Mexicali, B. C.

Mexicali, B. C.
Mexicali, B. C. México

sábado, 26 de julio de 2014

MÉXICO; REALIDAD O FICCIÓN.


Una reforma fiscal equivocada, que refleja cuando menos falta de visión no digamos a largo plazo sino a cortísimo plazo.
En una economía que venía desacelerando se le quita poder adquisitivo a las empresas y trabajadores y lo único que provoca es acelerar la caída.
En lugar de simplificar el pago de impuestos se complica más el cumplir las obligaciones fiscales.
En el Sistema de Administración Tributaria (SAT) se enseñorea un nuevo Robespierre blandiendo su guillotina creando una nueva era de terror.
A todo lo largo y ancho del país se exhibe descaradamente el derroche de los impuestos que empresas y ciudadanos pagamos con fruición y sacrificio.
Un gasoducto que se inaugura sin estar debidamente terminado. La construcción de un transporte colectivo que revela corrupción por todos lados. Un programa asistencialista contra el hambre que no resuelve el hambre sino que la pospone para el día siguiente pero que genera muchos votos. Una partidocracia que extrae vampiresamente miles de millones de pesos anualmente sin el menor dejo de pudor ante las necesidades del pueblo. Cientos de políticos que de no haber tenido nada ahora lo tienen todo y que sus fortunas no resisten un escrutinio estricto.
En una maquiavélica venganza donde con rapidez inaudita se establecen flujos de dinero y conexiones para encausar una demanda contra una lideresa, pero no se corre la misma diligencia con otros líderes y políticos que están en la misma situación.
Lazos familiares que establecen los eslabones para usufructuar gubernaturas por generaciones y encumbrarse en puestos de poder hasta la máxima instancia.
Condonación de la deuda de cientos de millones de dólares a un país (Cuba), sin una clara explicación de los beneficios que dicha decisión traerá para los mexicanos, despreciando además el hecho de que ese dinero no pagado le pertenece por derecho propio a cada mexicano.
Se decide convertir a deuda soberana la omisión del pago de los impuestos retenidos a los trabajadores por Petróleos Mexicanos y Comisión Federal de Electricidad, pero se encarcela al dueño de Oceanografía por el mismo motivo y se amenaza con lo mismo a cada patrón. Y simultáneamente en contradicción inaudita se aumentan los precios de gasolinas, diesel, gas y energía eléctrica.
Inexplicablemente se perdona a una secuestradora francesa ante la  visita del presidente mexicano con el presidente francés,  sin tener ningún reparo en la ofensa descarada infligida a los ofendidos y con ellos a todos los que han sufrido este flagelo.
Con indolencia sin igual el gobierno maquilla cifras de homicidios y otros delitos tratando de engañar desvergonzadamente a la ciudadanía y la mayoría de los medios de comunicación que antes le plantaban cara al gobierno ahora callan como aturdidos con un velo de complicidad poco explicable por decir lo menos.
Una octogenaria anciana ya sin fuerzas por toda una vida dedicada a los desamparados se ve asediada y denigrada por las mismas autoridades que por décadas eludieron su responsabilidad.
Desplante triunfalista de un presidente por traer a México el evento internacionalmente conocido de Fórmula Uno pero que no explica con claridad por qué un convenio de esa naturaleza tiene que ser firmado por el Secretario de Hacienda. Para después enterarnos que el gobierno mexicano aportará una importante cantidad de millones de pesos para la remodelación de las instalaciones donde se llevará a cabo. Dinero que por supuesto proviene de los impuestos de todos los mexicanos que con sacrificios pagamos y no se nos dice los beneficios tangibles que por ello recibiremos a cambio. Un ingenuo presidente que compra la idea de promover un país con un evento de lo más elitista entre lo elitista. Y que no se nos dice, pero que no es difícil suponer dada la presencia del Secretario de Hacienda, que la FIA (Federación Internacional de Automovilismo), como la FIFA (Federación internacional de Fútbol Asociación) y el COI (Comité Olímpico Internacional), exigen como requisito sine qua non para designar como sede a un país la exención total de impuestos.
Una reforma educativa de la que no se vislumbra claramente su real implementación y que no pone con fuerza y contundencia en el centro rector a los padres de familia y a la sociedad entera.
Una reforma política que solo deja ver el encumbramiento hasta niveles insospechados de una nueva casta divina, la partidocracia.
Una reforma en telecomunicaciones que dice beneficiar al ciudadano común y corriente pero que en realidad es una lucha a muerte entre ricos y poderosos.
Una reforma energética, por años postergada y que por lo mismo llega muy tarde, y que por la cual el gobierno promete a todos los mexicanos el paraíso y la bienaventuranza eterna. Pero que en realidad, si se implementa con honradez y eficiencia, tardará un buen número de años en que los beneficios se empiecen a sentir en la población y solo serán marginales.  Sin embargo el gobierno para promover su más preciada joya incurre en las mentiras más insólitas. Por ejemplo afirma que construirá diez mil kilómetros de gasoductos en lo que falta del ejercicio de su sexenio. Pero sin considerar que aún no hay proyectos, ni licitaciones, ni contratos asignados, y que solo le faltan cuatro años a su gestión, si se construyera un kilometro diario de gasoducto necesitaría diez mil días para su terminación, es decir, 27 años y cinco meses. Ante esto no hay mucho que decir.
Esta es la triste realidad de un México en que el ciudadano común y corriente, con sus carencias, su falta de educación, su marginación, su pobreza y su hambre es lo que menos importa a políticos encumbrados y aferrados a sus nichos de poder viviendo una bonanza insultante.

