Lo que no
saben o Andrés Manuel López Obrador (AMLO) no les dice a todos esos jóvenes que
reciben alguna beca o subsidio de los programas sociales que ha establecido en
su gobierno, así como los sistemas de pensiones no soportadas con ahorros
previos, es que tarde que temprano lo tendrán que pagar y con creces.
Todo lo que
gasta el gobierno sale de los impuestos que cobra a todos los ciudadanos y
empresas, por la remuneración que reciben por su trabajo, por las utilidades
que obtienen por su actividad productiva o incluído en todo lo que compra.
El problema
es que cuando se otorgan ayudas sociales en forma generalizada e
indiscriminada, las reciben tanto la gente que las necesitan como las que no lo
necesitan. Esto genera en el tiempo un gasto creciente, porque cada año que
pasa la masa de beneficiarios va creciendo, hasta que los que reciben es mayor
que los que aportan para pagarlas, llegando el momento que el gasto se vuelve
tan grande que crean un tremendo desbalance en las finanzas del gobierno.
El gobierno
para cubrir este enorme gasto tiene tres caminos, todos a cuál más nocivos;
endeudarse, aumentar los impuestos o aumentar el circulante.
Cuando un
gobierno se ve copado por sus enormes gastos lo primero que hace es pedir
prestado. Los préstamos en algún momento se tienen que pagar y siempre son las
generaciones por venir, sí, esos jóvenes que con singular insensatez gastan el dinero de las becas que hoy
reciben, son los que terminarán pagando. Además los préstamos tienen
una carga financiera, los intereses. Cualquiera que ha dispuesto de una tarjeta
de crédito y tenido problema para pagarla sabe la pesadilla que son los
intereses.
Si el
gobierno ya no puede pedir prestado, recurre al aumento de impuestos (impuestos
progresivos les llaman), es decir, pagarán más los que más ganan, dicen. Pero
¿Es cierta esa afirmación? En principio sí, pero al final no. Lo primero que
tenemos que considerar es que los que ganan más son los menos afectados, porque
sus ingresos les permite soportarlos. Las empresas no absorben el aumento de
impuestos, los trasladan al costo de sus productos, así que quienes realmente
pagan el aumento de impuesto son los consumidores y dentro de ellos los más
perjudicados son los más pobres por el aumento de precios. De nuevo los que
terminarán pagando los excesos de los gobiernos son las generaciones que se van
integrando al sistema productivo, es decir, los jóvenes que hoy
disfrutan las becas.
Por último y
lo más nocivo, cuando el gobierno ya no puede pedir prestado porque ha perdido
su crédito y cuando ya no puede aumentar los impuestos porque el pueblo ya no
lo soporta, le da por imprimir dinero, provocando una continua devaluación de
la moneda y una hiperinflación, hasta el grado que el dinero circulante empieza
a perder su valor en forma acelerada. ¿Cómo nos damos cuenta? Los precios
empiezan a subir mes con mes, semana tras semana y el gobierno empieza a
imprimir cada vez billetes de más alta denominación, hasta que las
denominaciones se vuelven tan grandes que opta por eliminar ceros a los Pesos,
como ya se hizo una vez en México el 1 de enero de 1993, o a los Bolívares como
en Venezuela, que tiran los billetes porque no valen nada. La inflación es el
impuesto más caro y pernicioso que pagan los pueblos. Aquí un enlace que muestra ésta realidad. En Venezuela tiran el dinero
En México la
debacle económica que culminó con la devaluación del peso (3,000 pesos por 1 dólar)
y la eliminación de 3 ceros a la moneda, inició muchos años antes, en 1970 con
la presidencia de Luis Echeverría Álvarez, continuó con las presidencias de
José López Portillos y Miguel de Lamadrid. Enseguida, fueron necesarios 24 años
de ajuste, para medio nivelar la economía del país. Para poner en contexto; el
peso mexicano hoy se cambia a 19.69 por un dólar, sin el ajuste de los 3 ceros,
el precio real es 19,690.00 pesos por 1 dólar.
50,000 pesos es lo que costaba una cajetilla de cigarros antes de la eliminación de los 3 ceros a la moneda. |
De nuevo,
los jóvenes que hoy reciben sus becas pagarán con creces haberlas recibido,
porque ellos son la próxima generación en ingresar al mercado laboral. Pero los
que lo sufren más, son los más pobres, porque no habrá dinero que les alcance
para comprar lo más básico.
Nadie debe
engañarse, nada es gratis, todo lo que el gobierno gasta alguien lo tiene que
pagar, y serán ésta o las generaciones por venir quienes paguen la irresponsabilidad del gobierno presente.
Por último,
algún gobierno responsable en el futuro tendrá que arreglar las cosas y amarrar
el cinturón, éste será quien reciba el repudio del pueblo por los ajustes
necesarios que se tendrán que hacer. Y los que originaron el desastre ya no
estarán, el pueblo habrá olvidado quien lo generó, como hoy pocos recuerdan a
Luis Echeverría y José López Portillo y tal vez, hasta serán recordados como
benefactores, como hoy lo es Lázaro Cárdenas, ya nadie recuerda que tuvieron que
transcurrir varios sexenios para componer la devastación económica que dejó.
Adolfo Camacho Gómez
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