Mexicali, B. C.

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jueves, 6 de diciembre de 2012

PORQUÉ NO VOTÉ POR AMLO

En el fervor de las campañas presidenciales del pasado 1ro. De julio de 2012, me preguntaba como cualquier ciudadano por quién votaría. Esta es mi reflexión en relación a mis motivos de porqué no voté por Andrés Manuel López Obrador.
Estuve frente al televisor viendo y escuchando el discurso de Andrés Manuel López Obrador una semana después de las elecciones y quiero pensar que fui uno de miles que hicieron lo mismo. Con toda seguridad ahora sus simpatizantes no son los millones que votaron por él. Para muchos de ellos la elección ya pasó y continúan con sus vidas. Dieron su voto por un candidato que esperaban que ganaría y no gano, pero no por el personaje que ven paulatinamente transformarse en otra persona o más bien presentar la persona que realmente es.
Me fuerzo a pensar que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) es congruente en su discurso y su actuar, pero los hechos me indican todo lo contrario.
Nace políticamente en el Partido Revolucionario Institucional (PRI) conjuntamente con su actividad laboral, nunca se ha desempeñado en la actividad económica real, tal vez es por eso que cuando habla de los hombres que la representan los señala con índice de fuego como si fueran el mismísimo demonio. Entre otras cosas acusa a los grandes empresarios de no pagar impuestos, mostrando un absoluto desconocimientos del funcionamiento del sistema tributario mexicano. Por cierto él jamás ha hecho pública una declaración personal de impuestos.
En 1983 fue electo presidente del PRI en su natal Tabasco. En 1984 deja la presidencia del PRI en Tabasco y se traslada a la ciudad de México para asumir la Dirección de Promoción Social del Instituto de Protección al Consumidor, Aunque también antes, de 1977 a 1982, fue delegado en Tabasco del Instituto Nacional Indigenista, es decir medra en la burocracia estatal o partidista, siempre en espera de algo mejor, misma a la cual ahora llama alta burocracia y dice que no sirve más que para gastar el presupuesto y debe ser abolida. Es decir, solo cuando se sirve de la burocracia o se beneficia de ella es buena. Un doble discurso que usa constantemente con un descaro inaudito.
En 1988, se une a un grupo importante de priistas encabezados por Cuauhtémoc Cárdenas para forma una corriente de militantes inconformes. Pero, ¿Inconformes con qué? No podía ser de otra manera, se inconformaron porque Cuauhtémoc Cárdenas no obtuvo la candidatura presidencial por parte del PRI, terminando, el grupo que integraba la disidencia, por separarse definitivamente del PRI.
Pretenden ir por ideales más elevados pero la verdad desnuda es el simple deseo de alcanzar el
poder.
En ese mismo año AMLO creyó obtener su recompensa siendo nombrado candidato a la gubernatura de Tabasco por el Frente Democrático Nacional, nombre como se denominó a la escisión del PRI, pero para su mala estrella perdió precisamente contra el candidato del PRI Salvador Neme Castillo y por primera vez se llamó a robado y sobre lo cual publicó su libro “Tabasco, víctima de un fraude”. Es todo un descubrimiento del pensamiento íntimo de este individuo con todas sus implicaciones que posteriormente aflorarían. Su libro es una queja personalísima, expone una afrenta, que según él, se había perpetrado en su persona el único y legítimo representante del pueblo. Reitera una y otra vez que no le interesa el poder, pero pelea rabiosamente por él.
Lo insensato de todo esto es, que durante toda su militancia dentro del PRI, tiempo en el que fue partícipe y beneficiario activo o pasivo de todas las prácticas ilegales o cuasi legales que son costumbre en ese partido, no levantó una sola voz de rebeldía, simplemente las aprovechó.
La pregunta queda en el aire para la posteridad. Si Cuauhtémoc Cárdenas se hubiera alzado como candidato presidencial del PRI en aquella ocasión ¿Habría existido el PRD? Con toda seguridad no, pero Cuauhtémoc Cárdenas hubiera sido presidente y también con toda seguridad Andrés Manuel López Obrador hubiera sido gobernador de Tabasco o tal vez secretario de estado o inclusive presidente, pero siempre sometido a la nomenclatura priista, es decir, tanto Cuauhtémoc Cárdenas como López Obrador serían hoy dinosaurios priistas retirados, disfrutando de sus pensiones.

En 1994 fue candidato por segunda ocasión para la gubernatura de Tabasco, volviendo a perder, ahora contra Roberto Madrazo Pintado del PRI. Con o sin razón nuevamente no reconoció su derrota y su malestar no se quedó ahora en la escritura de otro libro, sino que inició una marcha desde Tabasco al Distrito Federal esperando que el presidente de la república, pasando por encima de las leyes, al verse presionado por la difusión nacional e internacional de su protesta, diera un golpe de mazo en su favor. No sucedió lo que él esperaba, pero descubrió el beneficio personal que podía obtener con la agitación de masas populares. Es una llave que sigue utilizando hasta la fecha. Pero, por nuestra parte, también descubrimos otra faceta de su obscuro pensamiento. Esperaba con toda vehemencia que se torciera o se ignorará la ley en su beneficio simplemente porque él creía tener la razón y esperaba que todos debieran comprenderlo de esa manera y simplemente aceptarlo. Y si no hacían lo que él esperaba que se hiciera entonces todo el mundo estaba equivocado, solo su verdad y su razón debían prevalecer. Había aparecido el absolutista.
En 1996 contendió para la presidencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD) contra Heberto Castillo y Amalia García. A pesar de las inconformidades y acciones truculentas que se dieron y se dan perenemente en todas las elecciones internas del PRD tanto Heberto como Amalia se portaron como políticos de altura o simplemente no quisieron enfrentarlo y dejaron el paso libre a AMLO.
