Mexicali, B. C.

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Mexicali, B. C. México

jueves, 9 de diciembre de 2010

EL DIBUJO


Son sus trazos bien marcados. No hay debilidad en ellos.
Yo no comprendo mucho, ni poco, del arte de la pintura, pero veo las reproducciones de Rembrandt, Van Gogh, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, por mencionar algunos pintores, y siempre me causan una gran impresión. Las de Van Gogh en especial me parecen que tienen vida propia, en especial en las que se retrata, me parece que en cualquier momento se va a mover. Su inspiración de retratarse, en una de sus pinturas, en un cuadro de la habitación como si fuera parte de la decoración me parece de una profunda sensibilidad, parece estar vigilando todo lo que ahí sucede.
Una vez me sorprendí a mí mismo, cuando sin darme cuenta, había pasado un largo rato contemplando La Madona de Da Vinci tratando de descifrar por la comisura de sus labios si en realidad sonreía o solo era una mueca.
Por eso cuando mi nietecita, una niñita de 5 años, me entregó una hoja tamaño carta bien doblada al tamaño de una cartera y me dijo; “abuelo esto es para ti”. Ella nunca sabría la gran sorpresa que me daba cuando desdoble la hoja y descubrí su pintura.
Está hecha con crayones, esos nuevos que inventaron de tinta lavable. Colores brillantes como les gustan a los niños.
Su dibujo es el clásico paisaje de una casita solitaria.
Lo que me llamó la atención fue, que,  en primer lugar no dibujó la casita completa  en el centro de la hoja, como suelen hacerlo la mayoría de los niños, sino que dibujó solamente media casa en el margen derecho, hasta un tercio del espacio horizontal y tres cuartos de la vertical, dando la impresión de que la casa continúa en la imaginaria.
Abajo un zacate que inicia al pie de la casa y va creciendo en anchura hasta alcanzar el margen izquierdo, de color verde vivo, con trazos muy inclinados y un poco combados que sorprendentemente sí dan la sensación de estar creciendo sobre la tierra. Arriba del zacate cinco flores con tallos y follaje verde culminados con círculos moteados como crisantemos; rojo, azul, naranja, guinda y marrón.
Luego por arriba del zacate trazos verticales color azul casi añil como rayados que parecen iniciar en la casa a la altura de medio techo y se van achicando hasta llegar al margen izquierdo, dándole fondo al paisaje.
Enseguida,  con el mismo color azul añil, con trazos gruesos, largos, que esta vez parecen empezar del lado izquierdo, muy inclinados, que se van achicando y amontonando hasta terminar arriba del techo de la casa.
Por último en la parte superior del lado izquierdo parece dejarse ver un sol amarillo entre los trazos azules del cielo, permitiendo entrever sus rayos también amarillos.
Viendo toda la pintura completa, da la clara impresión de tener un primer plano y una perspectiva, guardando hasta donde cabe sus proporciones,  que me sorprendió en una niñita de cinco años.
Por supuesto que es una preciosa niñita, así que no faltó, claro que no faltó, su gran toque de ternura. Un corazón rojo, un poco apagado por los trazos azules arriba de la casa, que parece mostrar el amor que le ofrece a su abuelo, que no se ve, pero que ella sabe que está dentro de la casa.
¡Si, ya sé!...¡Es la casa del abuelo! dibujada por su nieta que lo quiere mucho… y él a ella.
QUE MAS PUEDO DECIR.
adolka2@gmail.com