Adolfo Camacho Gómez

martes, 15 de julio de 2014

BRASIL ¿DESPUÉS DEL MUNDIAL QUE?


Aunque el fútbol es solo un deporte. Es un deporte que incide insospechadamente en la política de muchos países, especialmente de los latinoamericanos.
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil, se vio comprometida gritando el gol de Alemania cuando sentada al lado de la presidenta de Alemania, la señora Ángela Merkel— quien sin guardar ninguna compostura celebró de pie y levantando los brazos— que la selección alemana anotó y que le dio el triunfo y el campeonato mundial. Después muy acongojada la Señora Rousseff tuvo que entregar el trofeo al capitán alemán. Un trofeo que daba por hecho entregaría a la selección de Brasil con lo que aliviaría en alguna medida el enojo de la población por los altísimos gastos para la celebración del campeonato.
El contraste de dos singularidades, dos mujeres rompiendo el paradigma del monopolio masculino milenario del poder. Una, Ángela Merkel, dirigiendo a la nación más importante de la Unión Europea y la cuarta más importante del mundo. La otra Dilma Rousseff, dirigiendo a la nación más importante de Latinoamérica y la séptima economía del mundo, pero cuyas decisiones se ven influenciadas y en algunos casos condicionadas por las de la primera.
Alemania con un Producto Interno Bruto per Cápita de $ 40,750 dólares y Brasil de $ 12,340 dólares. En uno la riqueza y el bienestar de sus ciudadanos son el común denominador y en otro donde la pobreza y la desigualdad son la tragedia que parece imposible de superar.
¿Por qué entonces un país que si bien es económicamente muy importante dentro del ranking mundial, pero que es muy pobre en cuanto al reparto de su riqueza, se embarcó en la realización de la Copa Mundial de Fútbol?
La respuesta es sencilla: El ansia de trascender de un presidente y la voracidad de la FIFA (Federación Internacional de Fútbol Asociación).
Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil de 2002 a 2010, recibe un país en crecimiento y que no deja de crecer durante todo su mandato. Brasil se convierte entonces en la economía emergente de moda. Su presidente es alabado por los analistas económicos más importantes del mundo y los inversionistas aprovechan el momento llevando un rio de dólares.
Lula da Silva en la cresta de la ola vislumbra la oportunidad de dejar inscrito su nombre en la historia y compite por que su país sea la cede no solo del campeonato mundial de fútbol, sino también de las olimpiadas de 2016 en Rio de Janeiro.
Es innegable la voracidad de la FIFA, que aprovechando la desesperación del  presidente de un país emergente por instalar a su país en el circulo de los ricos y poderosos, pone a competir a países desiguales por la obtención de la cede, quienes ofrecen lo inimaginable con tal de conseguirla. De esta forma el Gobierno de Brasil ofrece entre otras muchas cosas la construcción de estadios nuevos y sobre todo, lo que más importa a FIFA, la exención total de impuestos.
De esta forma la FIFA se lleva todas las ganancias y el país cede, en este caso Brasil, carga con todos los gastos.
Lula da Silva deja el poder en 2010 a la nueva presidenta Dilma Rousseff, quien es quien tiene que afrontar el reto y las cuantiosas erogaciones que implicaron implementar la seguridad,  vías de comunicación, transporte y por supuesto los nuevos estadios, en un momento en que la economía de su país empezaba a declinar y su pueblo empezó a resentirlo.
Se volvió imperioso que la selección Brasileña ganara el campeonato para de esta manera aliviar las tensiones que el dispendio provocó en la población. La ecuación no resultó y no solo eso, sino que además su selección de fútbol mostró un pésimo desempeño en el campo deportivo, desilusionando al país más futbolero del mundo.
El descontento social volvió a resurgir con furia el mismo día de haber concluido el campeonato.  Para la Señora Rousseff será un gran escollo por resolver, si la economía de Brasil no repunta muy pronto, ya que tiene enfrente, a escasos dos años, la celebración de los Juegos olímpicos en Rio de Janeiro, lo que implicará sin lugar a dudas nuevas e incalculables erogaciones para una economía que no pasa por su mejor momento. Más si consideramos que procurará cuando menos igualar a los anteriores de Londres y Beijing.  
Por supuesto mis mejores esperanzas son que la economía de Brasil pronto repunte, que la distribución de la riqueza mejore entre toda la población y que las próximas olimpiadas sean todo un éxito.  