Durante su presidencia de partido en 1997 Cuauhtémoc Cárdenas fue candidato para jefe de gobierno del Distrito Federal por el PRD, saliendo triunfador. Podríamos pensar que el triunfo se debió a una estrategia bien elabora por López Obrador pero de ninguna manera esto fue así, Cuauhtémoc Cárdenas en ese tiempo era el líder absoluto del PRD, él mismo llevó las riendas de su campaña y contaba con una mayoría de simpatizantes precisamente en el Distrito Federal (DF). Casi fue una consecuencia lógica. Por otra parte ya se notaba un distanciamiento de López Obrador en contra de Cuauhtémoc Cárdenas, tal vez celoso de la popularidad de éste.
En el año 2000, AMLO compite por la candidatura para la jefatura de gobierno del DF junto con Demetrio Sodi y Pablo Gómez. Es curioso que los contrincantes de su mismo partido objetaran su legal residencia mínima de 5 años en el DF ya que también mantenía una residencia legal en tabasco, tal vez porque seguía viva su esperanza de competir por tercera vez a la gubernatura de su estado natal. Nunca quiso o pudo aclarar plenamente esta situación, sin embargo a pesar de todo se alzo con la candidatura. Vemos aquí aflorar otra faceta de la compleja personalidad de López Obrador, cuando las leyes o reglamentos no le favorecen simplemente los ignora porque en su fuero interno considera que no deben ser aplicables en su persona y a su vez elabora inverosímiles teorías de conjuras y complots en su contra.
Ganó la jefatura del DF contra Santiago Creel del Partido Acción Nacional (PAN) por una diferencia de tan solo el 2.78%. ¿Que hubo carruseles, acarreados, compra de votos y aprovechamiento de los programas sociales por parte del PRD para ganar la elección? Nadie lo duda, sin embargo en esta ocasión AMLO defendió su triunfo como una elección limpia y legítima. El PAN con una tradición de verdadera democracia acepta su derrota. A pesar de la pequeñísima diferencia nunca se pidió voto por voto ni casilla por casilla, no se hicieron plantones ni marchas. López Obrador lo deja muy claro; cuando los excesos en gastos de campaña son en su favor, cuando el peso del estado opera en su favor, cuando la coacción y compra de votos opera en su favor, la elección es limpia y legítima.
Del análisis de su actuación como jefe de gobierno del DF hay muchas versiones, unas a favor y otras en contra. Yo solo deseo referir el reporte de Transparencia Internacional que dice que la corrupción en el DF no solo no ha disminuido sino que ha aumentado. El Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) muestra que la pobreza se ha mantenido igual. La Secretaria de Educación Pública (SEP) manifiesta que los NINIS (seudónimo de jóvenes que ni estudian ni trabajan) han aumentado. El empleo o desempleo, (por ver el ángulo desde la perspectiva de unos y otros), ha mantenido la media nacional según la Secretaría del Trabajo. En cuanto a la seguridad o delincuencia únicamente podemos hacer referencia a la información no muy transparente que el propio gobierno del DF nos quiere dar y ellos dicen que ha disminuido sustancialmente, algunos lo creen, otros no. Yo solo quiero referirme a lo que un ciudadano defeño, bien informado, me comentó en respuesta a una pregunta mía. Yo había leído en uno de tantos informes sobre la droga en México que regularmente publican periódicos de Estados Unidos en el que se daba a conocer que independientemente del trasiego de la droga hacia Estados Unidos el consumo de la misma había crecido exponencialmente en México, y que la región de mayor consumo era el Distrito Federal y su zona conurbada con el Estado de México. Dato por lo demás creíble y sustentable por el simple hecho de que esa región muestra la mayor concentración poblacional y también una concentración importante, aunque muy desigual, de riqueza. Bueno yo le preguntaba a esta persona, ¿si los informes estadunidenses estaban en lo correcto, porqué no veíamos luchas entre pandillas o carteles de la droga como en otros estados? Con un gran sentido de la realidad me contestó que él estimaba que las matanzas se dan más bien por el control de las rutas de trasiego, y el DF no es una ruta de trasiego. Por otra parte me dijo, los americanos tienen razón, ya que para la venta callejera de droga, el DF es como un gran centro comercial, es ampliamente conocido que en cualquier bar se puede encontrar un distribuidor de droga y en las calles cualquier esquina es un buen lugar de venta y las famosas tienditas parecen operar con entera libertad. Las autoridades o están metidas en el negocio o simplemente los dejan operar para no alborotar el avispero.
Por otra parte me dijo, los asaltos; en taxis, autobuses, en el metro o a plena calle, los robos de autos, a casas particulares y negocios y los secuestros exprés, son parte de la vida cotidiana. Los defeños parece que ya nos acostumbramos a vivir en ese remolino de inseguridad, nadie denuncia por miedo a que las autoridades estén coludidas con los delincuentes o por la interminable pérdida de tiempo al hacerlo. En general nos damos por bien librados, casi agradecidos con los ladrones, si solo perdemos dinero, auto o celular.
Puede usted creerlo o no, es su derecho. Pero el hecho innegable es que los vecinos del Distrito Federal lo viven cotidianamente.
Aquí me referiré a un hecho que por ser tan evidente tal vez pasa desapercibido. Desde que se establecieron las olimpiadas nacionales el Distrito Federal era una potencia, siempre ocupaba el primer lugar, pero desde que el PRD llegó al poder el DF ha sido relegado de los primeros tres lugares. Tal vez no se le dé a este hecho la debida importancia, pero en el trasfondo refleja la actuación de sus gobernantes y sus prioridades, las cuales en este caso no tienen nada que ver con la gente a la cual presumen dedicarse, principalmente la juventud.
