Mexicali, B. C.

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jueves, 21 de junio de 2012

PEÑA NIETO; EL PRESIDENTE DE LA TELEVISIÓN.



A muy pocos días de la elección presidencial  la opinión generalizada reflejada por las encuestas es que Enrique Peña Nieto será el próximo presidente de México.
En ninguna otra elección presidencial, como en ésta, las encuestas de preferencias electorales habían sido tantas y habían tenido tanta relevancia. Por supuesto las compañías encuestadoras son negocios y en una democracia, aunque incipiente como la nuestra, la medición del pulso ciudadano vale mucho, mucho dinero.
Cada compañía encuestadora defiende sus resultados como los más apegados a la realidad. Por su parte cada candidato aprueba o desaprueba una u otra encuesta según se muestre favorable o no.
A partir del año 2000, año en que Vicente Fox candidato del PAN ganó la presidencia de México contra un PRI que llevaba 60 años en el poder, fue evidente que un candidato a la presidencia, para tener posibilidades de ganarla tenía que construir su candidatura con muchos meses de anticipación y esto lo comprendió a la perfección Enrique Peña Nieto desde el primer día en que fue elegido como gobernador del Estado de México.
Se puede discutir que Felipe Calderón no hizo una larga campaña, sin embargo ya era un personaje medianamente conocido, pero por sobre todo su triunfo logrado por un pequeñísimo margen se debió a la ola favorable que aún se dejaba sentir a favor del PAN.
Se han dicho mil barbaridades en descredito de Vicente Fox, sobre todo de los llamados intelectuales, esos seres incólumes que sienten que su plumaje no se mancha al pasar por el pantano y que pretenden ser dueños de la verdad absoluta. Por supuesto Vicente Fox no es un hombre culto en el sentido que pretenden los intelectuales y para su desgracia tuvo oportunidad de demostrarlo, con una gran inocencia, en innumerables ocasiones. Pero hizo lo que sexenio tras sexenio los presidentes emanados del PRI no pudieron, por fin nuestro país no tuvo una crisis económica sexenal y la trascendencia de ese solo hecho ya  fue palpable en el sexenio de Felipe Calderón. Sin la estabilidad económica recibida de Fox e inteligentemente continuada por Calderón se pudo sortear la crisis de la influenza. Posteriormente la debacle sufrida por Estados Unidos a raíz de las hipotecas sub-valuadas fue afrontada por México gracias a la solides de sus cuidadas finanzas y por último la descomunal crisis europea que en otros tiempos ya tuviera postrado a nuestro país,  parece estarse desarrollando en otro mundo y aunque todavía la Zona Euro no da sus últimos coletazos México da indicios de poder salir avante.
Este hecho es menospreciado constantemente o no valuado en su justa dimensión.  Por esto creo necesario hacer algunas comparaciones mínimas que ilustren esta realidad.
El producto interno bruto Mexicano, es decir el valor de toda su producción, es un poco menor que el producto interno bruto sumado de Argentina, Colombia, Venezuela, Perú y Chile. Ahora bien, el país con mayor crecimiento fue chile con un 6%, el resultado mexicano fue del 3%. Pues bien, da la casualidad que en pesos y centavos  o más bien en dólares, el crecimiento mexicano del 3% es ligeramente superior  al 6% chileno. Todo es cuestión de magnitudes. Ahora pongamos los pies sobre la tierra, el producto interno bruto de Estados Unidos es 2.3 veces la suma del producto interno bruto de toda Latinoamérica.
Volviendo a nuestra premisa inicial en el sentido que para construir una candidatura presidencial y tener posibilidades de ganar se necesita tiempo, mucho tiempo, no unos pocos meses sino muchos y si se puede, mejor años.
Pero también para lograrlo se necesita dinero y no poco dinero sino mucho, mucho dinero.
Por eso Enrique Peña Nieto desde el primer día de su gobierno en el Estado de México empezó a construir su candidatura para la presidencia de México.
Manlio Fabio Beltrones, también del PRI, inició por su parte la construcción de su candidatura, pero adolecía de una falla insalvable, los recursos ilimitados de Peña Nieto.
Aquí las televisoras jugaron un papel muy importante, pero no únicamente importante sino vital. Cuestión que de muchas formas se les ha acusado.  En su defensa sus principales personajes han argüido que las televisoras no hacen candidatos ni presidentes, que una afirmación como esa está fuera de toda posibilidad y en mi opinión tienen razón, bueno una parte de razón.
