Cada sexenio en los primeros meses del gobierno entrante se
elabora un plan nacional de desarrollo. Pero pocos saben que este enorme y
rimbombante documento se hace, no por una explosión de las habilidades del
presidente en turno, sino porque la ley le obliga a ello. Dicho de otra manera,
si no fuera una obligación legal jamás se haría.
Cada nuevo presidente nos dice en él, que el producto
interno bruto crecerá hasta la estratosfera (es decir la riqueza en el país),
en consecuencia que disminuirá la pobreza, que aumentará el empleo, que todos
los mexicanos tendrán educación, que
todos además tendrán acceso a la salud, etc. etc. Todas son promesas alegres
por decir lo menos.
Hace algunos días el presidente Enrique Peña Nieto hizo una
presentación exuberante de su plan nacional de desarrollo 2013-2018.
Aunque se llena la boca, diciendo que para su elaboración se
ha consultado a todo mundo, la realidad es que el 99.9% de los mexicanos
desconocen que existe tal cosa y desconocen aún más en qué consiste dicho plan.
Tenemos aquí la primera y fundamental gran mentira de Peña Nieto, si no, dígame
usted si le preguntaron alguna vez su opinión para su elaboración.
Para todos aquellos que no lo sepan se los repito, el plan
nacional de desarrollo 2013-2018 de Peña Nieto dice tener como objetivo
general:
Llevar a México a su máximo potencial.
Primera y gran estupidez. Si hubiera preguntado siquiera a
algunos mexicanos nunca hubiera escrito ese enunciado. ¿Cuál es el máximo
potencial de México? ¿Ser más grande, rico, poderoso qué quien?
Tal parece el enunciado salido en una tormenta de ideas de
algún departamento de recursos humanos en cualquier empresa de México.
Una más de las promesas que Enrique Peña Nieto jamás
cumplirá.