En su defensa AMLO argumenta con vehemencia la creación de la pensión para los adultos mayores. 
Quiero referirme a ésta en particular, aunque no es muy diferente a otros sistemas asistencialistas. Siempre que se establece un sistema de ayuda como éste es aplaudido y bien recibido por la sociedad y cuando alguien se atreve a descalificarlo se le tacha de mezquino e insensible con los más desprotegidos, es prácticamente inatacable
.
Veamos ahora la real verdad intrínseca en esto. Un sistema de esta naturaleza debe ser establecido con un fondo alimentado por la misma sociedad con participaciones bien definidas y enfocadas exclusivamente a ello. Cuando se decide con ingenua simpleza quitarle un pedazo al presupuesto general ya establecido de un gobierno, lo único que se hace es desatender otros rubros para cubrir el nuevo, desembocando en la necesidad de pedir prestado, aumentar impuestos o como es el caso del DF pedirle más dinero a la federación. Es un hecho que las participaciones federales al DF han ido creciendo en los gobierno perredistas muy por arriba de su crecimiento económico real.
Pero veamos un poco de números; la deuda pública del Distrito Federal al 31 de marzo de 2012 fue de 55,778.6 millones de pesos. En 1996 un año antes de que el PRD obtuviera el poder en el DF era de 7,390.4 millones de pesos. Juzgue usted mismo.
Los sistemas asistencialistas con el tiempo toman vida propia, nadie debe engañarse pensando que son emergentes o temporales ya que son imposibles de eliminar, crean su propia burocracia y con el tiempo van creciendo en número de beneficiarios y por consiguiente en su costo. Es por eso que desde su fundación deben ser diseñados para que cuenten con un financiamiento propio. Si no se hace esto, con el transcurrir de los años, que pueden ser diez, quince, veinte o muchos más, su financiamiento se vuelve tan insostenible que puede llevar a la quiebra a un país entero. Ejemplos en el mundo sobran; Grecia, España, Italia y Francia son un fiel reflejo de lo aquí expuesto. Lo curioso es que cuando esto sucede sus creadores y receptores de todos los elogios por haberlo hecho ya no existen, solo están los que recibirán la total reprobación por tratar de corregir los errores de aquellos.
Andrés Manuel López Obrador supo utilizar con gran eficacia el gran escaparate que le proporcionaba ser jefe de gobierno del DF. Hace conferencias de prensa todos los días, ataca toda iniciativa del presidente Vicente Fox, lo cual le permite erigirse en líder absoluto del PRD, dejando muy atrás a Cuauhtémoc Cárdenas, su principal contrincante dentro de su partido, pero eso no le impide denostarlo públicamente al grado de crear una seria enemistad entre ellos. Queda entonces el camino libre para demandar la candidatura de su partido para la presidencia de la república en el 2006. AMLO nos muestra aquí otra faceta de su personalidad, un contendiente o contrincante político es para él un enemigo al que no únicamente hay que vencer sino aplastar. El déspota ha hecho su aparición.
Aunque AMLO insiste en investirse de honestidad, su mandato en el DF no estuvo exento de escándalos de corrupción. Primero su director de finanzas fue descubierto gastando millones de pesos en las Vegas, posteriormente se destapó el escandaloso asunto de los videos donde se ve a un muy cercano y conocido colaborador suyo recibiendo fajos de billetes, quien por otra parte aún opera bajo su sombra. El verdadero destino final de ese dinero nunca se aclaró suficientemente, pero la presunción general fue la campaña de AMLO. La adjudicación de contratos para obras a lo largo de todas las delegaciones fueron objeto de innumerables denuncias pero la Ley de Transparencia en el Distrito Federal es menos que letra muerta. Lo anterior solo fue el preámbulo para que la personalidad oculta de López Obrador surgiera con toda su fuerza al enfrentar el famoso caso del “desafuero”.
Originado en 1989, en un gobierno anterior al de AMLO, por la expropiación de un predio llamado El Encino y sobre el qué el gobierno del DF inició la construcción de una vialidad, en contra de lo cual se inconformaron los propietarios y obtuvieron del poder judicial la suspensión definitiva, lo que implicaba detener la construcción en progreso. López Obrador hizo caso omiso del ordenamiento legal cayendo en desacato. El congreso votó a favor de eliminar el fuero constitucional que protegía a López Obrador dejándolo sujeto de ser procesado legalmente con posibilidades muy reales de caer en prisión.
A todo esto ¿Qué hace López Obrador? En lugar de hacer una fuerte defensa legal, que para los expertos era perfectamente viable, decide ignorar totalmente los causes legales e inicia una defensa mediática y hace parecer al presidente Vicente Fox, con razón o no, como el instigador de la demanda con el fin de sacarlo de la carrera por la presidencia de la república para el año 2006. Urde la idea de un complot de conjurados en su contra donde incluye al propietario del predio afectado, al PAN, al PRI, a los integrantes del congreso que votaron a favor del desafuero, a las autoridades judiciales, a un grupo de empresarios que para él son los dueños del país, al ex presidente Carlos Salinas de Gortari, por supuesto al presidente Fox y a todos los medios de comunicación y analistas políticos que no estaban de acuerdo con él. Si no fuera la triste realidad, cualquiera podría pensar estar ante un esquizofrénico con delirio de persecución. Sin embargo su estrategia le dio resultado, las diatribas en contra de los medios de comunicación hizo que, por no parecer parciales, hicieran eco de cuanta frase salía de su boca. Echó mano del recurso ya probado de utilizar a la gente en innumerables marchas, plantones y mítines, que aunque él y todo mundo sabe muy bien no son representativas de la sociedad, si presentan mediáticamente una imagen perturbadora. Al final AMLO ganó la disputa. El gobierno temió convertirlo en un mártir si lo encarcelaba y desestimó los cargos en su contra. Para López obrador fue la confirmación, además, de que se puede burlar la ley apretando los botones precisos. Aquí vemos nuevamente al hombre que se envuelve en un manto de honestidad y anticorrupción pero no le importa pasar por encima de ley, engañar a la gente y mentir con todo descaro.