Adolfo Camacho Gómez        

viernes, 4 de julio de 2014

CARTA DE UN PADRE A SU HIJA


Querida hija:
Hace tiempo he querido hablarte sobre la felicidad, esa palabreja tan común pero tan importante para ustedes las mujeres. Por fin he decidido hacerlo. No espero que esto sea una enseñanza y menos un concejo, es solo una reflexión de un padre.
 Este concepto normalmente evoca un estado de ánimo, que asociamos a bienestar general, ausencia total de problemas, situación económica resuelta y un trato cotidiano amoroso con nuestros seres queridos y las demás personas. Es decir idílico.
Tratando de ser objetivo veremos cómo lo describe el diccionario de la real academia española: “Estado del ánimo que se complace en la posesión de un bien, satisfacción, gusto, contento,  acontecimiento o suerte feliz”. Es tan complicada de definir esta palabra, que la propia Real Academia Española en su definición increíblemente incluye la propia palabra que define.
Como puedes ver, para empezar, habitualmente insistimos en darle un mayor sentido que la palabra en sí misma significa. Y que si nos detenemos un poco a pensar en ello, cuando hablamos de felicidad nos estamos refiriendo a un estado idílico, un sueño imposible de alcanzar y mantener cotidianamente. Hay muchas personas que sinceramente piensan de esta manera y como ese estado idílico no llega a hacerse realidad, permanentemente viven frustradas, amargadas y resentidas contra todo mundo, la vida, Dios, etc.
De hecho durante un solo día de nuestras vidas podemos pasar por muy diferentes estados de ánimo. Desde una feliz exaltación porque te habló por primera vez esa persona tan especial, hasta la absoluta decepción por no recibir las flores que esperabas.
Es necesario, para evitar frustraciones a lo largo de tu vida. Que entiendas que la felicidad es un estado de ánimo y que a fin de cuentas el balance de las cosas buenas o malas que vivimos en un día, en una semana, o en un año, nos permiten decir; hoy tuve un día bueno o esta semana fue fatal o este fue mi mejor año. 
Ya te diste cuenta que él término felicidad califica a veces un pasado reciente o un periodo largo de tiempo. Pero lo curioso es que también utilizamos este sentimiento para calificar nuestro estado de ánimo actual en función de hechos pasados y lo más sorprendente también  futuros:
Me siento feliz hoy porque mañana es mi cumpleaños y tendré una fiesta.
Me siento feliz hoy por que la semana que entra me gradúo.
Me siendo feliz hoy por que el mes que entra me caso.
O puede ser...
Me siento mal hoy porque mi cumpleaños no fue lo que esperaba.
Me siento mal hoy porque no me dieron el trabajo que quería.
Me siento mal hoy porque creo que mi marido me engaña.
Que también pudiera ser...
Me siento feliz hoy por que mi fiesta de cumpleaños fue fabulosa.
Me siento feliz hoy por que conseguí un magnífico puesto en una gran compañía.
Me siento feliz hoy por que mi matrimonio ha sido maravilloso.
Utilizamos pues la palabra felicidad para calificar el presente en relación del pasado y en función de las “expectativas” futuras.
Lo intrincado de este asunto es que normalmente explicamos nuestra felicidad, que es un sentimiento actual, más exactamente del instante actual, en relación a hechos pasados o por venir. Y nos regodeamos en ese estado de felicidad o infelicidad pero no utilizamos ese presente para perfeccionar o corregir ese estado, ese sentimiento.
Te hago estos comentarios, precisamente porque me he dado cuenta que ustedes las mujeres, ponen mucho mayor énfasis en el hecho de ser feliz o no. Para los hombres esta premisa no es tan importante. Más importante es para los hombres el logro de cosas, metas, objetivos. Lo cual se parece más a la definición del diccionario. (Tal vez esta definición la hizo un hombre) 