Si bien es cierto que una o varias televisoras no hacen una candidatura y menos un presidente. Armar una candidatura sólida con buenas posibilidades de ganar la presidencia no se puede hacer sin las televisoras. Esta es la verdadera cuestión.
Se pueden discutir muchas cosas alrededor; que si el carisma, que si la popularidad, que si los antecedentes, todas estas características las puede tener un candidato pero sin la televisión no sirven de nada.
Esto, Peña Nieto lo sabía muy bien y no perdió ninguna oportunidad para hacerlo. Su nombre, su imagen, sus logros; grandes, pequeños o falsos, tenían que ser vistos y escuchados hasta el último rincón de la República Mexicana. Y esto ¿Cómo podría ser realidad? Pues muy sencillo a través de la televisión.
En este punto las interrogantes empiezan a crecer. ¿Porqué en Mexicali, Juárez o Mérida el ciudadano común debía enterarse que, en un desconocido pueblo del Estado de México Peña Nieto estaba inaugurando una escuela o en otro una carretera? La única razón es que Peña Nieto quería que se enterase.
Ahora bien ¿Cómo puede hacerse posible una difusión de esta magnitud? ¡Claro! Contratando cadena nacional en las televisoras, en los horarios más vistos, llamados tiempo Premium o triple A.
Pero si la nueva ley prohíbe que las imágenes de gobernantes aparezcan en anuncios de televisión ¿Cómo hacer para que la imagen de Peña Nieto apareciera? La solución vino de las mismas televisoras, ¡los noticieros!
Se pagaron millones y millones de pesos en publicidad disfrazada de noticia. Fue tanto el énfasis que se volvió una cosa común ver a diario a Peña Nieto en los noticieros, en inauguraciones de carreteras, escuelas, clínicas, universidades y hasta en eventos sociales. Recuerdo una imagen en el campo formando unas letras iniciales con una enorme cantidad de tractores que iban a ser regalados a sendos agricultores, imagen que únicamente pudo haberse realizado con la utilización de un helicóptero, es decir, no se reparó en gastos.
Es necesario recalcar que toda esta promoción se llevó a cabo en cadena nacional, en los canales más importantes y en los horarios de mayor audiencia,  misma que se negó para el primer debate. 
¿Porqué es importante esto? Es importante porque la transmisión del debate en cadena nacional, en los canales más importantes y en los horarios Premium significa dejar de transmitir anuncios por los cuales se cobra millones de pesos. Esa es la magnitud de la promoción que logró hacerse Peña Nieto con la ayuda de las televisoras.
¿De dónde salieron esos millones y millones de pesos? Pues sufra usted, en buena parte del bolsillo de todos nosotros a través de nuestros impuestos. Si señor,  del impuesto sobre la renta y del IVA que pagamos al comprar un lápiz, un par de zapatos, un refresco, al ir al cine y así cualquier cosa, en Veracruz, Tabasco, Durango, Baja California o en cualquier parte de la republica, se hace una gran bolsa que luego se reparte entre todos los estados. Esté seguro pues, que en parte a usted también le tocó pagar.
Qué Peña Nieto  nos dice que no fue tanto. Que ahí están las cuentas de todos los gastos del Estado de México en internet. ¿Debo creerle? Cuando menos yo no, los gastos se pueden esconder entre cientos de cuentas contables, pero lo más aberrante es que son revisados por la contaduría del propio Estado, por empleados pagados por el propio Estado y que finalmente la cuenta pública es aprobada por el congreso del propio estado con mayoría del partido gobernante.
Pero de donde más sale dinero para pagar la publicidad disfrazada de noticia. Esto es mucho más difícil de comprobar pero no tan difícil de imaginar. ¿Recuerdan la construcción de escuelas, hospitales y carreteras? No creen que pueda haber empresarios muy agradecidos que paguen la promoción de su obra, sí que los hay, y más si a la vista se vislumbran más obras.
De otras fuentes es mejor ni hablar.
Si honestidad es lo menos que podemos pedirle a un gobernante, ese no es Peña Nieto. Veremos que hace con el pastel.
LO REPITO… LAS TELEVISORAS NO HACEN PRESIDENTES, PERO UN PRESIDENTE NO SE PUEDE HACER SIN LAS TELEVISORAS.

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