Andrés Manuel López Obrador obtiene sin problemas la candidatura de su partido para contender por la presidencia de la república en 2006. El PAN elige como su candidato a Felipe Calderón Hinojoza, un hombre que aparentemente no tenía las preferencias del presidente Vicente Fox. Durante el transcurso de la campaña AMLO pareció llevar la delantera, lo que le hizo mostrar una más de las facetas de su verdadera personalidad. Se mostró arrogante y autoritario al grado de no asistir a uno de los dos debates que se habían programado, lo cual le costó un gran rechazo de la población. Se presentó al segundo debate únicamente para poner en evidencia su falta de capacidad para debatir con ideas razonables y razonadas. Para el público que vio los dos debates, en ambos, Felipe Calderón salió triunfador.
Se llevó a cabo la elección el día primero de julio de 2006 y por primera vez se pudo seguir por internet el cómputo de las actas de las casillas de toda la república. Durante una buena parte del proceso López Obrador iba arriba de Calderón, pero paulatinamente Calderón fue achicando la diferencia hasta que por la madrugada del día dos rebasó a López Obrador por un pequeño margen. En ese momento el Instituto Federal Electoral suspendió el conteo sin declarar a ninguno de los candidatos como ganador. Aunque se había acordado por todos los partidos que no se proclamaría por parte del IFE ningún ganador si la diferencia entre el primero y el segundo lugar era menor del 2% y que en esta situación ningún candidato se debía manifestar triunfador, tanto Felipe Calderón como López Obrador se declararon ganadores a la media noche del día primero.
Hasta aquí las cosas parecían normales, pero el día 2 por la mañana López Obrador, tal vez ya teniendo información dura en el sentido de que había perdido, declara que el IFE había cometido fraude en su contra. La diferencia era mínima, lo cual le permitía elaborar toda clase de suposiciones; habló de fraude cibernético por parte del IFE, de votos a su favor declarados nulos, manipulación de actas, bueno hasta acusó a sus propios representantes de casilla de haber ayudado a cometer el supuesto fraude.
Durante el escrutinio de los votos, es decir el recuento posterior a la elección donde se hace la verdadera sumatoria oficial de las actas de cada casilla abriendo únicamente para su recuento los paquetes que mostraran irregularidades marcadas por la ley, López Obrador exigió a las autoridades del IFE que se recontaran la totalidad de las casillas con el estribillo de “voto por voto, casilla por casilla” y para esto convocaba manifestaciones y marchas todos los días. El IFE termina el escrutinio con un saldo favorable a Felipe Calderón y todo queda en manos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación. Éste ordena la apertura de poco más de once mil casillas para su recuento, pero los resultados solo se modifican mínimamente declarando oficialmente a Felipe Calderón como presidente electo.
Ante este fallo AMLO no solo se muestra inconforme sino también iracundo, convoca a un mitin en el zócalo de la ciudad de México donde se autoproclama Presidente Legítimo y pronuncia su fatídica frase “al diablo con las instituciones”, y convoca a todos sus seguidores a un plantón en la avenida Reforma, una de las principales vialidades de la ciudad y quizás la más famosa, donde permanece alrededor de tres meses obstruyendo la libre circulación de millones de ciudadanos. Esta medida y su virulento discurso lo llevan paulatinamente a un declive vertiginoso en el favor de la gente, en contraposición de lo que con toda seguridad en su mente delirante imaginaba y que era ver a todo México unido a su derredor y con él en el centro como su líder salvador. Poco a poco se fue dando cuenta que esta imagen jamás se iba a realizar y comienza un peregrinaje por todo el país denunciando la supuesta conjura para la ejecución de un fraude en su contra y publica su libro “La Mafia nos robo la Presidencia”. El resultado no fue nada despreciable ya que en un buen porcentaje de la población quedó fija la idea de que sí fue realizado tal fraude.
En relación a este supuesto fraude puedo decir que, a mi entender, todas las argumentaciones hechas por López Obrador o sus correligionarios en este sentido fueron debidamente desacreditadas. Refuerzo esta idea con el veredicto de innumerables observadores internacionales debidamente acreditados que avalaron el resultado. No está por demás decir que tanto estos observadores como los primeros países que reconocieron a Felipe Calderón como presidente legalmente electo fueron tachados por López Obrador como cómplices del fraude.
Terminada esta primera gira, aunque presiento que para AMLO no fue una simple gira sino un largo peregrinaje de un moderno apóstol revelando la verdad a los infieles, se ocultó por varios meses solo para resurgir como un hombre nuevo. Una nueva era está por iniciar, México necesita un salvador y él es el único posible, el momento de anunciarlo ha llegado, una nueva organización popular ha surgido de la cual él es su gran abanderado “Movimiento de Regeneración Nacional” (MORENA). ¿Cuáles son las intensiones de López Obrador con esto? Escudriñar la mente de este individuo o de cualquiera es un ejercicio solo para especialistas, pero sus palabras y acciones nos dicen mucho, así como el propio nombre del movimiento, Re-generación, lo cual podemos entender fácilmente como generar otra vez, volver a empezar, acabar con lo viejo o existente para iniciar una nueva era, son solo algunas de las interpretaciones que podemos deducir y todas ellas concuerdan con aquella fatídica frase “al diablo con las instituciones”. Lo ha expresado una y otra vez, para él, el país está podrido y nada tiene sentido si no se refunda desde sus cimientos. Su plan, él mismo nos lo explica, es fundar comités en cada una de las comunidades grandes o pequeñas del país, que abracen y difundan su idea, cada uno de los fundadores deberá convencer a cinco nuevos seguidores y estos a su vez a cinco más ad infinitum y de esta manera crear una poderosa red de creyentes.
