Mexicali, B. C.

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viernes, 2 de septiembre de 2016

PORQUÉ NO LE CREO A AMLO

Juan Jacobo Rousseau, “Quien autoproclamándose el hombre más recto, más honesto y más íntegro de la historia,  se atrevió a declarar que “si alguien sabe de hechos que contradigan lo que acabo de decir…que examine con sus propios ojos mi naturaleza, mi carácter, conducta, inclinaciones, placeres, hábitos, y si puede considerarme un hombre deshonesto, es él mismo un hombre que merece ser estrangulado- Paul Johnson-Intelectuales.

Que pronto el hombre que decía  amar a la humanidad y auto proclamarse el más honesto y más íntegro, quiere estrangular al individuo que no crea a pie juntillas en la opinión de sí mismo. No pide que sea tildado de mentiroso, no pide que dichas opiniones sean desoídas, no pide que el hombre que contradiga su opinión sea exiliado o encarcelado, pide que sea asesinado mediante la estrangulación. No se necesita indagar mucho en su vida para darse cuenta que la honestidad no era su proceder cotidiano. Tuvo 5 hijos con Teresa, su sirvienta, y a cada uno los fue abandonando en un orfanato el “Hospital del Niños Expósitos”.  Jamás se preocupó por ello y jamás supo que fue de ellos, no obstante que era bien sabido que un tercio de los niños que llegaban a ese orfanato no sobrevivían los primeros años de vida.

No es el primero ni será el último personaje de la historia que se auto proclame ser el más honesto sobre la tierra. Yo no creo en ellos.

Andrés Manuel López Obrador (En adelante escribiré AMLO ya que este acrónimo suele ser más conocido que su propio nombre) se ha proclamado el más honesto de México. Él califica a todo individuo que no sea él, de corrupto y deshonesto. Uno de los slogans que ha utilizado para promocionar su persona fue honestidad valiente.

Soy solo uno de los 122 millones de mexicanos y uno de los 87 millones de los ciudadanos con posibilidades de votar, lo que me da derecho a cuestionar las opiniones de los políticos pero por sobre todo los que pretenden gobernarnos.

Veamos, AMLO fue militante del Partido Revolucionario Institucional (PRI) desde muy joven, hasta 1988, cuando se unió al Frente Democrático Nacional liderado por Cuauhtémoc Cárdenas, es decir, por alrededor de 15 años no solo militó, sino que ocupó puestos relevantes en ese partido, pero también desempeñó cargos públicos en los gobiernos que comandaba el PRI. Durante todo ese tiempo bien aprovechó todas las oportunidades para avanzar dentro de la estructura política del PRI y beneficiarse de los puestos públicos que solo se repartían entre los militantes de ese partido. 

Durante ese periodo jamás dijo una palabra sobre la corrupción que medraba en el PRI, no dijo una palabra de las elecciones amañadas, ni del robo de urnas, ni del desvió de dinero de los gobiernos para financiar las campañas PRIistas. No dijo una palabra sobre la corrupción de los gobiernos del PRI, ni del reparto de prebendas, ni del reparto de contratos, ni de la malversación de presupuestos gubernamentales, ni de las inmensas fortunas mal habidas de innumerables políticos PRIistas a costa de la pobreza de los mexicanos. Todo era tan evidente que se popularizaron algunas frases que describían tal grado de corrupción; No me des, nomás ponme donde haya, que de agarrar yo me encargoo esta otra Vivir fuera del presupuesto es vivir en el error”. Ante lo evidente, durante ese tiempo, nunca escuchamos la voz acusadora de AMLO, sino solo un silencio cómplice. Solo después, cuando por dos ocasiones perdió la elección para gobernador del Estado de Tabasco y por dos veces la elección para la presidencia de México, que empezó a denunciar todo lo que acepto en silencio cuando militaba en el PRI.

La lucidez retrospectiva y la valentía retroactiva son una forma del conocimiento inútil. Jean-François Revel.