En el caso de las mujeres desde muy pequeñas, las mismas mujeres de su familia o de su entorno más cercano; la misma madre, abuelas, tías, amigas o compañeras de trabajo de la madre, etc.,  se encargan de ir forjando en las mentes de las pequeñas, que la vida tiene que ser feliz, pero feliz en el concepto amplísimo  que comenté antes, es decir, un estado permanente de ausencia de todo tipo de problemas y lleno de todas las satisfacciones habidas y por haber. El tan arraigado gran mito del príncipe azul, que por arte de magia se deberá presentar un día y rescatar a la princesa para llevarla a un lugar de ensueño.
Aunque parezca increíble, este gran mito, sigue siendo hoy en día tan arraigado como hace cientos de años. Este mito tiene sus raíces en la edad               media.                                                                                                              
Siendo lo anterior prácticamente imposible de ser una realidad, en el sentido de un perenne estado idílico, es inexplicable, cuando menos para mí, como se alienta esta idea a través de revistas, novelas,  radio, televisión y cine, pero sobre todo cómo es consumido y aceptado por las mujeres, dando como resultado, que el sueño del príncipe azul persista en forma muy generalizada en todos los estratos sociales. No puedo dejar de puntualizar, en este momento, que el famoso príncipe azul es en esta vida terrenal; el esposo, marido, amante o compañero. Y es por consiguiente, el que inevitablemente será el responsable de la infelicidad o felicidad de la dama.  

Resumiendo; la felicidad no es un estado de ánimo permanente. Sino un estado de ánimo actual y pasajero, que se irá modificando de acuerdo a las vivencias cotidianas de cada persona y su forma particular de enfrentarlas.
Si después de un buen número de años de casada te asomas a la sala y vez un sofá raído con un gordo calvo tirado en él con un bote de cerveza en la mano viendo el partido de fútbol, lo único que se te ocurre preguntarte es; cómo es posible que haya desperdiciado mi vida de esta manera. Pero piénsalo un poquito más, tal vez haya que hacer también una reflexión introspectiva  y en última instancia  hay que preguntarle también al gordo.
En la vida debes tratar siempre de encontrar, más bien, un estado de bienestar general donde inevitablemente habrá momentos de exultante regocijo como otros de impasible tristeza.
Ese estado de bien estar general que eventualmente lo podrás llamar felicidad, tal vez podrás lograrlo con algunas metas a seguir.
 Siendo congruente contigo misma. Esto es; lo que piensas y lo que haces debe ser lo mismo. Esto es importantísimo, si no deseas o no quieres algo tienes que actuar en ese sentido. En las mujeres, muchas veces, hacerlo es muy difícil. Y se debe a que por naturaleza tienen la tendencia de agradar a las demás personas. Aquí es importante diferenciar los deberes y obligaciones ineludibles, que por otra parte también tienen que ser aceptados conscientemente, de las opciones relacionadas con tu tiempo libre, aficiones, gustos, estudios, religión y educación. Si aceptas por compromiso o simplemente por agradar a otras personas, cosas que no son de tu agrado o te quitan tiempo para hacer lo que tú tienes planeado, o peor aún hacer o aceptar cosas que van en contra de tus principios, vas a confrontar tus sentimientos y se va a traducir en malestar emocional. Un poco o un mucho de egoísmo no es malo, es simplemente quererte a ti misma.
 Debes procurar cuidar siempre tu salud. Mientras más saludable te encuentres mayor bienestar vas a tener. Aquí interviene la situación económica que te comento más adelante. Únicamente te diré que deberás tener un respaldo económico para cuidar tú salud o bien tener la seguridad de contar con los servicios institucionales de salud. Mientras más saludable te encuentres mas podrás disfrutar de la vida y en consecuencia sentirte feliz. 

