. No lo logró y ahora quiere extender su gobierno imponiendo un dócil
próximo presidente.
Lo trágico es que ese inmenso apoyo popular, le ha imbuido la idea de
ser omnipotente, estar por encima de todo y de todos, incluso de la ley, el
mismo lo dijo: “no me vengan con que la ley es la ley”. Ese inmenso poder en
manos de un hombre impreparado para manejarlo le ha permitido descarar esa
maldad que traía bien escondida. Ante el desastre de su administración se
siente inmune, no le importa mentir descaradamente, no le importan los 157 Mil
asesinatos, los 24 Mil desaparecidos, los 800 Mil muertos por Covid-19, los 3
Mil niños muertos de cáncer por falta de sus medicamentos.
Todos aquellos gobernantes, anteriormente mencionados, gozaron, en su
inicio, de inmensa popularidad, fue tan grande y cegadora, que incluso después de
muertos y no obstante las evidencias de sus atrocidades siguen siendo venerados
por sus pueblos.
López Obrador no es diferente, se nutre de su popularidad. Es
completamente inepto en contener la atroz violencia o siniestramente la
permite, pero mientras no baje su popularidad no mueve un dedo para corregir.
Pueden morir los miles que sean por la pandemia, por asesinatos, niños por cáncer,
por desapariciones, por masacres, por negligencia de las autoridades, por falta de vacunas, pero mientras su popularidad no baje
el irá más allá, será más soberbio, más insensible, más siniestro, más
despiadado.
Adolfo Camacho Gómez.
Tan certera es está reflexión al quitar la máscara de AMLO, y la triste realidad que vivimos.
ResponderEliminarQue terrible para mí en lo personal darme cuenta de tanta maldad y viniendo de una sola persona , que nos espera más de cosas terribles con una persona así
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