Y aquí es donde AMLO trata con el mayor descaro de ocultar sus verdaderas intenciones. Desde el inicio de su movimiento afirma una y otra vez que no se trata de una actividad proselitista en busca, nuevamente, de la presidencia de la república para el 2012, sino que su intensión es sentar los elementos de una nueva “República Amorosa”, aunque nunca explica bien a bien que quiere decir con eso, deja caer aquí y allá conceptos de honestidad, no confrontación, hermandad, moralidad, como si hablara de una religión. Pero también va dejando entrever que toda esta red ciudadana, bien convencida y entrenada, deberá estar lista para surgir o levantarse a una sola voz de su líder. Muy pronto la moralidad y honestidad que pregona es olvidada ya que con todo cinismo dice que no puede expresar que quiere ser candidato presidencial porque la ley le prohíbe hacer precampaña, pero en la práctica es lo que hace todos los días. Mayor cinismo y desvergüenza no puede haber.
Lo ominoso de todo esto es la similitud con el club de los jacobinos, creado por Robespierre, el cual fue su plataforma de lanzamiento para encumbrarse en el poder durante la revolución francesa. El incorruptible se hacía llamar y tal vez por eso nadie intuyó oportunamente lo que fraguaba su mente desquiciada hasta que se vieron envueltos en el pasaje más horrendo de la revolución francesa, “El Terror”. Robespierre llega al poder con la aureola de defensor de los desprotegidos y una fuerte oposición a la pena de muerte, para el caso contra la guillotina. Pero al triunfar la revolución poco a poco fue haciéndose con el mando de la convención, votó por mandar a la guillotina al rey Luis XVI y su esposa, instauró los comités de “salvación nacional”, los cuales fueron el instrumento para limpiar el país, según sus propias palabras, de los traidores o apátridas y desde ese momento la guillotina no tuvo descanso, ahora los desprotegidos solo le importaban si comulgaban con sus ideas. Uno a uno de sus antiguos correligionarios fueron cayendo bajo la cuchilla de la guillotina y no por no comulgar con las ideas revolucionarias, sino por no estar de acuerdo con las ideas propias de Robespierre o revelarse contra su autoritarismo. El término de ese terrible episodio para Francia solo pudo finalizar con la caída y muerte del propio Robespierre. Fue tan evidente que Francia entera lo celebró.
Lo importante de esto es que en la actualidad en Francia hay toda una corriente que afirma que las matanzas y la destrucción de pueblos enteros, fue una acción necesaria e inevitable y por desgracia esta idea ha tenido y tiene seguidores en todo el mundo. Vista la personalidad expuesta y la manera de actuar de López Obrador me pregunto si será uno de ellos. Claro que las matanzas que se dieron durante las llamadas purgas en la antigua Unión Soviética o durante la llamada revolución cultural en China o en la nombrada reeducación en Camboya y en mayor o menor medida en tantos otros países, todas inspiradas y respaldadas por la misma idea de Robespierre, no parecen ser posibles en la actualidad en nuestro país ni en ningún otro del mundo. Sin embargo la esencia de la idea está muy presente en el Movimiento de Regeneración Nacional de López Obrador, es decir, su objetivo de cambiar desde sus cimientos estructuras y formas de gobierno, hacer a un lado, proscribir y anular a todo oponente está muy vigente, la podemos ver impecablemente ejecutada en países como, Venezuela, Bolivia, Ecuador y Nicaragua.
En el PRI, en el PRD y en todas las asociaciones o coaliciones de las que ha formado parte López Obrador, siempre han habido personajes, como es normal, que no concuerdan con sus ideas o procedimientos y han sido los opositores o contrapesos de su voluntarismo, lo que nos permite entender porqué uno a uno ha ido dejando a esos partidos o asociaciones para llegar finalmente a conformar MORENA, en donde él es su único líder, aquí ya nadie le objeta nada, el dicta lo que se hace o no se hace y como se hace. No tengo ninguna duda que lo anterior refleja el pensamiento fundamental de López Obrador. Más allá de ideas políticas, económicas o sociales, en su entorno, su voluntad es lo único que debe prevalecer.
Así pues con el respaldo de MORENA anuncia en julio de 2010 que participará en las elecciones presidenciales de 2012. No dice abiertamente que él quiere ser el candidato, aunque todo mundo lo sabe, lo que hace es lanzar la fuerza de su movimiento para que los partidos de izquierda luchen por ella. El mismo lo hace público cuando manifiesta que no pretende fundar un partido político sino que un partido ya existente lo registre, pero bajo sus condiciones.
Por su parte el PRD, el Partido del Trabajo y el Movimiento Ciudadano se han unido en el Frente Amplio Progresista. Recordemos que AMLO es miembro fundador del PRD y aún milita en sus filas. Esta coalición está sopesando seriamente la idea de lanzar como su candidato presidencial para el 2012 a Marcelo Ebrard, jefe de gobierno en funciones del Distrito Federal. Una opción política tan fuerte o quizás más que el propio López Obrador.