 El aspecto económico,  digan lo que digan, es de lo más importante. Por alguna razón, en general para el mexicano, el aspecto económico siempre lo tenemos en un segundo término, cuando debería estar en el centro de nuestra atención. Por lo tanto  será necesario tener un ingreso que te permita cubrir holgadamente tus necesidades básicas; alimentación, vestido, casa, salud y esparcimiento. Esto es más trascendental de lo que pudieras pensar. El ahorro es la base del bienestar futuro, nunca debes de olvidarlo. Debo decirte aquí, que aún estando casada debes mantener una independencia económica. Y la única forma verdadera de lograrlo es que tengas una fuente de ingreso propia. Y que hagas un patrimonio propio (ahorros, inversiones, inmuebles, etc.), con el consentimiento o sin el consentimiento de tu esposo, en otras palabras con el conocimiento o sin el conocimiento de tu esposo. El patrimonio del esposo es para el bienestar de su familia. El patrimonio de la mujer es para la mujer... ¡y no se diga más! Un hecho indiscutible es que para vivir bien en la vejes tienes por fuerza que ahorrar en tus años más productivos. Esto es una regla y tienes que seguirla al pie de la letra. 
Volviendo nuevamente a tu condición de mujer, muchas veces suelen dar por resuelta su situación económica cuando se casan. Esto tiene mucho que ver con aquella quimera del  príncipe azul. Creo que tú comprendes con toda objetividad que la realidad no es así, por lo que siempre debes de pensar en tu situación económica en forma independiente. Con tu dinero debes ser egoísta. Créeme, no es un pecado es una virtud, no olvides núnca esta premisa.
 La profesión. Sí haces una carrera profesional debes procurar ejercerla. Y no me refiero a que debe ser estrictamente la carrera cursada. Un estudio profesional aunque aparentemente te capacita para una actividad definida, en realidad te acerca un sin fin de conocimientos que te valoran para desarrollar una gran variedad de actividades.
Habiendo pasado el tiempo, no hay nada más frustrante que sentir que  se han desperdiciado muchos años de estudio y preparación.
En fin la vida tiene altas y bajas, nada es permanente, todo mundo; los famosos, los olvidados, los ricos, los pobres, los exitosos, los mediocres, los casados, los solteros, todo mundo tiene épocas buenas y malas, momentos alegres y tristes.
La clave consiste en entender que la vida es así y hacerle frente; con objetividad en la adversidad, siendo prudente en la bonanza, frugal en la escasez, magnánimo con el éxito, humilde en la riqueza, valiente en la pobreza.
A fin de cuentas la felicidad será el resultado de como enfrentamos la vida en cada situación, en cada momento, en cada reto. La felicidad no viene del exterior, es un sentimiento interior, únicamente de uno. Por eso la frase aquella de “sé cómo te sientes” es una frase hueca, se dice por cortesía o tratando sinceramente de ayudar, pero ¡No! Nadie sabe cómo te sientes, ni en la alegría ni en el dolor, es más, ni uno mismo lo puede explicar, cuantas veces has escuchado aquello de; no sé como decirlo, pero me siento muy feliz.
Con todo mi amor, papá.


Adolfo Camacho Gómez