Por cierto, el Frente Democrático Nacional en realidad no nació como un combate frontal contra la corrupción. No, el Frente Democrático Nacional fue formado por un grupo de integrantes del PRI que renegaron del mismo por qué le fue negada la candidatura presidencial de ese partido al Ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas. Renegaron del “dedazo” (Palabra con la que se designaba a la nefasta costumbre de la prerrogativa que se abrogaba el presidente en turno para designar a su sucesor) costumbre que habían acatado y apoyado desde siempre y de la que por cierto fue beneficiado el propio padre del Ing. Cuauhtémoc Cárdenas – el General Lázaro Cárdenas – cuando fue designado, mediante el dedazo, candidato y virtual presidente de México por el General Plutarco Elías Calles, dedazo que el propio General Cárdenas utilizó para designar a Manuel Ávila Camacho como su sucesor. Solo renegaron de dicha práctica cuando no se beneficiaron de ella. En ese grupo, como ya lo mencioné, estaba Andrés Manuel López Obrador, quienes posteriormente formaron el actual Partido de la Revolución Democrática(PRD), que por cierto, como es del dominio público, la democracia interna en ese partido no es algo para presumir.

La honestidad de AMLO no fue precisamente su distintivo cuando fue Jefe de Gobierno del Distrito Federal.

La entidad federativa con mayor percepción de corrupción es el D.F. con 95.3, diez puntos por encima de la media que es de 85%.” – Maria Amparo Casar-México: Anatomía de la Corrupciónhttp://imco.org.mx/wp-content/uploads/2015/05/2015_Libro_completo_Anatomia_corrupcion.pdf

Gustavo Ponce, secretario de finanzas del Distrito Federal, uno de sus principales nombramientos y supuestamente hombre de toda su confianza, fue descubierto en Las Vegas gastando y apostando millonarias cantidades de dinero mediante videos que se hicieron públicos. AMLO lo defendió tozudamente hasta que ya fue tan evidente el saqueo de las arcas del gobierno por este personaje, que se decidió a actuar en su contra, solo que ya era demasiado tarde, el pájaro había volado.

Hay algunas conclusiones sobre este asunto o si se quiere simples opiniones:

Puede ser que AMLO sea una persona sumamente cándida, por no mencionar la palabra que los mexicanos utilizamos popularmente para ello y que su sub-alterno de confianza se haya pasado de listo. Pero querer dar la impresión ante la opinión pública de que no sabía lo que pasaba en la oficina de alado es muy difícil de aceptar.

Es muy probable que si el Sr. Gustavo Ponce malversaba los dineros del pueblo con tanta desfachatez y era el jefe principal de la entidad donde se manejaban todos los dineros del Distrito Federal, haya habido otros, bajo su mando o su derredor, que hacían lo mismo pero que AMLO lo ocultó para minimizar el escándalo.

Es muy probable que si el más importante de sus colaboradores fue tan corrupto, cínico y actuó con tanta impunidad – por qué AMLO no hizo nada a pesar de los videos hasta que las autoridades de los Estados Unidos denunciaron el hecho- hubiera otros de primer nivel que también lo estaban haciendo.

Es del dominio público la gran corrupción que priva en las ventanillas de trámites del gobierno y la policía.  Y esto es así porque los altos mandos lo solapan o son parte de la corrupción.

Durante su gestión como jefe del gobierno del Distrito Federal utilizó todo el poder y la estructura gubernamental para proponer su persona en vistas de su futura candidatura para la presidencia de la república, exactamente igual que todos los gobernantes del PRI que tanto critica; pero solo cuando abandonó ese partido. 

Dejar hacer y dejar pasar es también un acto de corrupción y no puede decir, ni mucho menos, que la corrupción desapareció durante su mandato, vamos ni siquiera disminuyó.

Si el gobierno de AMLO en el Distrito Federal fue tan honesto como él quiere que creamos, por qué resguardó la información de su gestión hasta que prácticamente él esté muerto.

Una prueba de su honestidad valiente sería que solicitará, más bien, que exigiera que toda la información de su gestión en el Distrito Federal se haga pública de inmediato.