Desde su derrota por la presidencia en 2006 Andrés Manuel López Obrador analiza, piensa, estudia y estructura cuidadosamente cada paso, cada movimiento, cada acción para lograr hacerse del poder en 2012. Sin embargo durante todo ese tiempo no se cansa de decirnos que el poder no le interesa. Me pregunto qué tipo de persona le dedica tanto esfuerzo en lograr un objetivo que no le interesa. Me pregunto cuanta falta de moral o simple ética debe existir en una persona para que con todo descaro diga a cielo abierto para que todo mundo lo escuche y lo escuche bien que no hace lo que hace. Dicho sea de paso, López Obrador justifica esa lucha por el poder diciendo, (que dice no desear), que solo lo quiere para transformar a México, promete acabar con todos los males que padece y últimamente parece resumir todos sus delirios utópicos en una Republica Amorosa. Por si parece fuerte mi expresión quiero reafirmar qué, cuando digo delirio, lo digo con todo el razonamiento que soy capaz, nadie puede ofrecer una República Amorosa sino como el fruto de un delirio.
Amenazado todo su esfuerzo con la posible candidatura de Marcelo Ebrard por las izquierdas de México, López Obrador supera a Maquiavelo, juega fuerte por el poder, se mueve tras bambalinas, sigilosamente hace acuerdos y el 11 de marzo de 2012 con el teatro Metropólitan lleno, toma protesta como candidato para la presidencia por el Partido Movimiento Ciudadano, nada menos que uno de los partidos que agrupan el Frente Amplio Progresista.
Con esta jugada, que en los barrios le llamaríamos traicionera, debilita la posible candidatura de Marcelo Ebrard. Y cuando digo traicionera no me refiero solo a Marcelo Ebrard, sino que traiciona a toda la Izquierda mexicana que se ve en la disyuntiva de presentar dos candidatos debilitados o uno fuerte, en la inteligencia de que si no lo eligen a él, su partida ya está jugada, irá por su cuenta. López Obrador de esta manera se alza nuevamente con la candidatura por las izquierdas para la presidencia del 2012.
El resultado lo conocemos, Enrique Peña Nieto del PRI ganó la elección, López Obrador quedó en segundo lugar y Josefina Vázquez Mota del PAN quedó en tercer lugar. La reacción de López Obrador no fue ninguna sorpresa. Inmediatamente acusó al PRI de haber orquestado una gigantesca operación para la compra de votos, algo así como cinco millones de votos, lo que implica afirmar que se compró la voluntad de cinco millones de ciudadanos, involucrando la complicidad de una cadena de autoservicios. También acusó al PRI de haber obtenido fondos ilegales a través de una financiera. Acusó también a las casas encuestadoras por haber venido dando datos durante el transcurso de la campaña favorables a Enrique Peña Nieto superiores al porcentaje real de la elección y otra serie de acusaciones e inconformidades que a su entender deberían ser suficientes para que la elección fuera declarada nula.
El Instituto Federal Electoral procedió a la sumatoria de las actas confirmando el triunfo de Peña Nieto, hecho lo cual turnó al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación los resultados obtenidos para que formulara el veredicto final. Este tribunal en una sesión televisada fue exponiendo uno por uno, con gran detalle, todos los argumentos presentados por el Movimiento Progresista que abanderaba López Obrador y uno a uno los fue declarando “infundados”, para finalmente declarar válida la elección y en consecuencia constitucionalmente electo presidente de México a Enrique Peña Nieto.
Por enésima vez López Obrador descalificó la decisión de la autoridad electoral, lo que no es nuevo, lo nuevo es que en esta ocasión no instigó a sus seguidores a un plantones indefinido en la avenida Reforma. En un discurso de denuncia y acusatorio en donde Andrés Manuel López Obrador no pudo dejar de traslucir su rencor y resignación por haber perdido la presidencia por segunda ocasión, anuncia la conversión de su agrupación “Movimiento de Regeneración Nacional” en partido político, con lo que inicia, aunque lo niegue, su campaña política para el 2018.
MIS MOTIVOS.
Es mi anhelo, como el de todos los mexicanos, que nuestro país prospere y prospere rápido y con ello todos los ciudadanos, que la educación sea universal y mejore sustancialmente desde jardín de niños hasta la universidad, que la corrupción sea exterminada, que los sistemas de salud alcancen y alcancen bien a todos en este país, que el delito sea controlado hasta su mínima expresión, que la pobreza solo sea un mal recuerdo.
Este legítimo anhelo de todos los mexicanos lo recogen todos los políticos y nos lo lanzan en sus campañas políticas como inminente realidad. ¡Mienten descaradamente! ¿Pero por qué lo hacen? Mienten porque parece ser que los mexicanos esperamos que lo hagan, porque parece ser que a los mexicanos nos gusta escuchar que nuestros anhelos pueden convertirse en realidad en forma mágica.
Todos los políticos lo hacen y todos los mexicanos les aplaudimos. Entonces qué hace a Andrés Manuel López Obrador diferente. Lo hace diferente el hecho de que se ha pretendido erigir como el adalid de la honradez. El mismo ha pretendido investirse del más puro halo de honestidad, él dice ser el más demócrata entre los demócratas, se proclama el azote de la corrupción, sus seguidores se lo creen y hasta tal vez él se haya convencido así mismo de que lo es.
La realidad es que miente, miente descaradamente. Él es un hombre corrupto hasta los huesos. Andrés Manuel López Obrador jamás ha hecho público de que vive. Desde que dejó el gobierno del Distrito Federal no ha tenido un trabajo que públicamente nos explique de qué vive. ¿Sus ahorros? Él mismo dice que no tiene. Pero me pregunto, ¿Cuándo dejó la jefatura del DF, cuanto le dieron de indemnización? ¿Habrá pensión para los ex-jefes de gobierno del DF de la cual no estemos enterados?