miércoles, 8 de diciembre de 2010

HABLANDO DE CERILLOS


Escucho y veo a innumerables comentaristas; expertos y no expertos, también  aquellos que se auto nombran intelectuales y aquellos que dicen que lo son, a funcionarios del ramo y los que no lo son, a políticos y hasta simples presentadores de noticias, hablar sobre desempleo. Todos critican al gobierno por esta deficiencia, algunos imparten cátedra sobre su solución. Parecen estar ciegos y sordos.
Yo soy un simple mortal, uno más, de entre ciento diez millones, en nuestro querido México, por lo que estoy consciente que mi comentario solo es la ciento diez millonésima de algo.
Dicho lo anterior, mi primera reflexión es que este asunto está mal enfocado cuando se refiere a desempleo.
El desempleo es una estadística, y por supuesto la deficiencia. El empleo es la sustancia. Cuando decimos que queremos acabar con el desempleo lo que en realidad estamos pretendiendo es crear empleos. Cuestión de enfoque.
Actualmente esta deficiencia se mide en forma diferente en cada país. En el nuestro quien nos dice la cifra fatal es el INEGI. Los intríngulis de la mecánica pocos los conocen, pero en general sabemos que se trata de saber la cantidad de personas que están en edad de trabajar y no trabajan.   
La edad es entonces la que incide en esta marca. Para la ley es dieciséis años. Luego entonces los menores de esa edad que estén trabajando no se reflejan en la deficiencia. Forman parte de otra cifra; el trabajo de menores.
Es aquí donde todos esos expertos, los profesionales y los improvisados, pecan de ingenuos.
Quiero referirme a un solo caso a la vista de todo mundo, imposible de no ver; el trabajo de menores en supermercados, los comúnmente llamados cerillos, sí, esos niños que embolsan nuestras compras. Estos  empleos están ocupados por niños, no son ni siquiera adolecentes. Actualmente parece haber una tendencia a ocupar a personas de la tercera edad, algunos son jubilados, otros tal vez no.
¿Qué está pasando ahí?
Todos los consumidores lo vemos como una situación normal, hasta como una especie de caridad. Por lo visto las autoridades también. Lo cierto es que los consumidores estamos pagando los salarios de esos niños empleados y engrosando las utilidades de los autoservicios. Se podría argüir que si los autoservicios pagaran esos salarios tendrían que aumentar sus precios, cuestión que no tiene sentido, porqué, como ya lo mencioné, indirectamente nos están aumentando los precios al tener que pagar de nuestro bolsillo esas propinas. Pero no es así, ya que la competencia haría su función y la guerra de precios entre ellos los mantendría a raya y entonces el pago de estos salarios iría directamente contra sus utilidades.
Sí el autoservicio considera que el embolsar la mercancía es un servicio inherente a la atención que su clientela se merece, entonces lo deberían tener contemplado en sus presupuestos de operación y no cobrárselo al consumidor.
Ya mencioné que el empleo de menores, no cuenta en la cifra del desempleo, se contempla en otro apartado, el trabajo de menores. Por otra parte, estimo que para el INEGI las personas mayores de 65 años tampoco cuentan para sus estadísticas de desempleo, pues supongo que únicamente incluyen a la población en edades marcadas por la ley como laborables.
Únicamente cumpliendo cabalmente con la ley por parte de estas empresas se incorporarían al empleo formal alrededor de 150,000 persona en todo nuestro país, principalmente jóvenes.
¿Qué impacto tendría esto?
En primer término millares de jóvenes (mayores de 16 años) saldrían de la ociosidad de las calles. Se pagarían millones de pesos en cuotas obrero-patronales. Se abrirían o se incrementarían miles de cuentas para el retiro. Y todo esto solo costaría un poco menos de utilidades para estas grandes empresas.
Pero, y siempre hay un pero. Qué pasa con los niños que actualmente son ocupados en estas tareas.
 Antes que cualquier otra consideración tenemos que entender todos, que esos niños no deberían estar trabajando; por responsabilidad moral de los padres, por responsabilidad ética de las empresas y finalmente porque así lo marca la ley.
 Ahora bien, muy probablemente esos empleos podrían ser ocupados por jovenes iniciando su vida labora, o por los propios padres de esos niños, o por otros padres cuyos hijos también sufren de esos o peores abusos. Y que pasa con  los adultos mayores. Pues simple y sencillamente deben ser contratados formalmente, cotizar en el seguro social, fondo para la vivienda y fondo para el retiro. Exigir, en el caso de los jubilados, que el IMSS no les retire su pensión por ser reinscritos, ya habiendo sido jubilados, sino que por contrario, las aportaciones obrero-patronales sirvan para incrementar sus menguadas pensiones, o bien, que únicamente coticen en el seguro de riesgo del trabajo sirviendo a su vez como un incentivo para las empresas.
Esperemos que algún día, que no sea muy lejos en el tiempo. Cuando nos empaquen la mercancía en cualquier autoservicio y hagamos el intento de darle propina al “cerillo" nos diga con orgullo…
 “NO MUCHAS GRACIAS, A MI ME PAGA LA EMPRESA POR SERVIRLO A USTED”.