Como prueba de su honestidad, inocentemente dice AMLO que ni siquiera tiene tarjeta de crédito. Pero eso no es prueba de honestidad, más bien todo lo contrario. Es bien sabido que los mafiosos, los narco-traficantes y los evasores de impuestos solo operan con efectivo para no dejar rastro de su dinero. De hecho el Servicio de Administración Tributaria obliga que todas las transacciones se hagan con cheque o con tarjeta de crédito o débito, excepto las que impliquen cantidades mínimas.

Como otra prueba de honestidad AMLO manifiesta que no posee ninguna propiedad porque la casa que tenía la ha heredado a sus hijos y la casa en la que vive es de su esposa. De nueva cuenta decir que no tiene ninguna propiedad no es ninguna prueba de honestidad, otra vez todo lo contrario. Acaso no es del dominio público que algunos políticos utilizan testaferros para  de esta manera pasar por humildes servidores públicos. Y acaso ¿No hay una acusación, cuando menos pública ya que no oficial, contra el Presidente Peña Nieto por el asunto de la “casa blanca” que dijo que compró su esposa?

Según la biografía publicada en Wikipedia, AMLO nunca ha trabajado en la iniciativa privada ni ha tenido una actividad empresarial por pequeña que esta sea, de hecho así lo ha expresado él mismo, dice que no tiene bienes inmuebles, ni inversiones financieras, ni acciones de ninguna empresa.  Es o desea presentar la imagen de un hombre pobre, casi un indigente. Pero lo que podemos apreciar, cuando menos desde nuestra barrera, no es la vida de un hombre pobre ni menos indigente. La realidad es que desde siempre a subsistido de los dineros de los partidos políticos o de los sueldos cobrados en los puestos gubernamentales que ha desempeñado, es decir, de nuestros impuestos.

Pero hay un lapso nebuloso de su vida, el periodo en que dejó la Jefatura del Distrito Federal en 2005 hasta que le fue aceptado el registro de su nuevo partido político morena en 2015, de donde dice le pagan, ahora, un sueldo de 50 mil pesos mensuales, de nueva cuenta de nuestros impuestos. Por cierto nada despreciable comparado con los 2.2 mil pesos mensuales de salario mínimo que perciben casi la mitad de los trabajadores. Pero por supuesto no dice una palabra de los gastos personales, como; automóviles, teléfonos, alimentos, viajes, protección y demás que sufraga a través de su partido morena. De nueva cuenta, por supuesto, de nuestros impuestos.

Pues bien, durante ese periodo de 10 años en que AMLO ni trabajó en la iniciativa privada ni desempeñó un puesto gubernamental, dice él, que se mantuvo de los donativos que donantes anónimos depositaban en una cuenta bancaria. No explica quienes eran los donantes, ni de cuanto era el monto de las donaciones, ni presenta estados de cuenta bancarios que nos indiquen el manejo de dichos recursos. No muestra declaraciones de impuestos que manifiesten que cumplió puntualmente con su pago. Agrega también que recibió ingresos por regalías de sus libros y por la presentación personal de conferencias. De nuevo no ofrece ninguna información de los ingresos recibidos por estos conceptos.

Es ampliamente conocido el hecho de abrir cuentas bancarias al público para recibir donativos en caso de desastres naturales con el fin de ayudar a la población afectada o incluso cuentas bancarias abiertas con motivos más personales para ayudar en los onerosos costos de alguna operación quirúrgica.

Pero que Andrés Manuel López Obrador haya recurrido a esa argucia para mantenerse él y su familia durante diez años no solo es ilegal es indecente. El hombre que insiste por tercera vez que quiere ser presidente de México, no pudo o no quiso desempeñar un trabajo honesto durante 10 años, prefirió vivir de los donativos de esos millones de pobres a los que dice defender y que solo engaña con promesas utópicas imposibles de cumplir.


Todo mundo es libre de creer en lo que quiera y en quien quiera. Yo no creo en la honestidad de AMLO.  


Adolfo Camacho Gómez

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