Creó su Asociación Civil Honestidad Valiente. Busqué los estatutos constitutivos de esa asociación civil pero parece que no han sido publicados en ningún lado o tal vez yo no soy un buen buscador, por lo tanto no puedo saber y mucha gente conmigo cuales son los fines específicos para la cual fue creada. Las asociaciones civiles se forman con fines altruistas, no deben tener fines de lucro, sin embargo sí están obligadas a declarar ante hacienda sus ingresos y gastos, lo cual por cierto nunca ha hecho, según el mismo López Obrador ha reconocido diciendo, equivocadamente, que no hay ley que le obligue a hacerlo. Los asociados, organizadores y directivos de una asociación civil lo hacen con fines altruistas como ya dije, su trabajo es un voluntariado, por lo tanto no deben recibir remuneración alguna y remuneración es definida por la ley como cualquier ingreso que se reciba en efectivo o en especie, es decir, alimentación, habitación, vestido o transporte personales. Crear una asociación civil con el fin de obtener fondos para mantenerse o gastarlos en una campaña política no solo es deshonesto es también ilegal. Acaso ya no recuerda AMLO la vehemencia con que atacó a la asociación civil “Los Amigos de Fox” por los mismos motivos que aquí expongo. Cuando lo hace otra persona es corrupción, cuando lo hace él es nobleza, ¡Que descaro!
A pesar de su obcecada terquedad de alguna manera López Obrador entendió que obtener dinero a través de una asociación civil era fácil blanco de ataques de sus adversarios políticos, pero también extremadamente laborioso. No obstante queda muy claro que a él le tiene sin cuidado si es ilegal o deshonesto obtener dinero de esa forma.
Fue así que decidió transformar a su agrupación MORENA en un nuevo partido político. Debe parecernos un paso lógico y correcto pero de ninguna manera esto es así, su propio discurso lo desdice. Lo desdice porque él no se ha cansado de satanizar el gasto realizado en la alta burocracia, como él le llama, a los puestos superiores del gobierno federal. Pero ¿Qué son los partidos políticos? ¡Son burocracia de la más alta clase! Son burocracia por que se mantienen con nuestros impuestos. Es un gran sinvergüenza porque ahora pretende vivir de nuestros impuestos exactamente igual que un burócrata privilegiado, similar a los que pretende abolir por innecesarios.
Abundando en este hecho encuentro que la desfachatez con que engaña a la gente no tiene límite ya que cuando habla de la alta burocracia enfila sus dardos envenenados únicamente hacia los empleados federales, pero oculta el hecho de que en todos los Estados incluyendo los gobernados por su propio partido y el propio Distrito Federal donde fue gobernante, tienen alta burocracia y jamás habla de acabar con esa burocracia y de hecho no lo hizo con la que él mismo utilizó para gobernar el DF.
Dice que es demócrata y no solo eso, trata por todos los medios a su alcance de hacer creer a la gente que él es el único demócrata que existe en este país. Pero ¿En verdad lo es? Veamos; dos veces compitió por la gubernatura de Tabasco, fue registrado en las dos ocasiones ante el comité electoral del estado conociendo y aceptando las reglas de competencia, sin embargo en las dos ocasiones desconoció los resultados porque le fueron adversos. Compitió en la designación de candidato de su partido a la gubernatura del Distrito Federal misma en que los contrincantes de su propio partido lo acusaron de no tener la residencia legal para poder ser candidato y contra esto, en lugar de comprobar su legalidad, acusó a sus compañeros de partido de mentirosos y de complotar en su contra. A pesar de su militancia en el PRD apoya descaradamente a candidatos de otros partidos o se hace apoyar por otros partidos cuando le conviene. En la selección de candidato para la presidencia de la república de su partido dice acatar las reglas, pero siempre y cuando los resultados le favorezcan. En las dos elecciones presidenciales en las que ha competido recurre a todos los trucos y mañas a que recurren todos los partidos, pero al perder, se victimiza llamándose a robado y acusa a todo mundo de complotar en su contra.
En el PRI aceptaba su militancia porque se beneficiaba de ella, cuando sintió que esto ya no fue así lo abandonó de la misma forma que hoy abandona el PRD y a todos los partidos que se coaligaron en torno a su candidatura. Los abandona porque la democracia no es su agenda. La democracia existe para él únicamente cuando a mano alzada sus seguidores incondicionales confirman lo que él pide que acepten. Para AMLO la democracia es sinónimo de aceptación incondicional de su voluntad, es así como llega al extremo de formar su propio partido, MORENA, donde él es el único que propone y su voluntad es la única que cuenta. Por consiguiente será el único que decida sobre los dineros que todos los ciudadanos que pagamos impuestos le entreguemos a través del Instituto Federal Electoral.
Dice querer terminar con la corrupción pero la realidad es que miente con todo descaro. Es corrupto cuando en su gobierno en el Distrito Federal se descubre a su Tesorero gastando millones de dólares en las Vegas, lo destituye y lo procesa penalmente, pero jamás nos dice con toda claridad a cuánto ascendió en su totalidad lo robado, ni cuantos más estaban implicados en el delito, ni a dónde fue a parar lo robado, ni exigió la devolución de lo robado. Es corrupto cuando se descubre a su colaborador más cercano aceptando dinero como sobornos por la asignación de obras y se hace el inocente como si él no supiera nada, como si todo mundo ignoráramos a dónde fue a parar el dinero, pero además omite aclarar la asignación de obras en todas las delegaciones sobre las cuales hay infinidad de denuncias. Es corrupto cuando a su colaborador acusado de aceptar sobornos es encarcelado y en prisión es rodeado de privilegios y hasta como se dice, mucho tiempo lo pasaba fuera de ella y que todo esto pudiera pasar sin su conocimiento o más bien con su consentimiento. Andrés Manuel López Obrador no puede evadir su participación en este hecho de corrupción cuando vemos que al salir de la cárcel, al personaje aludido, lo acoge bajo su protección. ¿Será que le resulta indispensable para la recaudación de fondos?
Es corrupto cuando conoce de la corrupción prevaleciente durante su gobierno en el Distrito Federal; en juzgados y ministerios públicos, cárceles, policías y sistemas administrativos, la cual es denunciada a diario por la ciudadanía que la padece y dice tomar medidas para controlarla pero son insuficientes o nulas. Los directivos y empleados bajo su mando se aprovechan y enriquecen con la rampante corrupción. Las Ganancias de la corrupción fluyen libremente hacia arriba y hacia abajo y mientras más abarque la red de corrupción, más silencio y encubrimiento se logra, más enraizamiento se consigue y por más tiempo perdurará. La cruda realidad es que la corrupción estaba cuando él llegó, se desarrolló cuando él gobernó y allí permaneció cuando él se fue. Nada cambió, sin embargo él proclama su honestidad valiente, ¡No tiene vergüenza!
Todo lo hasta aquí escrito es ampliamente conocido porque son hechos públicos. Claro está, lo que discierno de esos hechos es interpretación solo mía. Pero lo que me llevó a la reflexión sobre López Obrador no fueron los hechos en sí, sino lo que su personalidad inspiraba en sus seguidores.
Yo encontré una y otra vez que sus discursos rezumaban, siempre, la necesidad de estar en contra de todo, pero a la vez anunciaban que todos estaban en contra de él. Era común para López Obrador advertir a sus seguidor ¡Quieren que me calle, pero no me callaré! Cuando la realidad era que nadie le pedía que se callara, cuando en realidad todos los medios difundían cada palabra que decía. Pero la advertencia, repetida una y otra vez, sembraba en sus seguidores la idea de que estaba siendo perseguido por decir lo que decía. Esto, aunado a la radical postura de ir en contra de todo, le daba la oportunidad de establecer una división clara entre los seguidores abanderados por él y el resto de la población, infundiendo la idea de que todo ese resto estaba mal. Ellos eran los buenos, los poseedores de la verdad y el resto eran los malos.
 A esto, los denominados analistas políticos le llaman con rimbombancia dividir o confrontar a la población. Yo le llamo por su nombre. López Obrador se ha dedicado a sembrar odio en sus seguidores. Por qué afirmo esto. Porque sembrar odio es muy diferente a no estar de acuerdo con el contrario. Odiar al contrario es desear acabar con él, aquí no caben acuerdos ni negociaciones, la única solución para el que odia es que el contrario no exista. Manuel López Obrador lo dijo muy claro en aquel discurso posterior a las elecciones de 2006 "Al diablo con las instituciones". Pero parece ignorar que las instituciones lo son todo, empezando por los partidos políticos, a uno de los cuales él mismo pertenece, pero también lo son las cámaras legislativas, el poder ejecutivo que incluye al presidente de la república, el poder judicial, las iglesias, las organizaciones no gubernamentales e inclusive las organizaciones privadas, todas son instituciones. Vivir sin instituciones es vivir en la locura, en el caos.
El odio es lo que enfrenta en los pueblos a unos contra otros, pero para esto es preciso encontrar a quien odiar y Andrés Manuel López Obrador es experto en darle a sus seguidores a quien odiar. En un momento puede ser el Instituto Federal Electoral, luego el Tribunal Federal Electoral, el Gobierno Federal, Luego la Suprema Corte de Justicia, después los periodistas que no concuerdan con sus ideas, las televisoras, los candidatos de los partidos contrarios, los diez empresarios más ricos de nuestro país. La visión catastrofista que empapa las ideas de López Obrador lo lleva inexorablemente al odio y su consecuencia inmediata, la violencia.
Ser violento parece ser el distintivo de todo seguidor que quiere descollar en la organización de Andrés Manuel López Obrador.
En este punto debo ser muy claro. El que AMLO no participe en acciones violentas físicamente no significa no ser violento. La violencia discursiva que profesa es más perniciosa que la violencia física, porque la primera tiene la insidia de inocular a miles o millones de personas sin siquiera ser conscientes de ello. De pronto se ven envueltos en una vorágine de destrucción o de agresión, contagiados por el grito anónimo de un agitador profesional.
AMLO sin duda es un líder. Pero tenemos que entender que ser líder no es sinónimo de ser bueno, demócrata y honesto. Ha habido muchos liderazgos en el mundo a través de la historia. Muchos de ellos, me pesa decirlo, aunque pretendieron ser buenos devinieron en funestas consecuencias para la humanidad. Otros, los pocos, en su momento fueron buenos y sus resultados en la posteridad también lo fueron. Tenemos que entender que todo líder lleva consigo la impronta del autoritarismo. Tiene una idea que hacer valer y no acepta correcciones. Se sabe poseedor de la verdad y esta tiene que ser la única verdad. Quien no acepte sus ideas está equivocado. Es por eso que la historia nos enseña que las ideas esgrimidas por líderes regularmente han sido impuestas y no aceptadas libremente.
 Es una trampa cuando se dice que un líder trabaja en el convencimiento de sus seguidores, porque es cierto, eso hace, pero el convencido tiene que desechar sus ideas propias y aceptar las del líder sin discusión. El líder puede ser sublime o puede ser abominable.
Es el gran motivo de la democracia, acotar al líder.
Maquiavelo hace dos propuestas al líder (príncipe), ser amado o ser temido. Cuál cree usted que ha escogido ser Andrés Manuel López Obrador, o más bien, cuál de los dos tipos de líder cree usted que es.